Roy Hodgson revisa la lista de 23 convocados una y otra vez. Sabe qué jugadores deben saltar al campo pero no se le ocurre cómo encajarlos a todos. Prescindir de Jamie Vardy y Harry Kane (49 goles en Premier League entre ambos) podría desembocar en una guerra civil. Tampoco puede hacerlo con Dele Alli, mejor jugador joven del año y el jugador inglés más prometedor desde la irrupción de Rooney hace más de una década. Eric Dier no puede ser el sacrificado porque es el que protege a unos centrales poco consistentes. Y por supuesto está el capitán Rooney. Él, por encima de todos, piensa Hodgson, debe estar en el once.
Así que el técnico inglés da con el 4-4-2 en rombo, que le permite colocar a Kane y Vardy en punta, Rooney de media punta, y Dier, Alli y uno entre Miler, Wilshere o Henderson como interiores. Sobre el papel, parece prometedor, aunque la temporada de Rooney en el Manchester United ha sido mediocre y su presencia en Francia parece obedecer más a sus glorias pasadas que a las presentes.
Rooney ya ha alcanzado la treintena. Tantos partidos han pasado factura. Su explosividad y su resistencia no son las mismas. Los continuos cambios de posición a los que le ha sometido Louis van Gaal tampoco han ayudado. Por primera vez en más de diez años, Rooney no ha llegado a diez goles en liga.

Hodgson no está cómodo con ese 4-4-2 en rombo. Cree que los laterales quedan demasiado expuestos. Así que encarga a Kane y Vardy que tapen a los laterales rivales. Lo cual genera más problemas de los que soluciona. Para empezar, están demasiado lejos de la portería rival cuando el equipo recupera el balón. Para continuar, les somete a un desgaste físico excesivo que resta frescura cuando deben atacar.
Como se puede observar en las posiciones media y en los mapas de calor ante Portugal, Vardy (11) y Kane (9) pasaron más tiempo pegados en banda que en posiciones centrales, que es donde hacen daño. Su participación en el juego fue mínima y su amenaza contra la portería rival, inexistente.



El otro damnificado fue Dele Alli. En esa posición de interior vive demasiado lejos de la portería rival, está desconectado de los delanteros y no puede explotar sus mejores virtudes. La presencia de Rooney con calzador perjudica a los tres jugadores que están más en forma en la selección inglesa, Kane, Vardy y Alli.
Las soluciones son múltiples. La primera sería intercambiar las posiciones de Alli y Rooney. El primero ocuparía su posición natural, el segundo asumiría un rol al que ya está habituado y Hodgson mantendría sobre el terreno de juego a su capitán.
La otra sería sentar a Rooney, colocar a Alli en su lugar y dar entrada a Henderson o Wilshere como interiores. Aunque conociendo a Hodgson, esa solución se antoja poco menos que inverosímil.
Finalmente existe la opción de cambiar de sistema. Pero considerando que Kane y Vardy deben jugar, ninguna alternativa es satisfactoria. El 4-2-3-1 condenaría a Vardy una vez más a la banda izquierda. Y un 4-4-2 en línea supondría jugar con un medio centro formado por Rooney y Dier, con Alli en la banda izquierda.
De la decisión de Hodgson a este entuerto táctico dependerá el futuro de la selección inglesa. Si no logra explotar la forma de Kane, Vardy y Alli, no solo habrá condenado a su equipo a la eliminación. Habrá perdido una oportunidad histórica de hacer algo grande.