En la era de los clichés y las frases que temen al tiempo, que un futbolista no tenga pudor a la hora de profundizar en lo sucedido en un partido, beneficiado y apoyado en la victoria reciente, es algo alentador y reconfortante. Característico del que tiene escrita en su frente la definición exacta y precisa de líder.
James Maddison, que predica con el ejemplo y es una de las personalidades más reconocidas en el vestuario de Rodgers, regaló la mejor entrevista postpartido de lo que llevamos de temporada. Lo hizo tras la imponente victoria de su equipo frente al decapitado Chelsea de Frank Lampard. Es sencillo comprender por qué fue el de Coventry y no otro jugador, ya no sólo del Leicester City sino de la Premier League, el que consiguió expresar a las mil maravillas varios aspectos del juego del equipo y de su propia temporada.
Este inglés de 24 años es el paradigma del futbolista actual obviando la parte monótona y con una fluidez expresiva envidiable. Innova en sus celebraciones y sigue las recomendaciones del youtuber e influencer Chunkz, escucha a cantantes que ocupan los números uno de las listas de éxitos como Pop Smoke y Young Thug y es activo en redes sociales, en las que publica sus nuevos looks, algo que le ha valido para recibir motes como el Dsquared Deco o LV (Luis Vuitton) Gazza. Aunque probablemente el que se lleve la palma sea el de Balenciaga Baggio. Sus intereses sumamente modernos y arraigados en las esferas británicas le convierten en una figura de culto entre los jóvenes.
A pesar de la trascendencia positiva que tiene Maddison, mediapunta natural, interior por concepción y francotirador por devoción, fuera del campo es la confianza que destila su fútbol la que hace del inglés un jugador especial. Su juego, que se equilibra entre lo espectacular y lo arrogante, depende en un gran porcentaje de la confianza. Y como afirma en una entrevista para Gaffer, Maddison obtiene esa dosis de determinación en los retos más grandes.
«Quiero la mayor presión en el penalti que pueda conseguir. Simplemente porque creo que puedo manejar bien esa situación. Es un punto fuerte mío. Cuantos más ojos haya sobre mí, mejor. Porque si voy y lo pongo en la esquina superior, hay más gente para ver. No lo uso como algo negativo. Lo uso como algo positivo. Bien, hay más gente mirando. Más gente para demostrar que puedo mantener la confianza y la calma en esta situación».
La sonrisa que escapa y se desprende de su boca delata al ex del Norwich City. Se le pregunta tras el partido contra el Chelsea de la semana pasada sobre su opinión respecto a que el Leicester ocupe, en aquel momento, la primera plaza. Él sonríe, pillo, y se limita a afirmar “suena bien lo de ser líderes de la Premier League”, a lo que posteriormente añade que no cree que se haya visto un partido más completo por parte del equipo en lo que va de temporada.
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En el momento en el que otros habrían requerido la aparición de otra pregunta, el inglés se adelanta y da paso a su propio resumen del partido. Un resumen que condensa y define a la perfección al Leicester de Rodgers: “tuvo de todo, un poco de sentido común tácticamente y también de calidad cuando fue necesaria. Hay que dar crédito al entrenador, ajustamos un poco al descanso, pasamos a defender en 4-4-2 y a atacar en 4-3-3 y creo que los chicos lo hicieron de forma brillante.”
El líder carismático, ya sea en la desconfianza política, la monotonía institucional o en el desenfreno deportivo, ha de situarse, desde una base de confianza, pragmatismo, autoestima y sentido de lo común, en una posición que le permita que fluyan las citadas propiedades, varias de ellas inherentes al individuo, conformando una figura, y una personalidad, que funcionen de guía para el resto de los integrantes del grupo. “No juegas con Brendan Rodgers si no eres capaz de realizar el trabajo sucio. Tan simple como eso. Es un juego, el fútbol, que va de correr.” Así definía James Maddison la ideología de su entrenador, un líder que reúne todas las singularidades del proyecto y de la idiosincrasia del club y que a la vez regala la capacidad de mando a sus jugadores.
En los poco más de cuatro minutos que duró la entrevista, el Balenciaga Baggio de Coventry también demostró conocer cual es la mejor forma de aceptar las críticas de otros y tuvo tiempo para mencionar a Jack, analista del club, y afirmar que se había reunido con él para mejorar su registro de cara a puerta. El inglés no había olvidado las palabras de Jamie Carragher, que le advertía de la necesidad de aumentar sus números si quería pelear por un puesto en la lista de Inglaterra para la Eurocopa. “Nos sentamos para discutir sobre cómo podía hacer para conseguir más goles”. Son 5 goles en los últimos 7 partidos para Maddison, que ha dejado atrás el disparo desde la frontal como su única arma, convirtiéndola, junto a las llegadas desde segunda línea, rupturas hacia el área y a lo que él llama “oler el lugar donde puede caer el balón”, en una disposición más a través de la cual dañar al rival.
Saber reconocer cada momento y elegir las respuestas adecuadas para cada pregunta son dos conceptos que deben ir de la mano y que James Maddison llevó a cabo a la perfección durante la entrevista. Hubo un único momento en el que fue cortante y tiró de clichés, cuando le preguntaron si el Leicester City era candidato al título. El inglés, conocedor del nivel y las aspiraciones de su club, respondió de la forma más pragmática posible, agarrándose al “partido a partido” y pidiendo perdón por la obligada necesidad de ser aburrido.
A veces es necesario ser aburrido, ser directo y decir la verdad. Fundamentos del líder en el que James Maddison está en proceso de convertirse. «Un líder autoritario. Una persona bastante directa en general, desde el buen sentido. Me gustaría pensar que sería un líder que hablaría claro. Saber lo que quiero e ir a por ello», comentaba a Gaffer. Por suerte para el proyecto, club, entrenador y jugadores saben lo que quieren y están dispuestos a ir a por ello.