El fútbol inglés es distinto. Podríamos hablar de tácticas, de modos de juego, de peculiaridades técnicas, pero no voy por ahí. Si digo que el fútbol inglés es especial con respecto al resto, es por el tamaño de su dimensión social, de su huella en la sociedad inglesa. El fútbol impregna la práctica totalidad de los espacios del país y configura una característica más de la identidad social de la gente.
Los estadios de fútbol son un auténtico crisol cultural, un elemento transversal que une a distintas clases sociales, difuminando las diferencias, al menos en el terreno de juego. Una misma camiseta, bufanda, unos colores y un escudo son signos con una carga simbólica muy potente, y que pueden determinar en gran medida la personalidad de una persona o de un grupo. No solo son reconocibles para los que no pertenecen al grupo, sino que suponen un signo de pertenencia, el grupo, lo colectivo, el ellos y nosotros. El pertenecer o no a un club es una elección, y la dimensión social que se establece va más allá de los límites formales del fútbol. En un estadio inglés, sea el Etihad, sea el Fratton Park, sea cualquier terreno más o menos nivelado con unas líneas de tiza pintadas encima, encontraremos gente unida sin importar la clase social, el lugar de procedencia, las ideas políticas y cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir.
El hecho que hace que todo esto sea aún más especial es que esta relación, esta influencia, es bidireccional. El futbol influye tanto a la sociedad, a su público, como éstos afectan al club. Para hablar de esta huella, de este impacto recíproco entre el fútbol inglés a todos sus niveles y la sociedad, podemos observar datos sobre el seguimiento de la liga. Y es que, en una época donde el fútbol como institución cada vez se aleja más y más de su base social, es muy interesante ver cómo la máxima representación de la competitividad en el fútbol de las islas, la Premier League, supuso que la última temporada volviera a ser la competición deportiva más seguida en el mundo. También que tuviera una entrada media a sus estadios de 38.484 espectadores, siendo la segunda liga europea en número de asistencia al campo, sólo superada por poco por la Bundesliga alemana. Y si miramos la entrada media de estas últimas temporadas, vemos una clara tendencia al alza. Respecto a la segunda división nacional, la Championship es el campeonato de segunda división con mejor entrada a nivel mundial , con unos números similares a la 2. Bundesliga (20.153 espectadores de media por 19.125 en Alemania, según datos de Transfermarkt).
Viendo estos datos, podríamos afirmar que el hecho de que la Premier League sea la liga con mejor publicidad, más estrellas por equipo, más competitiva (4 campeones distintos en 10 años), es lo que explica que tenga una media de aficionados en los estadios tan alta. Pero no encontramos los mismos datos para ligas como por ejemplo la española, contando con grandes atractivos como FC Barcelona y Real Madrid entre sus equipos. El hecho de que Premier League y Bundesliga se diferencien tanto del resto implica algo más. La Premier no sólo cuenta con reclamos suficientes para atraer al público; cuenta con medidas que acercan el fútbol a éste. Y es que, de acuerdo con datos proporcionados por la misma Premier, el precio medio de una entrada esta última temporada es de 31 libras, unos 36 euros aproximadamente. Ante este dato, cabe decir que el precio de las entradas en Inglaterra no suele variar de un partido a otro, y que lleva unos años manteniendo una tendencia a la baja. El estudio de la liga también nos muestra que el 26% de los fans pagaron 20 libras o menos por partido durante la pasada temporada. No por nada la liga lleva 4 temporadas consecutivas llenando sus estadios al 96% de su capacidad. Y es que esto proviene de un esfuerzo del público por seguir a su equipo junto a un interés de los equipos y de la institución de la liga por acercar el fútbol al mayor número de personas posible, con unos precios más bien fijos para toda la temporada que a su vez han ido bajando cada año más hasta el nivel actual. Es una relación recíproca que beneficia a ambas partes.

Pero la cercanía de los equipos para con su afición no se queda en el ámbito económico. Ligas como la alemana presentan números de entrada a los estadios incluso superiores a los campos británicos. Ahí es donde entra ese componente especial del fútbol inglés, con sus particularidades que lo acercan más que ningún otro a sus fans. Un buen ejemplo de este acercamiento fuera de lo normal es el llamado Boxing Day. La festividad es originaria de Reino Unido, se celebra el 26 de Diciembre, el día después de navidad, y no tenía nada que ver con el fútbol en su origen. No obstante, ya es tradición que durante ese día se celebren partidos de liga, con tal de que las familias puedan acudir al estadio durante las festividades a ver a su equipo. El fútbol está totalmente asimilado dentro de las tradiciones de la sociedad inglesa. Y es increíble. Podemos encontrar otros ejemplos de cómo la cultura de la sociedad británica se mezcla con el fútbol, como las canciones que acaban siendo cánticos populares de las aficiones (el One Step Beyond de Madness y la afición del Chelsea).
Inglaterra es un país con una historia social convulsa, que antes de la presidencia de Margaret Thatcher contaba con un movimiento obrero significativamente importante. Las políticas de corte neoliberal de La Dama de Hierro acabaron con el núcleo de la solidaridad de clase británica, una de los movimientos obreros más fuertes que se podía encontrar en Europa por entonces. Los símbolos que mantenían unidos a los obreros ingleses desaparecieron. Pero no todos. El fútbol siguió allí y permitió a una gran parte de los trabajadores ingleses encontrar su sitio y mantener sus vínculos dentro de un estadio. El fútbol en Inglaterra se acerca a todo el mundo, y acerca a su vez a personas de todo tipo bajo el mismo escudo cada semana.