Jordi Cardero

Klopp para ganar la Premier League

El Liverpool lleva demasiado sin ganar una competición liguera, Tanto, que Anfield aún no sabe lo que es ganar una Premier League. Analizamos si Jürgen Klopp y sus muchachos, ansiosos por gobernar Inglaterra, conseguirán hacerle frente a su mayor enemigo en la lucha por el título, el Manchester City de Pep Guardiola.

Ya no es solo lo que pasa en Anfield durante los últimos noventa minutos de cada partido. Lo realmente importante sucede algunos segundos antes del inicio del encuentro, cuando se entona el You’ll Never Walk Alone. Para reconocerse a uno mismo, recordar lo que has sido y lo que tienes que ser, la exigencia. También durante la semana. En casa, en el trabajo, en el instituto. Y en los pubs, resguardados, mientras la cerveza se agota al mismo ritmo que el Liverpool va sumando puntos. Surgen preguntas sin respuesta. Nos cuestionamos si este será el año, si Salah volverá a golear, si Van Dijk será el defensor más imponente de la Premier League, si Alisson terminará siendo un punto de inflexión ante el reciente y desolador historial de porteros. También si Dejan Lovren se confirmará -como él mismo se autodenominó- como uno de los mejores centrales del mundo. De lunes a viernes, con la Champions League de por medio. No somos de renunciar a nada, pero puestos a elegir, el Liverpool no dudaría demasiado en priorizar la Premier League. Y eso que la temporada pasada la Copa de Europa se le escapó como arena entre los dedos, mientras Salah se retorcía de dolor en el frío suelo de Kiev.

Derrotar al Manchester City en el largo plazo es uno de los retos más complicados de la historia reciente de la liga inglesa. El Liverpool es uno de los equipos más capaces de ganar a los Cityzen. Pero después de que los de Pep Guardiola reventaran la barrera de los cien puntos y terminasen con uno de los aspectos que más carismática hace a la Premier League, la lucha por el título, ahora Jürgen Klopp ha iniciado su particular Guerra Fría con los Skyblue. Una peregrinación sin etapas, que no admite descanso, sin la posibilidad de esos “cinco minutitos más”, tan voluntariamente necesarios como inevitablemente imprescindibles. La lucha por la Premier League ha tomado una dirección distinta a la de las últimas temporadas y Klopp decidió matizar el Liverpool que construyó pieza a pieza para moldearlo de cara a una carrera de fondo.

El entrenador alemán implantó el Rock and roll en la tierra de los Beatles. Creó un Liverpool de momentos, imperial en las grandes citas, pero desangrándose ante rivales de la parte media y baja de la clasificación. La presión alta y el ritmo desenfrenado de los primeros minutos de partido eran una de las grandes pruebas a superar. Era tan innegociable como llevar siempre un balón en el maletero del coche. Sin embargo, conservar ese ritmo era física y psicológicamente utópico. Así pues, Klopp decidió ganar de otra forma. Planteó un nuevo Liverpool, con nuevos tintes y otras caras. No solamente era necesario mejorar la calidad de la plantilla, sino también aumentar el número titulares potenciales, el fondo de armario.

La posición de la portería era una de las más necesarias a mejorar y Alisson Becker, pese a cometer algunos errores, está siendo una de las figuras clave. Como también lo es Van Dijk, que ya es uno de los líderes del equipo y no es circunstancial que haya lucido el brazalete de capitán. Naby Keïta y Fabinho tuvieron dificultades para asentarse en el once, pero poco a poco se están convirtiendo en piezas importantes. Keïta se adecúa al rol de dinamizador de posesiones, de desborde desde diferentes zonas y alturas del campo. Un toque de magia. Por otro lado, Fabinho Tavares ya es una realidad. Le costó adaptarse al ritmo de la Premier League, pero ofrece algunas prestaciones a las que Jordan Henderson llega algo justo.

Xherdan Shaqiri conjuga dos fases clave respecto al proceso Klopp: es una nueva cara, pero también forma parte de una serie de reconversiones que el técnico alemán ha cocinado. Tras el descenso a Champioship del Stoke City, por contrato, a Shaqiri se le rebajó automáticamente la cláusula de rescisión. Varios clubes acudieron a Stoke-on-Trent con los histéricos sprints que se producen el primer día de rebajas en cualquier centro comercial. El suizo, ahora, es más que un extremo. Ha ejercido un rol más atrasado, adaptado a un contexto radicalmente distinto. Es uno de los comodines, el jugador número doce.


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Shaqiri celebrando un gol ante el Southampton. (Alex Livesey/Getty Images)


Son procesos que también han vivido Roberto Firmino o Mohamed Salah, cambios en la forma. El caso del egipcio es muy claro. Klopp le ha diseñado una zona de confort, muy diferente al ratio de acción en el que actuaba en Roma. Esta temporada la ha pronunciado aún más que la anterior. Salah es un jugador cerebral, capaz de jugar como único punta, con el añadido de Firmino. Klopp le ha convertido en un futbolista universal, apto para manejar diferentes contextos y situaciones particulares. Se acerca a la figura del ‘delantero moderno’, aunque ha evolucionado hacia la complexión de un rematador de área. A esto, se le suma el auge en cuanto a rendimiento de jugadores que no están llamados a ser diferenciales, pero precisamente eso es lo que le añade al Liverpool un plus respecto a sus competidores. Joe Gomez, Alexander-Arnold, Andrew Robertson o el multiusos James Milner son algunos de los ejemplos.

Si bien los Reds se encuentran en un proceso de transformación, el Manchester City ya están en la consumación. Aunque en las últimas jornadas el equipo de Guardiola se ha humanizado, el dominio de los partidos y de las áreas es abrumador. A la larga, donde puede sufrir es en el relevo de Fernandinho. El brasileño es un jugador muy importante, pero no tiene un sustito natural pese a que John Stones o Ilkay Gündogan puedan ajustarse al rol de mediocentro. Sin embargo, uno de los fundamentos de la gestión de Guardiola es el control sobre el largo plazo, el dominio de las ligas.

Klopp hizo del Liverpool un equipo con ritmo Champions, pero ahora trata de mutarlo con el fin de adaptarse a nuevas ideas. No sabemos si estamos ante un momento histórico, en el que el Liverpool esté camino de su primera Premier League. No podemos ver el futuro, solo soñarlo, imaginarlo, pero no preverlo. Y así los de Anfield sobreviven, en la fina línea que separa disfrutar con sufrir, que nos deja imágenes como las de un aficionado ciego vibrando tras un gol. Klopp apunta a la Premier League.

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