Por más cómodo que sea, ningún futbolista es feliz en el banquillo. No intentes hacerle cambiar de opinión. Es un ecosistema al que nunca se acabará de adaptar. No le des argumentos. No es un lugar para vivir. Olivier Giroud parecía destinado a ocupar un papel secundario en el Chelsea esta temporada. A priori, un mero curso de transición en el que dar chance a los más jóvenes. ¿Pero cómo encara un proyecto de rejuvenecimiento de plantilla un jugador que está a punto de cumplir los 34?
Lampard había tomado una decisión. Su nueve iba a ser Tammy Abraham. El inglés pronto le devolvió la confianza. Arrancó la temporada como un tiro, cerrando un peligroso debate a base de goles y grandes actuaciones. A Giroud solo le quedaba observar. El rendimiento de su compañero no le daba opción y las oportunidades le llegaban a cuentagotas. Su vinculación con los Blues terminaba a final de temporada. Con un poco de suerte, solo sería cuestión de tiempo acabar con su calvario. Su lugar no estaba en el césped.
El francés pasó diez encuentros en la grada desde el mes de octubre. Ya ni siquiera era un revulsivo. No contaba para Lampard y se empezaba a dilucidar que su marcha podía adelantarse al mercado de enero. Una vez abierta la ventana, al ariete no le faltaron ofertas. Pero, de repente, el tobillo de Abraham dijo “basta”. El delantero titular se lesionó en el derbi frente al Arsenal y se encendieron todas las alarmas. A mediados de enero, ya había alcanzado la quincena de goles. Y ahora alguien tendría que ocupar su puesto. Giroud no podía salir. “Hice todo lo posible por irme. El Inter, la Lazio y el Tottenham mostraron interés. Pero el Chelsea lo bloqueó. No fue mi elección», desveló el galo en Téléfoot.
Abraham volvió a ser titular a la jornada siguiente contra el Leicester. Pero demostró que no estaba en condiciones. El próximo partido debía ser para Giroud. Era el momento. Pero nada más lejos de la realidad. Lampard alineó a Michy Batshuayi ante el Manchester United en Stamford Bridge. El francés, de nuevo al banquillo. Su oportunidad llegaría a falta de 20 minutos, en los que generó mucho más peligro que el belga aun saliendo desde el banquillo.
Lampard parecía apuntarlo en su libreta. El galo le había ofrecido buenas sensaciones y lo incluyó en el once titular frente al Tottenham. Giroud pronto le devolvería la confianza marcando, con una volea con la izquierda, el gol que abriría el marcador. Era la mejor manera de decir “aquí estoy yo”. Y, a partir de ese momento, solo el parón se atrevió a frenarle. Fue titular en todos los partidos hasta el confinamiento.
Tres meses de reflexión
El fútbol tuvo que parar por la pandemia. Y Olivier Giroud aprovechó esta tregua para pensar en frío. El galo volvía a sentirse cómodo en Stamford Bridge. Había marcado incluso el último gol Blue antes del parón. Quizás no era este el momento de salir. A mediados de mayo, el Chelsea hacía oficial su renovación por un año más. El jugador se había ganado a pulso el volver a sentirse importante y así lo reconocieron dentro del club: “Olivier sigue siendo un jugador al que queremos en el equipo. Sobre todo, porque mantenemos ese equilibrio entre la experiencia y el talento joven. Su actitud siempre ha sido ejemplar”, afirmaba Marina Granovskaia en un comunicado en la web del Chelsea.
La crisis sanitaria por la pandemia también influyó en la decisión de Giroud. El francés lo afirmó sin tapujos: “Con la pandemia, no me sentía muy cómodo con la idea de salir al extranjero. No quería sacar a los míos de su ambiente. Para mí es importante la calidad de vida y aquí tenemos un buen hogar».
Confirmarse tras confinarse
Con el regreso de la competición, todo el mundo presuponía que Abraham, a quien le había dado tiempo más que de sobra a recuperarse, volvería a ser clave en las alineaciones de Frank Lampard. Pero todo lo contrario. El delantero inglés no iba a recuperar su papel de principios de temporada. Giroud volvió a ser titular en la jornada de reanudación en Villa Park, donde además conseguiría anotar el gol de la victoria en una remontada exprés.
No era casualidad. El míster, de nuevo, lo alinearía en la importante victoria ante el City en Stamford Bridge. Aquel día no marcó, pero el francés ha acabado haciendo cinco goles en seis partidos como titular en este final de campaña, sentando a un Tammy Abraham que solo ha salido de inicio en dos después del parón.
Los Blues han ganado todos los partidos en los que Giroud ha sido titular tras la pandemia. O lo que es lo mismo: los dos encuentros en los que el francés ha sido suplente en este período los han contado por derrotas, primero ante el West Ham y más tarde ante el Sheffield United.
Un futuro muy presente
El Chelsea ya ha dejado atrás la sanción que no le permitía fichar. El club se ha puesto manos a la obra y han cerrado, hasta la fecha, dos incorporaciones de lujo: Hakim Ziyech y Timo Werner. El alemán se postula como una de las principales amenazas para Olivier Giroud en su posición. Pero el galo ha demostrado saber responder cuando se le necesita y pelear por su puesto, le cueste lo que le cueste.
Con la incógnita de si el ex del Leipzig ocupará la demarcación de delantero centro o de si caerá a una banda, quizás el francés deba replantearse su futuro en Stamford Bridge, pues si antes de la llegada del de Stuttgart ya sudaba tinta para ser titular, ahora la competencia será aún más asfixiante. “Siempre es positivo incorporar a grandes jugadores y tener competencia. Me lo tomo como una motivación extra”, aseguró un confiado Giroud en Sky Sports.
Habrá que ver cómo Lampard gestiona la situación una vez finalice la temporada. A un lado, tendrá a un nuevo futbolista que con su juventud y potencial intentará ganarse el puesto desde el primer día —y que además ha costado 45 millones de libras—. Y al otro, a un jugador para el que la edad no parece ser una carga y que seguirá luchando aunque lo tenga todo en contra. Bendito problema.