Quico Muñoz

La última Champions League de la historia

El año que viene entrará en vigor la reforma de la Champions League, que tiene como objetivo seducir a los grandes clubes para que permanezcan en la competición de la UEFA. A cambio, recibirán más dinero y un puesto seguro en la fase de grupos.

Ocho equipos, tres españoles, dos ingleses, dos italianos y un alemán se jugarán la última Champions League de la historia. La vieja aristocracia europea ha decidido copar los cuartos de final de la última edición de la máxima competición europea. En los tiempos del futbol negocio y el “odio eterno al futbol moderno”, las cinco ligas principales y los grandes equipos de Europa se han rebelado para disputarse la gloria. Entre todos suman 32 títulos, un 54% de los disputados desde 1956, que se dice pronto. Roma y Manchester City son los dos únicos clubes que no cuentan con un entorchado. Y todo apunta a que el City corregirá eso más pronto que tarde.

Sí, sé que el título y el primer párrafo pueden parecer ligeramente apocalípticos, pero dentro de lo que cabe podemos estar ante la última Champions League de la historia, como mínimo según la idea en la que fue concebida la Copa de Europa en 1955. Una competición que enfrentara a los campeones de liga del continente para comprobar cuál era el mejor. Cierto es que desde 1992 no solo los campeones la juegan, y también lo es que la igualdad y la competitividad de los primeros años desapareció arrastrada por la caída del muro y la Ley Bosman; pero como mínimo mantenía una impredecibilidad y un sabor que la reforma que entrará en vigor el año que viene eliminará para siempre.

Y es que el miedo a una fuga de los equipos grandes hacia una hipotética “superliga europea”, con licencias cerradas y un mayor calendario, al estilo de la Euroliga de baloncesto, llevó a los directivos de la UEFA a tratar de blindar, en la medida de lo posible, los ingresos de los grandes equipos de Europa. Por ejemplo, los cuatro primeros equipos de las cuatro grandes ligas (Inglaterra, España, Alemania e Italia) estarán presentes en el bombo de la fase de grupos sin necesidad de fase de clasificación, evitando que un mal partido en verano pueda causarles un problema financiero. Esta medida, que se ampliará al resto de ligas, asegurará el puesto a 22 equipos en la fase de grupos, dejando solo diez plazas disponibles para los equipos procedentes de la fase de clasificación, haciendo que la liga sea menos de “campeones” que nunca.

La segunda pata de la reforma pasará por un incremento de los pagos recibidos por los equipos que disputen la fase de grupos de la competición. A día de hoy, cada uno de ellos ingresa, sin tener en cuenta variables, alrededor de 12 millones de euros, pero se espera que a partir de la siguiente edición esta cifra pueda duplicarse o incluso llegar a los 30 millones de euros. Si a ello se le suma lo ingresado por el “market pool share” que se reparte a todos los equipos en función del dinero ingresado en concepto de derechos de televisión en su país (es decir, los clubes ingleses reciben más dinero por este concepto porque las televisiones británicas pagan más que las españolas, por ejemplo), la cifra de ingresos derivados de una temporada en la Champions League, siendo incluso un desastre, puede llegar a los 40 millones de euros.

Este incremento de ingresos va a notarse en toda Europa, sobre todo en ligas menores, donde un buen año puede llevar a ingresar lo suficiente para dar un gran salto adelante a nivel local, pero también va a afectar a las grandes ligas. Asegurarse una posición fija entre los cuatro primeros se va a convertir en el objetivo clave de todos los equipos, mas allá de las otras competiciones. Incluso la Premier League, con su equitativo sistema de reparto de derechos de televisión, que riega con dinero a los veinte participantes de la liga, va a verse afectada por ello, ya que quedar fuera de la Champions League puede significar ver el presupuesto reducido en alrededor de un 30% respecto a los rivales que queden entre los cuatro primeros.

Estas diferencias pueden llegar a afectar a la igualdad que se está intentando implantar en la Premier League tras unos años de dominio absoluto del nuevo «big six» (Manchester City, Manchester United, Tottenham, Arsenal, Chelsea, Liverpool). Esta abertura de la liga al resto de equipos, con gestas como las del Leicester City, puede terminarse con el nuevo sistema de la Champions League. Con él, las “barreras de entrada” de los grandes equipos, de aquellos que consigan asegurarse de manera regular disputar la competición, harán imposible al resto alcanzar los cuatro primeros puestos de la liga. Y esto será solo el principio, ya que, con la ventaja obtenida, la capacidad para asegurar el puesto aumentará, haciendo que solo la existencia de un mal año o de una temporada muy por encima de las expectativas por parte de un tercero les pueda echar del Olimpo. Y lo peor de todo es que tendrán capacidad para volver al año siguiente gracias a su mayor presupuesto.

Por eso aseguraba al principio que esta era la última Champions League, pero las implicaciones van más allá. Esta reforma puede llevar a la creación de “aristocracias” europeas que no solo se aseguren año tras año su presencia en la Champions League, sino que además puedan dominar con mano de hierro su liga evitando que otros ocupen su puesto. Es por eso que lo importante de aquí a final de temporada no es comprobar quién termina levantando la orejona, sino ver quien se quedará fuera del maná que a partir del año que viene empezará a ofrecer la competición. Manchester United, Tottenham, Liverpool y Chelsea se jugarán tres de esas plazas; y con el campeón ya decidido este va a ser el gran interés de la Premier hasta el final de temporada. Y es que si bien quedarse fuera un año no tiene por qué ser una desgracia sí que significaría empezar a perder pie en este carro europeo que se aleja. Carro que puede ser un clavo más en la tumba del Arsenal, al cual quedarse fuera no va a ayudar a su recuperación.

Y me gustaría terminar con un último detalle. En los últimos años hemos hablado del poco interés de los equipos ingleses en competiciones “secundarias” como la Europa League o la Copa de la Liga, priorizando la competición liguera ya que aseguraba los ingresos del año siguiente debido a los pagos por posición. Si bien esta reforma hará poco por aumentar el interés por las competiciones coperas domésticas, la Europa League se ha convertido en la puerta trasera para entrar en la Champions League. El año pasado, el Manchester United, sexto en liga, entró en la máxima competición continental ganando esta competición. Este año, el Arsenal, también sexto en liga, la ha colocado ya como su principal prioridad para volver a la Champions tras un año de ausencia. No sería raro que, en los próximos años, los grandes ingleses descabalgados de la lucha por los cuatro primeros puestos en liga, vuelquen sus esfuerzos en la Europa League y veamos, como este año, cinco ingleses en Champions, llevando el total de representantes de las cuatro grandes ligas en fase de grupos hasta 17 de 32. Adiós, vieja Champions League.


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Quico Muñoz