Decía Alan Shearer que puedes entrenar los penaltis todo lo que quieras, pero nunca vas a llegar a emular la presión que sientes en el momento de ejecutarlo. Y si Shearer lo afirma, que de esto algo sabe, el resto lo acepta y se resigna. Por algo es el máximo goleador de la historia de la Premier League, teniendo a mayores algo más de un 80% de acierto desde los 11 metros, en casi 70 intentos en toda su carrera. Peccata minuta, como se diría en la lengua de Petrarca.
Tirar un penalti, por tanto, es algo imposible de predecir. Tu estado de forma, el clima y sus vicisitudes, el ambiente que te rodee, e incluso la posible fatiga que puedas llegar a tener a la hora de lanzar. No es lo mismo enfrentarte a una pena máxima en el ecuador de la primera parte que hacerlo en el último minuto, con la presión de todo tu equipo sobre tus hombros. No equivale a la de Atlas con el cielo, pero por ahí anda. Sobre todo si portas el escudo del Fulham serigrafiado sobre tu pecho.
Aleksandar Mitrovic, Ademola Lookman e Ivan Cavaleiro lo saben con certeza. Y Scott Parker, que ya ha tenido que descartar a 3 de sus 10 jugadores de campo habituales para futuras decisiones, no es capaz de frenar la máquina de errar penaltis en la Premier League. Que ya lleva 3 fallos en sus últimos 3 intentos, con 2 de 2 en las dos últimas jornadas que ha disputado el club londinense, y que tiene un claro problema postura.
Los 3 terribles fallos del Fulham
Mitrovic, el líder espiritual, futbolístico y carismático, que ya tuvo problemas en el pasado con Aboubakar Kamara a la hora de decidir quién debería tirar, empezó el año con gol desde el punto de penalti. Ante el Leeds, anotó el 1 a 1 en la derrota por 3 goles a 4 que les propinaron los de Bielsa el 19 de septiembre. En la segunda jornada. Un mes después, el día 18, envió fuera del campo lo que podría haber supuesto que su equipo se adelantara ante el Sheffield United, un rival directo. Pero no lo hizo.
Tras tomar varios pasos y llevar su vista a la derecha de Aaron Ramsdale -el lugar al que se tiró, por cierto-, empezó la carrera hacia el balón cruzando las piernas en algún momento de la misma. Posicionó el pie de apoyo algo lejos del balón, y su cuerpo se ladeó considerablemente hacia la izquierda. Esto, error y práctica habitual en el Fulham, provocó que en vez de darle con el interior al balón, en el lugar oportuno, golpeara una zona más inferior de la pelota, con parte del empeine. Provocando, de esta manera, que el esférico golpeara en la parte superior del larguero. El despiste a Ramsdale no está mal, pero la carrera previa al golpeo y lo escorado que se encuentra al golpear son causas claras de la consecuencia última de su lanzamiento; el fallo.
Esto, por cierto, no le sucedió contra Escocia. Mitrovic, líder también de la selección serbia, era el encargado de tomar el 5º lanzamiento de su selección en la tanda de penaltis que se disputó en el encuentro que daba acceso a la Eurocopa de este próximo verano. Si fallaba, se quedaban fuera. David Marshall, que lleva en el fútbol desde 2002, le acierta el lado. Pero el error no es este. Si está bien lanzado, no importa. Mitro apoyó en este caso su pie izquierdo extremadamente cerca del balón, y su tiro salió con muy poca potencia.
El siguiente damnificado con la mala fortuna es, posiblemente, uno de los penaltis “a lo Panenka” peor ejecutados de la historia del fútbol. Ademola Lookman, que a pesar de tener todavía 23 años ya ha tenido 5 estancias distintas en 4 clubes de Alemania e Inglaterra, es el protagonista de esta historia. No ayudó a su lanzamiento que fuera el primer penalti que tiraba en toda su carrera, tras 125 partidos disputados como profesional. Apelando a lo que decía Shearer, Lookman no se había visto en una igual en toda su vida. En el minuto 98, habiendo desfasado ya el tiempo añadido, y teniendo la oportunidad de evitar que su equipo perdiera el partido. Toda esta presión sobre su espalda provoca, consecuentemente, que cometa varios errores que acaban provocando el catastrófico fallo que protagonizó.
