Comparecían España e Inglaterra sobre el césped del Benito Villamarín para disputar su segundo enfrentamiento en un mes dentro de esta Nations League, competición que la UEFA ha puesto en marcha entre las naciones más potentes con el objetivo de inyectar más aliciente a esos partidos de selecciones que a veces resultan tediosos por una mera cuestión de mala ubicación en el calendario. Acierto del organismo europeo o no, este choque de colosos dejó muchos goles, espectáculo, pero sobre todo detalles tácticos que no conviene dejar en el tintero. El primero de ellos pone en alza a la figura de Gareth Southgate. El técnico inglés dibujó en su cabeza un plan para desnudar y minimizar las virtudes de una Selección Española que venía en auge, agitada por la llegada al banquillo de Luis Enrique y desatada tras el 6-0 a Croacia –toda una finalista del mundo- que tantos elogios mundiales despertó.
Inglaterra presentó en Sevilla credenciales para poder considerarla candidata a todo en los próximos años. Southgate apostó por la juventud y una vez más sus chicos le demostraron que no se equivocó. Armó un equipo compacto con cuatro atrás; Kieran Trippier, Joe Gomez, Harry Maguire y Ben Chilwell, tres en el medio; Eric Dier, Ross Barkley y Harry Winks, dos balas con libertad de movimientos; Marcus Rashford y Raheem Sterling y Harry Kane arriba para batallar en el cuerpo a cuerpo y medirse en velocidad a Sergio Ramos y Nacho. Los británicos tenían el plan meridianamente claro: presión alta para obligar el error del rival, poca circulación de balón y mucha velocidad en el contragolpe. En este punto, Rashford y Sterling fueron dos puñales indetectables para la zaga española. También fue clave la agresividad y el trabajo a destajo de Dier en la medular, la claridad de ideas de Barkley o la madurez de Winks, que juega como si llevase toda la vida en la Selección.
De la conexión entre los delanteros de los dos equipos de Manchester llegó el primer gol. Pase medido del primero a la espalda de la defensa y el ‘ratoncito’ que fusiló a David De Gea con un disparo medido a la escuadra. Un buen tanto que demuestra la velocidad de piernas (y mental) de ambos jugadores. Quizás José Mourinho estaría pensando que por qué no deslumbra así en Old Trafford, pero esa es otra historia. En el 0-2 erigió la figura de un magistral Harry Kane, que una vez más dejó claro que no tiene problemas en jugar como nueve de referencia –a veces solitario- y hacer fácil lo difícil. Sergio Ramos habrá tenido pesadillas esta noche con él. Kane amortiguó un balón complicado entre una maraña de defensas, se giró y asistió para la carrera al centro de Rashford, que definió ante el arquero español con una templanza soberbia. El de Walthamstow también se vistió de mago asistente para servir el tercero a Sterling en otra jugada de tiralíneas. 0-3 en 38 minutos. El huracán inglés arrasaba Sevilla y encolerizaba a un público que esperaba una exhibición de juego de España que nunca llegó.
Durante los primeros 45 minutos, Inglaterra dominó a su manera e infligió un duro correctivo a su rival, que mostró una fragilidad defensiva preocupante. En parte, por la buena lectura de partido que hicieron los de Southgate. La espectacular puesta en escena de la primera parte se diluyó como un azucarillo con el paso por vestuarios. España salió encorajinada, llegando con raza y orgullo a dónde no lo hacían las piernas. También el estadio apretó y llevó en volandas a los de ‘Lucho’, que encontraron el premio a los pocos minutos de la reanudación con el tanto de un Paco Alcácer que sigue de dulce y prolongando su idilio con el gol.
Durante los primeros veinte minutos del segundo acto, los ingleses fueron víctimas del arreón de España. Por momentos se vio a una Inglaterra agazapada, sin la frescura del comienzo y algo nerviosa. La entrada de Dani Ceballos –extramotivado por jugar en el que fue su campo- y su rapidez a la hora de interpretar el juego entre líneas, consiguió algo que parecía una quimera: poner nerviosos a los futbolistas británicos, que si por algo se distinguen es por tener fortaleza mental y un carácter de hielo. Tras los 90 minutos, el marcador registró un 2-3 que no empaña la excelsa primera mitad de fútbol que los de Southgate regalaron y que les sirvió para romper la racha de 27 encuentros sin perder de los españoles. Dicen que no hace daño quien quiere sino quien puede, e Inglaterra supo vencer cuando le tocó ser protagonista y saber sufrir con oficio cuando se le requirió. El presente de este equipo es bueno, pero el futuro pinta todavía mejor, así que… God Save the Queen.