Con solo 18 meses de edad, Bradley fue diagnosticado de neuroblastoma, un tipo de cáncer que se forma en el tejido nervioso. Tras ser operado y tratado con quimioterapia durante dos años, el pequeño de Blackhall Colliery recibió los resultados de que estaba ‘libre de células cancerígenas’. Sin embargo, en junio de 2016. el cáncer reapareció en su vida y la familia comenzó una campaña para recaudar fondos para realizar un tratamiento con anticuerpos en Estados Unidos, tratamiento que no podían recibir en Reino Unido.
La historia se fue extendiendo a través de las redes sociales y tras ser mascota en el partido entre el Sunderland y el Everton, el equipo toffee anunció que donaría 200 000 libras a la causa, una donación que permitió alcanzar la meta de 700 000 que la familia necesitaba para el tratamiento y los costes derivados. En ese partido, Bradley pudo conocer a su ídolo, Jermain Defoe, el cual desde ese momento se volcó en ayudar al pequeño, que participó como mascota en diferentes partidos del Sunderland.
Sin embargo, en diciembre, la familia de Bradley anunció que, tras reunirse con los doctores, les habían dado tres opciones de tratamiento pero que el cáncer era terminal. La familia entonces pidió que, para hacer la última Navidad de Bradley más especial, le enviaran una postal navideña. Alan Shearer y Robbie Fowler fueron algunos de los famosos que compartieron esta petición. Más de 2500 postales, cartas y paquetes llegaron desde diferentes puntos del mundo. También fue invitado a la gala BBC Sports Personality Of The Year, donde se escoge al deportista del año en Reino Unido.
En enero, la BBC concedió de manera honorífica el premio a mejor gol del mes de diciembre al penalti tirado por Bradley durante los prolegómenos del Sunderland-Chelsea y la federación inglesa invitó a Bradley a ser mascota en el partido de la selección inglesa contra Lituania de la fase de clasificación del Mundial de Rusia 2018. Defoe fue convocado para dicho partido y Joe Hart dejó su lugar como capitán para que Jermain Defoe y Bradley Lowery fueran los primeros en pisar el césped de Wembley. Defoe acudía con regularidad a visitar a Bradley en el hospital y su amistad se fue afianzando con el paso de los meses.
En abril, la familia dio a conocer que el último tratamiento había fallado y que su única opción era un tratamiento experimental pero en mayo los escáneres indicaron que el tumor se extendía con rapidez. En su carta de despedida del Sunderland tras su fichaje por el Bournemouth, Defoe describió el momento en el que salió con Bradley en el partido contra el Everton como uno de los momentos más destacados en su etapa con los black cats. Defoe siguió visitando a Bradley pese a su traslado a Bournemouth y participó junto a Vito Mannone en la fiesta por el sexto cumpleaños de Bradley.
El siete de julio, la familia de Bradley dio a conocer el fallecimiento del pequeño. Entidades como la FIFA o la FA, equipos como Newcastle o Sunderland y diversos exjugadores como Alan Shearer o Gary Lineker recordaron la fuerza de Bradley en su dura batalla contra el cáncer y Jermain Defoe publicó una emotiva carta en su cuenta de Twitter despidiéndose de Bradley, destacando que su valentía y coraje le acompañará durante el resto de su vida. Además, el delantero inglés habló del cambio como persona que experimentó tras conocerle y agradeció los momentos vividos juntos . El pasado diciembre, sus padres recogieron en su honor el premio Helen Rollason durante la gala de la BBC Sports Personality Of The Year y han creado la fundación ‘Bradley Lowery’ que actualmente ayuda a niños en situaciones similares a las que pasó el pequeño.
No existieron los colores ni los equipos, el mundo del fútbol demostró su unión ayudando a Bradley Lowery y a su familia, en un caso que generó una gran expectación mediática, incluso fuera de Inglaterra. Y, sobre todo, demostró el poder del fútbol para movilizar a los aficionados por una buena causa. Un poder al que clubes y jugadores renuncian voluntaria o involutariamente, por acción u omisión. El caso de Juan Mata, que a través de su proyecto Common Goal está tratando de hacer que el fútbol participe en la sociedad y sea una fuerza de cambio, sigue siendo una excepción a día de hoy. Este proyecto, que trata de convencer a futbolistas profesionales para que donen el 1% de su sueldo a causas humanitarias, se centra en destinar parte del dinero que mueve el fútbol a otros proyectos más nobles. Pero existe incluso una opción más sencilla y quizás más efectiva: que clubes y jugadores utilicen el poder y alcance que tienen en la sociedad para impulsar causas beneficiosas para el conjunto de las personas, como la campaña Rainbow Laces de Stonewall, destinada a luchar contra la homofobia. El fútbol debería implicarse más en la sociedad. Al fin y al cabo, es su entrentenimiento rey.