David Ruiz

Juego de tronos en el Emirates

Inmersos tras el Mundial en el mercado de fichajes y actualmente en el inicio de la Premier League, quizás han quedado minimizado los negocios que se han sucedido en las altas esferas del fútbol inglés.

El fútbol es un espectáculo singular, un fenómeno que despierta pasiones, condiciona estados de ánimo o crea rivalidades irracionales. Una potente industria donde se mueven millones de libras, cantidades muy superiores a los fichajes desorbitantes que se producen. En esta tesitura, hemos visto cómo finalmente Stan Kroenke ha conseguido hacerse con el control total del Arsenal, por nada más y nada menos que 550 millones de libras, valorando al club en más de 1500 millones de libras.

Para la mayoría, el dueño del Arsenal es una figura semidesconocida, pero para la revista Sports Illustrated, Kroenke es el hombre más poderoso del mundo del deporte. Amasó su fortuna en la rama inmobiliaria, construyendo apartamentos y centros comerciales en zonas antes áridas. Pero no habría logrado estar entre los 100 hombres más ricos de Estados Unidos si no fuera por su mujer Ann. Es hija de James «Bud» Walton, el cofundador de la cadena de comercio Wal-Mart (junto a su hermano Sam), la mayor compañía del mundo por ingresos y de ser un país, sería el vigésimo tercero más rico del mundo.

Esta unión, tras conocerse esquiando en Aspen, propició que los negocios de Kroenke pudieran crecer a un ritmo vertiginoso, en torno a la creación de inmuebles alrededor de estos centros comerciales. Con su empresa Kroenke Sports & Entertainment (KSE), formó parte del traslado en 1995 de los Rams de Los Angeles a St. Louis, en su Missouri natal, comprando el 30% de la propiedad. En el 2000, siguieron sus inversiones deportivas y adquirió a los Denver Nuggets de la NBA y a los Colorado Avalanche de la NHL, con sus respectivos estadios. En 2002, se asoció con el propietario de los Denver Broncos, Pat Bowlen y con el ex quarterback de dicho equipo, John Elway para convertirse en copropietario de Colorado Crush de la AFL. Sus adquisiciones siguieron con Colorado Mammoth de la NLL (lacrosse) y Colorado Rapids de la MLS. A estas adquisiciones hay que sumarle estadios, televisiones o tiendas dedicadas a la venta de entradas, entre otra multitud de negocios relacionados con estas franquicias.

Tres años más tarde, decidió cruzar el Atlántico debido a que en la Premier League podía haber oportunidad de mercado y comenzó a comprar acciones del Arsenal. Llegó a controlar hasta el 67% de los Gunners, una cifra que acaba de elevar hasta casi el 100%, como hemos podido saber gracias al anuncio realizado en la Bolsa de Londres, que ha confirmado la compra del 30% que ostentaba hasta ahora el magnate ruso de origen uzbeko Alisher Usmánov, una operación que zanja una disputa entre ambos de más de una década. Según KSE, un propietario único aumentará los beneficios de forma más rápida para avanzar en la promoción de la estrategia y ambiciones del club. Mientras que, a nivel deportivo, la ambición se centra en competir consistentemente para ganar la Premier League y la UEFA Champions League.

El estadounidense ya no poseía una gran relación con la afición del Arsenal y esto se ha visto acrecentado -más si cabe- por las formas de la ejecución de dicha compra. Para la toma de control ha desembolsado 45 millones de libras de su propio bolsillo pero ha tenido que pedir un préstamo de 557 millones de libras. Según él, esta operación no irá en contra del club, debido a que la oferta no está siendo financiada mediante la deuda. Si esto fuera poco, con ese porcentaje puede obligar a los accionistas individuales (en su mayoría del Arsenal Supporters Trust) restantes a vender su participación combinada del tres por ciento. La asociación de aficionados ha emitido un comunicado donde expresa su pesar por esta noticia:

Estás noticias marcan un terrible día para el Arsenal FC.

La parte más terrible de este anuncio es la noticia de que Kroenke planea comprar a la fuerza las acciones de los seguidores del Arsenal. Muchos de estos fanáticos son miembros de AST y mantienen sus acciones no por valor sino como custodios que se preocupan por el futuro del club.

Las acciones de Kroenke neutralizarán su voz y participación. De hecho, es un robo legalizado para eliminar el escrutinio de los accionistas sobre cómo se gestiona Arsenal. El AST está totalmente en contra de esta adquisición. El Arsenal sigue siendo demasiado importante para ser propiedad de una sola persona.

Indirectamente, esta transacción también afecta a los intereses del Everton. Farhad Moshiri posee el 49,9% de las acciones de los Toffees desde que se mudó a Goodison Park en 2016. Anteriormente fue accionista del Arsenal y le vendió su parte del pastel a… Usmánov, su socio desde hace muchos años en varios negocios ajenos al fútbol. Parece que Moshiri pretende forzar al presidente Bill Kenwright, poseedor del 12,2% del accionariado del Everton, a dejar su cargo. Moshiri quiere hacerse con el control total del club y es más que probable que se produzcan negocios con Usmánov, hecho que ya ha sucedido a pesar de formar parte del Arsenal. Uno de los desafíos económicos del conjunto de Merseyside es afrontar el pago inmediato de 220 millones de libras para la construcción del nuevo estadio en Bramley-Moore Dock y no esconden que aceptan inversiones externas para poder afrontarlo. Puede que Usmánov se enrole en este megaproyecto en el muelle de Liverpool o haga las maletas con rumbo a Italia y ponga sus miras en uno de los equipos más poderosos del calcio. Lo que es seguro es que ahora dispone de más de 500 millones de libras para reinvertir en otro club. El tiempo resolverá este enigma.


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El prominente letrero de la Finch Farm, centro de entrenamiento del Everton, muestra la influencia de Usmánov reflejada en el letrero USM, empresa propiedad del ruso.


La entrada de magnates, oligarcas o jeques en la Premier League es masiva. Multimillonarios extranjeros que buscan aumentar sus beneficios y darse a conocer ante del gran público. Es inevitable actualmente, en algunos casos con gran gestión, pero en otras ocasiones se torna muy peligroso. Sus prácticas pueden producir una gran inflación en cuanto al coste de jugadores o pueden anular señas de identidad de entidades históricas e incluso provocar deudas que provoquen heridas de muerte a sus caprichos.

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David Ruiz