Víctor Chillón

La noche (casi) perfecta del Manchester City

En Mánchester se enfrentaban los líderes de la Premier League y la Serie A. Manchester City y Nápoles, los dos equipos más vistosos y ofensivos de Europa, ofrecieron un espectáculo digno de la expectación generada.

Los conjuntos de Pep Guardiola y Maurizio Sarri se enfrentaban la noche del martes buscando un golpe de efecto de cara a afrontar con más tranquilidad el resto de encuentros de su grupo. Dos de las escuadras más goleadoras del continente (29 goles mancunianos frente a los 26 napolitanos) y respectivos líderes de sus ligas se enfrentaban en el encuentro más apetecible a priori de la jornada europea.

Bebedores directos del cruyffismo y del juego posicional, ambos técnicos se deshacían en elogios hacia su homónimo en las ruedas de prensa previas al choque, llegando el técnico transalpino a decir que su rival era el mejor equipo de Europa en estos momentos. El entrenador catalán, por su parte, no disimulaba su admiración por Sarri y el equipo napolitano afirmando que era uno de los grandes equipos del momento.

Ambos conjuntos comparten esquema táctico, filosofía e incluso figura clave. Marek Hamsik y Kevin De Bruyne han evolucionado bajo las órdenes de sus respectivos entrenadores. Ambos han cambiado su posición sobre el terreno de juego e incluso su desempeño en las funciones propias durante el transcurso de los partidos, aunque el belga tiene quizás más recorrido y amplitud en sus movimientos en el césped. Sobre estos dos formidables jugadores ambas escuadras capitalizan sus esperanzas de alcanzar la gloria en la competición doméstica y en la continental, como demuestran sus estadísticas sobre el verde, partiendo eso sí el jugador belga con una ventaja en cuanto a asistencias de gol (cinco frente a sólo una del eslovaco).

Con esta premisa, los dos equipos saltaban al césped del Etihad Stadium dispuestos a ofrecer un espectáculo ofensivo al alcance de muy pocos conjuntos del mundo. El Manchester City se adelantó en el marcador en el minuto nueve de la primera parte con un gol de Raheem Sterling tras aprovechar un rebote provocado por un disparo raso de Kyle Walker.

David Silva y Kevin de Bruyne fueron una auténtica tortura para los napolitanos. Su movilidad y la capacidad para generar peligro entre líneas desmontaron por completo el esquema impuesto por Sarri. Sterling se cerraba para cubrir los espacios que De Bruyne y Walker generaban con sus aperturas en banda y a raíz de una acción de este tipo, el genial futbolista belga cruzó el balón para que Gabriel Jesus sólo tuviera que empujar el balón al fondo de la portería defendida por Pepe Reina.

Los minutos posteriores fueron un monólogo del Pep Team que pudo ver ampliada su ventaja, pero el balón prefirió visitar el poste tras un latigazo de De Bruyne y luego en otro lance en el que el destino quiso que el esférico fuera rechazado por un rival sobre la misma línea de gol. El Nápoles intentaba achicar agua para que el barco no se le hundiera antes del descanso viendo el oleaje de acciones provocado por el incontenible Manchester City.

Tras unos primeros 35 minutos de absoluto dominio local, Kyle Walker cometió un infantil penalti sobre Raúl Albiol que otorgó la oportunidad a los italianos de meterse nuevamente en el partido. Pero el guardameta Ederson quiso cobrar protagonismo deteniendo la pena máxima lanzada por Dries Mertens. El City of Manchester Stadium (recordemos que por normativa europea el Etihad Stadium no puede utilizar su nombre por motivos comerciales en competiciones UEFA) rugió y alentó a sus jugadores a realizar una exhibición tal vez histórica en tierras inglesas.

En la segunda mitad del encuentro, los pupilos de Guardiola se conformaron con lo demostrado hasta entonces y bajaron el ritmo de juego, quizás víctima del cansancio acumulado tras la exhibición ante el Stoke City (7-2) del sábado. Silva y De Bruyne no abandonaban sus posiciones de interiores con tanta facilidad, y Sterling y Leroy Sané no se ofrecían con insistencia. El bajón de juego colectivo lo fueron aprovechando poco a poco los italianos para acercarse con relativo peligro a la meta defendida por Ederson. Sin perder con claridad el control del partido, los Sky Blues vieron cómo el Nápoles se acercaba en el marcador tras aprovechar (esta vez sí) un penalti clarísimo cometido por Fernandinho que Amadou Diawara se atrevió a ejecutar con brillantez.

Los últimos minutos del encuentro sirvieron para cerrar una victoria que postula al Manchester City como serio candidato a alzarse con el preciado trofeo continental y reafirma el resurgimiento de los conjuntos ingleses en competiciones europeas tras los paupérrimos resultados cosechados las últimas campañas. Italia y San Paolo dictarán sentencia en el devenir de este grupo F.

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