Ilie Oleart

La lenta agonía de la Copa de la Liga

El sorteo de la primera ronda de la Copa de la Liga, rebautizada a partir de esta temporada como Carabao Cup por motivos de patrocinio, acabó convirtiéndose en una farsa que solo hace que hundir un poco más una competición agonizante.

Si el departamento de marketing de la Football League esperaba dar un aire de modernidad a la Copa de la Liga transmitiendo el sorteo de la primera ronda a través de las redes sociales, el tiro le salió por la culata. Si lo que esperaba era ganar puntos con su nuevo patrocinador tailandés realizando el sorteo desde Bangkok, el tiro acabó perforándole el pie.

Carabao, la bebida energética tailandesa que toma su nombre prestado de una especie de búfalo, llegó a un acuerdo en noviembre pasado con la Football League para patrocinar la Copa de la Liga durante las próximas tres temporadas. Así que hasta 2020, el torneo será conocido como la Carabao Cup, un nombre más propio de un torneo veraniego infantil o de una copa imaginaria en el PES 2010.

La Copa de la Liga es una competición relativamente nueva (1960), en especial cuando la comparamos con la otra competición copera local, la FA Cup (1871), aunque la creación de la primera estuvo ligada a la existencia de la segunda. La idea original fue de Stanley Rous, exsecretario de la FA y expresidente de la FIFA, que veía la competición como una consolación para clubes eliminados de la FA Cup. Sin embargo, fue el tristemente célebre Alan Hardaker (el tipo que, indirectamente, desencadenó la tragedia aérea de Múnich de 1958), secretario de la Football League, quien acabó creando la competición como una forma de compensar a los clubes por la pérdida de ingresos ocasionada por la reducción del número de equipos en cada división. Además, era una época en que la Football League y la federación andaban a la greña y la primera vio la competición como una forma de ganar terreno en su lucha de poder. Ya en aquel entonces, algunas voces se alzaron para afirmar que la creación de una nueva competición, solo cinco años después de la creación de la Copa de Europa, era un error. Como The Times afirmó en 1960: “Mientras hombres como Don Santiago Bernabéu, con su visión de futuro, piensa en términos de una liga europea en el futuro… la Football League propone la próxima temporada la creación de su absurda Copa de la Liga entre semana”.

Si la competición arrancó bajo los peores augurios, el tiempo ha hecho poco por aumentar su escaso prestigio. La Copa de la Liga es hoy una competición menor donde los grandes equipos de la liga (y, en muchas ocasiones, también los equipos de divisiones inferiores) alinean invariablemente una combinación de suplentes y juveniles, cuyas semifinales se juegan a doble partido en enero, cuando el calendario está más copado y que reporta escasos ingresos a los clubes participantes. La Copa de la Liga es como ese familiar nonagenario acuciado por las enfermedades que agoniza en la cama de un hospital: aunque nadie se atreva a decirlo, todos estaríamos mejor sin él. Incluido el susodicho.

El sorteo de esta semana ha sido solo el último despropósito de una competición que, desde los años 80, ha asumido el nombre de Milk Cup, Littlewoods Challenge Cup, Rumbelows Cup, Coca-Cola Cup, Worthington Cup, Carling Cup, Capital One Cup, EFL Cup y Carabao Cup. Para empezar, los escasos espectadores que quisieron seguir el sorteo, se encontraron con que podían ver a Emmanuel Petit, exjugador del Arsenal, Sathien Setthasit, director general de Carabao, y Shaun Harvey, director general de la Football League, pero no oírles. El sonido jamás llegó durante la transmisión. Pero eso solo fue el preludio del desastre que se avecinaba.

Setthasit y Petit comenzaron a sacar bolas y el cuadro comenzó a completarse. Con la sorpresa de que el Charlton apareció por partida doble, fuera contra el Exeter City y en casa contra el Cheltenham Town. Además, el gráfico mostró el enfrentamiento entre AFC Wimbledon y Swindon Town, algo imposible porque ninguno de ellos era cabeza de serie. El Forest Green Rovers tuvo que aclarar en Twitter que recibía al MK Dons en lugar de visitar a los Wolves, como mostraba el gráfico.


Hasta 2020, el torneo será conocido como la Carabao Cup, un nombre más propio de un torneo veraniego infantil o de una copa imaginaria en el PES 2010


Si la Football League desea reactivar la competición, debe ser valiente y apostar por una serie de cambios drásticos. Para empezar, el nombre. Una competición no puede rebautizarse cada año, debe existir una continuidad de nombre e imagen gráfica. La Premier League ha optado esta temporada por renunciar al patrocinio en su nombre para limpiar su imagen gráfica. Así, en lugar de Barclays Premier League, sus directivos han apostado por English Premier League. La Copa de la Liga debería ser… la Copa de la Liga. Ni siquiera la EFL Cup, como la Football League se ha querido modernizar copiando (mal) a la Premier League.

En segundo lugar, está el tema del posicionamiento. La FA Cup es la competición más democrática del mundo, donde se entrecruzan más de 900 equipos en busca de un puesto en la prestigiosa final de Wembley, reservada tradicionalmente a los grandes: desde 1988, Portsmouth y Wigan han sido los únicos ganadores que no pertenecían a los siete primeros clasificados de la última Premier League (Chelsea, Tottenham, Manchester City, Liverpool, Arsenal, Manchester United, Everton). Así que la Copa de la Liga debería venderse como un camino relativamente sencillo (para llegar a la final hay que superar seis rondas) para que los clubes modestos se alcen con un título y se den una vuelta por Europa. Si los grandes apuestan por la FA Cup, la Copa de la Liga debería despertar el interés de clubes como West Ham, Southampton, Stoke y demás. Si no lo hace, es por su inoportuno calendario.

Mientras la FA Cup se disputa los fines de semana, lo que le garantiza mayor cobertura mediática, suculentos ingresos y superior asistencia de público, la Copa de la Liga fue relegada desde sus inicios a disputarse entre semana, rodeada de jornadas de Premier League. Aunque ese detalle no podrá cambiarse, al menos podría modificarse el formato de competición para ayudar a los clubes más modestos. Las eliminatorias deberían disputarse en casa del equipo de división inferior o, en caso de que pertenezcan a la misma, del que haya quedado peor clasificado la temporada anterior. Eso daría una leve ventaja a los clubes humildes ante los grandes, que suelen tener plantillas más completas para competir en varias competiciones.

Y en cuarto lugar, está el tema de las semifinales, que se disputan en enero a doble partido. Un anacronismo que hace poco por el bien de la competición. La Copa de la Liga debería imitar el modelo de la FA Cup y disputar las semifinales a partido único en Wembley. Si no se hace ya es porque eso requiere que se disputen en fin de semana para permitir a los aficionados viajar hasta Londres. Pero valdría la pena modificar levemente el calendario para permitir que las semifinales se disputaran a partido único en Wembley.

Nombre, orientación a clubes modestos, formato de competición y semifinales. Esos son los cuatro ámbitos en los que la Football League debe incidir si desea salvar la Copa de la Liga, la Carabao Cup o como demonios se llame esta semana.

Sobre el autor

Ilie Oleart