En ocasiones, el margen entre la victoria y la derrota, el éxito y el fracaso, la alegría y la decepción, es cuestión de centímetros. Si el disparo de Harry Kane hubiera ido unos dedos más hacia la derecha, Inglaterra se habría adelantado por 2-0 a falta de algo más de veinte minutos ante Croacia. En lugar de eso, el balón se estrelló en el poste y, solo dos minutos después, Ivan Perisic puso el empate a uno. Ese gol fue el comienzo del fin para Inglaterra.
Los ingleses, espoleados por el tempranero tanto de Kieran Trippier, posiblemente el mejor lateral derecho de la Copa del Mundo, parecieron siempre más cerca de la final. Al menos durante la primera hora, cuando Croacia no logró encontrar vías para acercarse a la portería de Jordan Pickford. El gol del empate, el cansancio acumulado, la inexperiencia y quizás la lentitud de Gareth Southgate para hacer cambios decantaron la balanza hacia el lado croata. El conjunto de Zlatko Dalic mereció vencer antes del pitido final y, en todo caso, hacerlo antes de los penaltis.
Era cuestión de tiempo que Inglaterra acabar hallando la horma de su zapato. Los resultados han maquillado durante buena parte del torneo las deficiencias de la selección inglesa, tan numerosas como acusadas. Southgate apostó por una defensa de tres que dotó de solidez y confianza al equipo sin el balón pero que fue un lastre con él. La decisión de situar un único medio centro como Jordan Henderson no contribuyó tampoco a dotar de fluidez al juego inglés. La posición de Jesse Lingard como interior y Raheem Sterling como media punta tampoco ha permitido ver lo mejor de ellos durante el Mundial.
Por supuesto, Southgate también ha acertado en otras muchas decisiones. Jordan Pickford se ha erigido en uno de los mejores porteros del certamen. El mencionado Trippier regresa al Tottenham tras duplicar su valor de mercado. Harry Maguire se ha consagrado en la escena internacional tras una excelente temporada de debut en el Leicester. Él ha sido una de las piezas claves en la mejor estrategia ofensiva del equipo: el balón parado. Nueve de los doce goles ingleses han llegado mediante penaltis, faltas y saques de esquina. Pero esa estadística esconde una más preocupante: Inglaterra ha disparado entre los tres palos seis veces en este Mundial, las mismas que Arabia Saudita.
A pesar del mediocre juego colectivo inglés, en especial con balón, se pueden extraer muchas conclusiones positivas de la campaña rusa. Para empezar, el conjunto de Southgate terminó con el trauma de los penaltis. Desde que Inglaterra ganó su primera y única tanda de la historia, en cuartos de final de su Euro de 1996, los Three Lions habían perdido cuatro (1996 en semifinales, 1998, 2006 y 2012). Además, lo hizo remontando la ventaja inicial de Colombia tras el error de Jordan Henderson y a pesar de comenzar lanzando en segundo lugar.
Pero no acaban ahí las notas positivas para los ingleses. El optimismo se ha adueñado de la nación durante estos días. Cuando los acordes del “Football is coming home”, el himno compuesto para la Euro de 1996, comenzaron a resonar por las redes sociales, lo hicieron como una muestra más del humor inglés. Tras tantos y tantos fracasos, los aficionados ingleses no albergaban esperanza alguna en su selección. Pero los triunfos fueron transformando el ánimo nacional y dotando a las notas de la canción de un nuevo significado. La selección volverá a Inglaterra a finales de semana para ser aclamada como aquella que restauró el dañado orgullo inglés. En un momento, además, en que el Brexit ha sumado al país en la división y la incertidumbre.
Este resultado constituye unos sólidos cimientos sobre los que seguir construyendo. La creación del centro nacional de entrenamiento de St. George’s Park en 2012 fue la primera piedra de esos cimientos, una inversión de más de 100 millones de libras destinada a devolver al fútbol patrio a las alturas de otras décadas. Los recientes triunfos en categorías inferiores (los ingleses se proclamaron campeones del mundo sub-17 y sub-20 en 2017) demuestran que el camino emprendido es el correcto. Y el éxito en Rusia, aunque no propiciado por este trabajo, supondrá un impulso definitivo al trabajo que se ha estado realizando.
No solo la federación, con este ambicioso plan nacional, ha contribuido al éxito. También la Premier League, aunque de forma involuntaria, lo ha hecho. Durante años, la liga ha representado una losa para la selección puesto que su cosmopolitismo ha privado de oportunidades a los jugadores locales (solo el 33% de los minutos de la liga los disputan futbolistas ingleses, una cifra que supera el 50% en Alemania, Italia, Francia o España). Pero la Premier League ha tenido la capacidad para atraer a algunos de los mejores entrenadores del mundo. Los diez jugadores de campo más usados por Southgate han tenido como entrenadores durante la pasada campaña a Pep Guardiola, José Mourinho, Jürgen Klopp, Mauricio Pochettino y Claude Puel. El trabajo que estos entrenadores han realizado con sus jugadores también se ha podido percibir en Rusia.
El futuro es brillante. La federación ha logrado por fin introducir una pausa invernal tras muchos años insistiendo, lo que permitirá que los futbolistas ingleses lleguen en mejores condiciones a los grandes torneos. Los Three Lions son la única selección cuyos 23 miembros juegan en la misma liga, la única entre las principales europeas que no realizaba un descanso durante el invierno. El próximo reto será la Eurocopa de 2020, cuyas semifinales y final se disputarán en Wembley. Para entonces, la columna vertebral de la selección seguirá intacta. Catorce de los veintitrés convocados nacieron a partir de 1992 y solo tres lo hicieron antes de 1989 (Ashley Young, Gary Cahill y Jamie Vardy). Por detrás vienen pidiendo paso futbolistas como Phil Foden, Joe Gomez, Lewis Cook, Tom Davies Harry Winks, Alfie Mawson, Jadon Sancho, Ademola Lookman o Ryan Sessegnon, sin olvidar a otros que podrían regresar todavía como Adam Lallana, Alex Oxlade-Chamberlain (nacido en 1993) o Jack Wilshere (1992)
Quizás esta Inglaterra de Southgate no haya jugado un fútbol vistoso. Quizás se haya beneficiado de un cuadro sencillo con rivales de segunda fila (no olvidemos que los Three Lions solo han ganado a Suecia, Túnez y Panamá en este Mundial). Quizás hayamos sobrevalorado sus capacidades. Pero este hermoso espejismo veraniego contribuirá sin lugar a dudas a alcanzar una realidad palpable que aguarda a la vuelta de la esquina.