Sean Dyche se hizo cargo del Burnley F.C. en 2012. Desde entonces, ascendió con ellos, descendió, volvió a ascender, les mantuvo en Premier y esta temporada ha colocado a la pequeña ciudad de Lancashire en el mapa futbolístico europeo con su gran campaña. El conjunto con el cuarto menor presupuesto de la liga va a acabar séptimo en un fantástico año, algo de un enorme mérito teniendo en cuenta que, por ejemplo, siete equipos les doblan en la partida presupuestaria. ¿La receta del éxito?
Dyche organiza su equipo en un clásico 1-4-4-2 con dos delanteros centros, dos jugadores de banda a pie natural y dos medios centros; dos centrales que dominan el juego aéreo y dos laterales que primero son defensas antes que atacantes. Bajo palos, un portero seguro con buen golpeo en largo. Las líneas se mantienen muy juntas salvo que los puntas vayan arriba con opciones de que los rivales golpeen en largo, en cuyo caso las dos líneas de cuatro quedan descolgadas de ellos dos sin seguirles en el pressing, para poder disputar con garantías la segunda jugada. El equipo se repliega en bloque bajo cuando el rival ya tiene posesión asentada en su campo y apuesta por salidas rápidas siempre que se pueda, contragolpes con pocos toques y muchas carreras al espacio. Así escrito parece que lo he sacado del manual del “equipo pequeño peleón” pero es que en esta extrema sencillez en su plan original radica su éxito. El Burnley hace lo básico para sacar los partidos adelante, pero lo hace muchas veces y lo hace muy bien.
Antes de entrar más a fondo en el modelo de juego y en lo que las diferentes piezas del equipo aportan, una cuestión capital: la intensidad. Más allá de hablar de ella, dos datos: el jugador que más amarillas lleva es su delantero Ashley Barnes y de los diez partidos que han perdido, tan sólo en dos de ellos han encajado más de dos goles: contra Manchester City y Tottenham, en ambos casos por tres a cero. El resto de partidos los han perdido solo por un gol de diferencia.
Con 35 goles a favor y 32 en contra, está claro que el equipo rentabiliza al máximo cada tanto que consigue, hasta llevar 53 puntos. Es obvio que anotan poco pero el mérito es que sólo Manchester City, Manchester United y Tottenham han encajado menos goles que ellos. “Si no puedes hacer muchos goles, mejor que te hagan pocos” podría ser el mensaje que te reciba al entrar al vestuario local de Turf Moor. La rentabilidad de cada gol es de un punto y medio, y esto sólo se consigue sudando cada balón pero con concentración. El Burnley corre más que los demás, defiende mejor y.,sobre todo, está más concentrado que ellos. Siempre intensos y con el plan de partido claro. Sólo así se entiende que un equipo con un 43,6% de posesión (la cuarta más baja de la Premier) sea el tercero que menos faltas comete y el segundo que menos entradas realiza. Esto se logra defendiendo juntos, cerrando espacios y con una sincronización de movimientos perfecta durante muchas fases de partido, tapando siempre el centro (los dos puntas y los dos medios centros defienden muy cerca uno del otro, cerrándose los jugadores exteriores, para invitar al rival a entrar por fuera) y consiguiendo que su finalización sea de larga distancia o con balón aéreo al área (el Burnley es el equipo que más despejes de cabeza realiza)

Resumiendo, el Burnley consigue que el rival les ataque de la manera que ellos mejor defienden. Un plan tan sencillo como efectivo. Una vez conseguido esto, hay que emplearse a fondo y desde luego que lo hacen: los Clarets son el tercer equipo con más tarjetas amarillas. Cada vez que pegan, pegan duro.
Es evidente que el equipo revelación del año en Inglaterra se construye de atrás hacia delante. Pero, aunque sean pocos, hay que hacer goles. Cuando tienen el balón, desde luego que optan por el juego directo. El Burnley es el equipo que más balones en largo juega y siempre que pueden lo hacen al espacio (es el segundo conjunto con más fueras de juego señalados). Mandar a la lucha lo más cerca del área rival a Ashley Barnes y Chris Wood (o Sam Vokes) es garantía de molestar a la defensa rival y de que la disputa por la segunda jugada sea lo más lejos posible del área de Nick Pope. Generalmente se encargan de ello los centrales ya que los laterales si buscan en largo lo hacen a sus parejas de banda con pases verticales. Apenas realizan conducciones y si dan pases atrás es para asegurar que dan tiempo a los encargados de moverse arriba de llegar a la posición idónea donde bien recibir el balón o pelear el rechace. Es el equipo que menos balones entre líneas intenta, con el objetivo de evitar que el equipo rival robe a través de sus medios, de tal manera que el contrario siempre tenga que salvar al menos dos líneas del Burnley para llegar a portería.

Aunque veamos que la mayoría de los pases en largo son pérdidas, muchas de esas segundas jugadas se ganan en medio campo o cerca de la frontal rival, comenzando ahí el verdadero trabajo de los de Dyche. A partir de ahí, el equipo apuesta por finalizaciones rápidas, bien por banda con Aaron Lennon o Johann Berg Guðmundsson, o directamente con uno de sus dos delanteros.
Ser delantero no es fácil en el Burnley pero Wood, Vokes y Barnes no sólo lo saben sino que además lo hacen a la perfección. Conocedores que van a tener muy poco contacto con el balón y que las pocas veces que lo hagan seguramente no sea en las mejores condiciones, parece que su verdadero objetivo es ir minando a los centrales rivales para que cuando esos escasos duelos con ellos se produzcan, estén tan cansados como ellos y puedan sacar ventaja de su físico. Contra el Stoke tuvieron un remate cada uno, el de Barnes fue gol y el de Wood no fue ni a puerta. El resto de acciones ofensivas se ven de un vistazo:

En definitiva, nos encontramos ante un equipo que podríamos decir de planteamientos sencillos. Al menos en cuanto a su faceta ofensiva, porque cuando el equipo no tiene balón aplica muchas variantes: alternan alturas de presión dentro de un mismo partido, pasan de agrandar siempre en defensa a tirar el fuera de juego cerca del medio campo según les convenga en el momento de partido, etc. Es decir, que el equipo de Dyche si presenta muchas alternativas a la hora de defender, no así cuando ataca. Pero, muchas veces, en la sencillez radica la belleza. Lo bueno, si sencillo, dos veces bueno.