Los hinchas del fútbol suelen perder la perspectiva en la época de fichajes. A la gente lo que le importa es que su club traiga a todos los jugadores posibles para «reforzar» al equipo, una visión mercantilista y materialista generada por la lluvia de millones provocada por los derechos de televisión y la inversión privada que ha inundado el panorama de este deporte en la última década. El aficionado medio espera compras, compras y más compras. Lo futbolístico queda para después.
El problema con el técnico que actualmente dirige el club de Merseyside es que tiene una visión completamente contraria a la «realidad» del fútbol actual. Jürgen Klopp se preocupa, antes que cualquier otra cosa, en el trabajo y en el entrenamiento con su equipo. Añadir jugadores a su esquema es un paso importante pero no es lo vital para el alemán. De aquí surge cierta frustración en la hinchada porque espera más que tan sólo entrenamiento y trabajo. Algo que, además, no deja de ser etéreo para el aficionado, que no asiste a los entrenamientos pero sí observa con envidia la actividad de los rivales en el mercado de fichajes a través de las redes sociales.
¿Son obvias las falencias y necesidades del Liverpool FC? Para los ojos del mundo, por supuesto que sí. Nueve de cada diez seguidores del fútbol inglés mencionarán que el mayor hueco que tienen los Reds es su defensa. Y es cierto. No se puede negar que la defensa, por ejemplo, ante la pelota parada, hace aguas. En los últimos tiempos, se ha convertido en una de las principales armas para batir la valla red. Klopp no ha podido encontrar la solución a este problema durante dos años y lo que uno se pregunta casi de inmediato es ¿por qué no acudir a lo que ofrece el mercado del fútbol? ¿No hay nada afuera de Anfield que pueda ayudar a paliar esa deficiencia? En este verano no obtendremos respuesta.
Pero de la misma manera en la cual se pueden criticar aspectos como este, se pueden también valorar las intenciones deportivas del alemán. Klopp es fiel creyente del trabajo y el fútbol del Liverpool lo demuestra en todos los aspectos. El ataque del conjunto red se roba todas las miradas y halagos del espectador, es innegable el poderío y las variantes que presenta, hoy por hoy, el Liverpool al momento de generar peligro en el arco rival. En un inicio de campaña donde no pudo contar con jugadores como Philippe Coutinho o Adam Lallana, que han sido a su vez, estandartes del conjunto red en ataque la pasada temporada, el equipo ha podido marcar la apreciable suma de 14 goles en 5 partidos oficiales. No es una coincidencia que este equipo promedie 2,8 goles por partido en este arranque de temporada.
Pero tampoco es coincidencia el hecho de que Liverpool haya recibido goles en solamente dos de sus últimos ocho enfrentamientos oficiales por Premier League. No me parece justo obviar el hecho de que el trabajo de Klopp empieza a dar muestras de progreso. Los Reds funcionan muy bien al momento de defender mediante fútbol, es decir, evitar los ataques rivales mediante su propio control de los tiempos del partido.
La pasada temporada, como todos sabemos, Liverpool fue el equipo más sólido en los enfrentamientos directos entre los seis primero clasificados de la Premier League. Y esa fortaleza fue fruto de su solidez defensiva en esos choques: en esos 10 partidos ante los mejores, solamente en uno de ellos recibió dos goles o más (y fue el primer partido de la temporada, ante Arsenal en el Emirates, en ese recordado 3-4). El Liverpool recibió un total de 9 goles en esos 10 partidos y tuvo el mejor registro defensivo en esa «mini-liga». La zaga del Liverpool no está formada precisamente por los nuevos Beckenbauer del fútbol mundial, eso lo conocemos todos. Pero Klopp justifica sus métodos con resultados. El crecimiento mostrado por Klopp no se debe a que haya invertido cien millones de libras en su línea defensiva como ha hecho el Manchester City este verano. Desde su llegada, su inversión total en la zaga central del equipo ha sido solamente de 4, 2 millones de libras, un monto que fue pagado para llevar a Ragnar Klavan a Anfield. Y si tomamos en consideración las ventas de defensores centrales, como Mamadou Sakho, Martin Skrtel o Kolo Toure, incluso Lucas Leiva, podríamos decir que Klopp mejoró la defensa de Liverpool ganando dinero.
Esto demuestra, en última instancia, lo que significa para Jürgen Klopp el mercado de transferencias. Para el alemán, esta etapa de año sirve para muchísimo más que solamente invertir montañas de dinero en búsqueda del éxito deportivo. Sirve para trabajar en una idea futbolística, para sacarle el máximo provecho a la práctica y a la automatización de modos de juego, para conocer mejor a sus jugadores, sus fortalezas y debilidades, y para que los jugadores se compenetren mejor. Klopp seguirá afinando las piezas y continuará trabajando con su equipo, no por el hecho de que no quiera o pueda gastar mas de cien millones en un mes de traspasos, sino por el hecho de que para él, el trabajo en equipo supera cualquier individualidad. ¿Será suficiente el trabajo para alzar trofeos al final? Todavía no lo sabemos. Pero el progreso es evidente y Klopp se ha ganado el voto de confianza.