Ilie Oleart

La liga se asusta

Javier Tebas, presidente de la liga española, ha denunciado públicamente el origen del dinero de Manchester City y Paris Saint-Germain. Quizás debería preocuparse más por el dinero de los clubes que participan en la liga que él preside.

Durante Soccerex, la convenció global sobre fútbol que se celebra anualmente en Mánchester, Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) de España, acusó a Paris Saint-Germain y Manchester City de “dopaje financiero”. Un término acuñado por Arsène Wenger para describir la competencia desleal ejercida por el Chelsea cuando Roman Abramovich llegó al club londinense en 2003 y comenzó a inyectar su propio dinero en el club.

Precisamente casos como el de Abramovich en el Chelsea, junto con el objetivo de evitar que más clubes cayeran en la bancarrota y la desaparición, fueron los que impulsaron a la UEFA a crear las normas de juego limpio financiero en 2010. Para lograr ese doble objetivo de evitar que los dueños cubran las pérdidas operativas de su club e impedir que los clubes se endeuden más allá de sus posibilidades, la UEFA decidió limitar la cantidad de dinero que cada club podía perder cada temporada.

El propósito de estas normas es controlar la cantidad de dinero que pierden los clubes cada temporada. La UEFA fue inicialmente ambiciosa y propuso que esa cantidad ascendiera a solo cinco millones de euros por temporada. Pero la ECA, la asociación de clubes europeos, presionó a la entidad para que rebajara ese límite hasta hacerlo prácticamente estéril. Fue así como el antiguo G-14 logró que UEFA aceptara pérdidas de 45 millones de euros por temporada en 2013-14 y 2014-15, y de 30 por temporada en 2015-16, 2016-17 y 2017-18. Un umbral suficientemente alto como para que los clubes poderosos pudieran seguir gastando a su antojo.

Además, la presión de la ECA contribuyó a suavizar todavía más las normas. Muchas partidas del presupuesto, como la inversión en infraestructuras, fútbol femenino o fútbol base, están exentas, lo cual facilita que los clubes recurran al maquillaje financiero para ajustar las cuentas. Además, en los últimos años se ha creado la figura de la cesión con opción obligada de compra (Kylian Mbappé al PSG o Álvaro Negredo al Valencia), que no es otra cosa que una compra aplazada para que los ingresos consten la temporada siguiente y los clubes cuadren sus pérdidas cada temporada. Y, finalmente, está el recurso que creó Abramovich inicialmente en el Chelsea a principios de siglo: los patrocinios a valor superior a mercado. Si el dueño del club controla la línea aérea o la empresa de gas de su país, basta con acordar un acuerdo de patrocinio por el doble del valor real. Luego, el dueño puede devolver el exceso por otros canales pero el club ya ha cuadrado sus números. Las normas de juego limpio financiero, una buena idea mal aplicada, en buena medida a causa de la presión de los grandes clubes, no funcionan. Lo cual es una lástima pero difícilmente una sorpresa.

 

 

Entonces, ¿por qué Tebas denuncia ahora el dopaje financiero cuando es un fenómeno que conocemos desde hace diez años? Porque la llegada de capital extranjero a algunos de los grandes clubes europeos representa una amenaza real e inmediata para la empobrecida liga española. La liga china ya es un poder real, el capital de Oriente Medio controla Manchester City y Paris Saint-Germain, y clubes históricos como Milan e Inter están controlados por capital asiático dispuesto a inyectar dinero en el club para recuperar la gloria perdida.

La pérdida de Neymar no es más que el último clavo en el ataúd de la liga española. Quizás es incluso más preocupante la fuga de talentos locales como Roque Mesa o Vicente Iborra hacia equipos de la zona media de la Premier League. Una tendencia a la que llevamos años asistiendo. Pero Tebas solo ha atinado a despertar cuando el Barcelona ha perdido al jugador que estaba destinado a heredar el trono de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. El primero tiene ya 32 años mientras que el argentino ya ha alcanzado la treintena. La liga española ha basado su popularidad mundial en el antagonismo entre Barcelona y Madrid, Messi y Ronaldo. Si el Barça pierde potencial y no puede competir con el eterno rival, la liga queda coja. Y sin Neymar, el día que Messi y Cristiano se retiren o su físico les devuelva a la esfera del resto de los terrestres, la liga tendrá un problema. Y grave.

Entre los cincuenta fichajes más elevados del verano, ni uno solo ha sido una salida de la Premier League. En cambio, la liga inglesa ha seguido atrayendo el talento extranjero: Alexandre Lacazette, Bernardo Silva, Benjamin Mendy, Álvaro Morata, Mohamed Salah, Tiémoué Bakayoko, Adrien Silva, Victor Lindelöf… En cambio, la liga ha perdido a Morata, James o el propio Neymar y solo ha ganado a Ousmane Dembelé.

Hace años que se habla de la burbuja del mercado de fichajes y se apunta directamente a la Premier League. Lo cierto es que los clubes ingleses son, hoy en día, los más saneados del continente. La estimación de Deloitte es que los veinte clubes de la Premier tendrán beneficios esta temporada. Los estadios presentan una ocupación superior al 95%. Los patrocinadores hacen cola por asociar su marca con los clubes ingleses, hasta el punto de que la liga ha permitido que luzcan publicidad en la manga a partir de esta temporada para seguir aumentando sus ingresos.

Tebas envió una carta a la UEFA pidiendo que abriera una investigación sobre las actividades en el mercado de fichajes de Manchester City y Paris Saint-Germain. En lugar de preocuparse de las cuentas de resultados de clubes extranjeros, debería preocuparse las de los equipos de la liga que él preside. Tal vez así lograría evitar la fuga de talentos que afecta desde hace años al fútbol español. Al fútbol español que no es Real Madrid y Barcelona, claro. Quizás por eso no le interesa tanto.

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Ilie Oleart