Fija la pelota en el punto decisivo, con su pie de apoyo donde él quiere. Alza la cabeza hacia Fabianski, y se mueve un metro hacia su izquierda. Da varias zancadas poco convincentes, y cuando va a golpear el balón, todo su cuerpo está echado encima de la pelota. Y si echarse hacia atrás o hacia el lado opuesto es malo, porque puede provocar que eleves demasiado el tiro, así la cosa no mejora. Toda la posible energía que pudiera tener se evaporó, y cuando golpea el balón sale mordido, sin ningún tipo de potencia, muy fácil para que el guardameta del West Ham lo atrape en dos tiempos y certifique la victoria.
Pasó un parón de selecciones. Tuvieron horas y horas de entrenamiento para pulir los detalles que fallaban. Y en el partido de vuelta tras un fin de semana sin jugar, Iván Cavaleiro, del que la suerte no quiso apiadarse, demostró que aún tienen ajustes que hacer. Quizá a su bota, o al césped de Craven Cottage. Pero algo hay que cambiar.
Repitiendo la mecánica seguida por Mitrovic, cuando llegó a realizar el disparo venía muy escorado hacia su izquierda. Tanto, que cuando apoyó el pie izquierdo en el suelo, se resbaló, causando que este molestara a su pie derecho mientras efectuaba el disparo y el balón saliera disparado hacia arriba. Si trazamos una línea entre el punto de partida y el de aterrizaje del balón tendríamos seguramente una parábola perfecta. Escorado, el balón tiene más posibilidad de salir hacia donde no quieres que salga.
La 2020/21, en perspectiva
Con esto, las estadísticas y las expectativas para los Whites no son nada halagüeñas. Ya llevan 3 fallos en 4 intentos, con el peor porcentaje de toda la Premier League y multiplicando por 3 los fallos de Watford, Bournemouth y Norwich City la pasada campaña. Y precisamente haciendo mención a la 19/20 toca establecer alguna comparativa.
Cuando se habían alcanzado las 9 jornadas en 2019, habían anotado 17 lanzamientos con únicamente 3 fallos. Este curso, en general, ya van 35 anotados y 9 fallados. Con la proporción del pasado curso, deberían haber acabado con 13 errores y 72 aciertos -acabando finalmente con 20 y 82, respectivamente-. Si hacemos una simple regla de tres, llegamos a una cifra estimada a final de temporada de 38 fallos y, atención, 148 penaltis anotados. Una cifra desorbitada, que probablemente no se alcance de ninguna de las maneras. Pero deja de manifiesto algo que se viene apuntando varias semanas. En este comienzo de Premier League se han disparado los penaltis pitados. Y hay cuatro equipos “pasados por alto”, y uno claramente “beneficiado”.
El Leicester City, que ya ha superado el total de penaltis intentados y anotados del año pasado, lleva 8 penas máximas en 9 partidos, provocando un penalti a su favor prácticamente cada jornada. En su contra, hay todavía cuatro conjuntos que no han tenido siquiera la ocasión de lanzar un único penalti: Burnley, West Brom, West Ham y Wolves.
En definitiva, en un año en que hay sobre-explotación de penaltis, el Fulham tiene que encontrarse consigo mismo lo antes posible. Pues a este paso, llegará un punto en que los Cottagers se sientan aliviados cuando les anulen a través del VAR un penalti a su favor. Para ellos, el tiro “más fácil del fútbol” es una pesadilla digna de la mente de Stephen King. No es, por tanto, El talismán.