Que un rival celebre un título en tu cara duele. Que suceda entre miembros del top-six inglés es una herida en el orgullo. Y que sea el trofeo de la Premier League el implicado deja cicatriz. El Manchester City puede levantar este sábado la quinta liga de su historia en el escenario soñado, ante su gente y contra su eterno rival, el Manchester United. Este contexto, aunque atípico, ya se ha dado en el pasado: uno de los seis grandes proclamándose campeón nacional ante otro. Y es el Arsenal quien más veces ha saboreado esa sensación.
Los Gunners tienen una amplia experiencia a la hora de celebrar ligas en la cara de enemigos del grupo de los seis gigantes. Pero si hay que quedarse con una, tiene que ser la de 1989. En una temporada manchada por la tragedia de Hillsborough, Liverpool y Arsenal se citaron en la última jornada en Anfield con el trofeo en juego. Los Reds lo tenían todo de cara: les valía incluso perder por un gol y sólo seis días antes habían ganado la FA Cup. Únicamente la diferencia de goles podía arrebatarles la gloria. El equipo londinense llegó a los minutos finales todavía vivo con 0-1 en el marcador, y fue en el instante final cuando firmó la victoria más dramática del fútbol inglés. Era la última bala de la temporada y Michael Thomas se topó con el momento perfecto. Tardó media vida en resolver el mano a mano con Bruce Grobbelaar, pero anotó un 0-2 para la historia.
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Lo de Liverpool fue inolvidable, pero hay dos años que están en la cima del morbo: 1971 y 2004. Además de proclamarse campeones, lo hicieron en White Hart Lane ante el más íntimo de sus enemigos, el Tottenham Hotspur. En 1971, los Spurs recibieron a sus vecinos como jueces de la liga. Era la última jornada y si vencían, los Gunners perderían el título en favor del Leeds United. El Arsenal necesitaba un empate sin goles o una victoria para evitar el sabotaje. Aunque fue un duelo tenso y con la sombra del posible tanto del Tottenham siempre presente, los visitantes cerraron el torneo con un gol de cabeza de Ray Kennedy. Victoria, título y celebración en el lugar que cualquier aficionado de Highbury habría soñado.
Si en 1971 la posibilidad de perderlo todo mantuvo en vilo al Arsenal, lo de 2004 fue todo lo contrario: un paseo triunfal. Un punto bastaba a Los Invencibles de Arsène Wenger para hacerse con la Premier League y lo consiguieron con un 2-2, a pesar de haber ido ganando 0-2 al descanso. La sensación tras el pitido final fue agridulce en White Hart Lane. Por un lado, su rival celebraba una liga que había logrado con una superioridad sin precedentes. Por otro, el empate había salvado una porción de honor y los alejaba siete puntos del descenso con nueve por disputarse.
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Precisamente contra el Manchester United tiene el Arsenal otro precedente dos años más atrás, en la campaña 2001-2002, cuando ganaron la liga en Old Trafford gracias a un 0-1 con gol de Sylvain Wiltord. Supuso la venganza perfecta por la Premier que les habían arrebatado los Red Devils la temporada anterior. En el curso siguiente el trofeo volvió a manos mancunianas, y tras aquello aparecieron Los Invencibles. Fueron años de constante pelea entre Arsenal y Manchester United que parieron la rivalidad moderna entre los dos equipos, pero sólo los Gunners podían decir que celebraron una liga ante los ojos de los otros… hasta que, en 2009, un empate sin goles entre ambos en el feudo de los Red Devils decidió la liga a favor de los hombres de Sir Alex Ferguson.
Aquella liga del curso 2008-2009 fue la última que levantó un miembro del club del top-six frente a otro, pero entre los episodios entre Arsenal y United también tuvo tiempo el Chelsea de hacer lo propio en una ocasión. Fue en 2006, para ganar el segundo trofeo liguero consecutivo de los Blues de José Mourinho. La víctima fue el Manchester United, que entonces fue arrollado por 3-0 en Stamford Bridge en lo que era su última oportunidad matemática de aspirar a un título destinado a acabar en manos azules.
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Con estos antecedentes, el Manchester City tiene la ocasión de sumarse a la lista en una encerrona gloriosa para el aficionado celeste con el Etihad Stadium de fondo. Los «vecinos ruidosos», como los bautizó Ferguson, ya son algo más que un ocupante molesto del mapa futbolístico mancuniano. Y si quieren seguir grabando momentos trágicos en la retina de sus rivales rojos, el sábado es su día.