Incluso en la temporada 2011-12, cuando el Chelsea se proclamó campeón de la Champions League, es difícil encontrar un partido en el que dominara a un grande europeo como hizo ante el Atlético de Madrid este martes. La remontada ante el Nápoles por 4-1 en Stamford Bridge en la prórroga debió más al ímpetu y a la algarabía que a la mera faceta futbolística. En ninguno de los dos partidos ante el Barcelona en semifinales o en la final ante el Bayern, el Chelsea demostró ser superior a su rival aunque el resultado le acabara acompañando.
De hecho, la actuación del Chelsea en el estreno europeo del Wanda Metropolitano es posiblemente la más completa de los Blues en la Champions League en una década. Antonio Conte realizó una leve modificación en su sistema renunciando a un extremo para reforzar la medular. Así, Pedro y Willian se quedaron en el banquillo y entró Cesc Fàbregas junto a Tiémoué Bakayoko y N’Golo Kanté para reducir los metros que debían proteger los dos últimos y dotar de mejor transición al balón. De este modo, Eden Hazard, titular solo por segunda vez esta temporada tras su partido en Copa de la Liga ante el Nottingham Forest, acompañó a Álvaro Morata en la punta de ataque.
La actuación del Chelsea estuvo a años luz de su último choque contra el Atlético en 2014. En aquel entonces, el Chelsea de José Mourinho empató a cero en el Vicente Calderón y sucumbió estrepitosamente en la vuelta en casa por 1-3, dejando una sensación de inferioridad alarmante. Todo lo contrario de lo que sucedió en esta ocasión.
Hazard aprovechó su libertad para aparecer por todas partes pero preferiblemente por izquierda, donde se siente más cómodo y puede conectar con Marcos Alonso, un jugador con el que ha establecido una complicidad especial. A través del belga, el Chelsea generó varias oportunidades claras en la primera mitad, la mayoría de ellas a través de Álvaro Morata. Pero su cabezazo tras un medido pase diagonal de David Luiz fue desviado a córner por Jan Oblak y, en otra clara oportunidad, su disparo cruzado salió desviado.
Cuando el Chelsea parecía encaminarse al vestuario con un empate sin goles que podía antojarse como injusto, David Luiz cometió un penalti absurdo que permitió a Antoine Griezmann poner el 1-0 con el que se llegaría al final del primer tiempo.
Conte decidió con acierto no tocar sus piezas, consciente de que su equipo había sido mejor y no había necesidad de hacerlo aunque el marcador dictara algo distinto. Sería Hazard, un jugador que tiene una deuda pendiente con la Champions (solo ha marcado cinco goles en la competición, dos de ellos al Maribor), quien daría la asistencia para que Morata cabeceara el gol del empate a la hora de juego.
Tan solo en la recta final, cuando la gasolina de Hazard, Morata y Cesc comenzó a agotarse, el Atlético creció, lo cual denota hasta qué punto el Chelsea fue dominador del encuentro. Un equipo que ha disputado dos de las últimas cuatro finales de la máxima competición europea y que estaba debutando en su nuevo estadio en Champions, no pudo tomar el partido en mano hasta que el esfuerzo comenzó a mermar el rendimiento del rival.
Conte decidió entonces efectuar un doble cambio: Michy Batshuayi y Willian entraron por los exhaustos Morata y Hazard. El equipo mantuvo el mismo dibujo pero con diferentes peones. Como es lógico, el equipo se resintió de la retirada de sus dos jugadores más incisivos y Conte optó en los últimos minutos por efectuar un cambio netamente defensivo, dando entrada al central Andreas Christensen por Cesc Fàbregas, manteniendo el sistema pero reforzando la medular con la presencia de David Luiz.
Y entonces fue cuando el Chelsea halló el merecido premio que había buscado durante hora y media. Cuando el reloj marcaba la hora, el Chelsea se negó a precipitarse y trabajó la jugada hasta que halló el momento de atacar. Michy Batshuayi culminó una excelente combinación colectiva para poner el 1-2 definitivo en el minuto 93.
Conte, como Hazard, tiene una deuda pendiente con la Champions League. Su mejor participación en la Juventus se produjo en 2013, cuando alcanzó los cuartos de final, en que cayó ante el Bayern de Múnich por un 4-0 global. En su última participación en la competición, en 2014, no pasó de la primera fase en un grupo en el que estaban Real Madrid, Copenhague y Galatasaray. A tenor de lo visto en el Metropolitano de Madrid, este podría por fin ser el año para Conte y Hazard.