Para contextualizar la rivalidad entre las ciudades de Liverpool y Mánchester nos tenemos que trasladar a los Estados Unidos a mediados del siglo XIX. A finales de 1857 se produjo una crisis financiera mundial y en el país de las barras y las estrellas se iba a fraguar la Guerra de Secesión entre 1861 y 1865. Este conflicto se debió principalmente a la compleja problemática sobre la utilización de mano de obra esclava, con su correspondiente desarrollo de economías y expansiones territoriales. Se enfrentaron la unión de los estados del Norte, abolicionistas que protegían su creciente industria, contra los Estados Confederados de América, integrados por once estados del Sur, que profesaban la doctrina librecambista y proclamaron su independencia.
Inglaterra se aventuró por el triunfo de las fuerzas confederadas pero la apuesta resultó cruz. Esto se tradujo en graves consecuencias en las relaciones comerciales. Los puertos del sur de la isla se paralizaron y, al no poder importar algodón, más la carencia de dicha materia prima en su territorio, acabaron devastados por una ruina económica.
Años más tarde, en plena segunda Revolución Industrial, se implantaron unas bases estructurales para promover el crecimiento de la nación. La prosperidad se trasladó al norte poniendo en auge el muelle de Liverpool. Se convirtió en el principal punto de entrada, impulsando casi la mitad del comercio mundial. Mientras tanto, en Mánchester, cientos de molinos se erigían para satisfacer la insaciable demanda del Imperio Británico, transformándose en el lugar de trabajo más importante del planeta.
Los mancunianos iban incrementando su riqueza, con la llegada de trabajadores y nuevas empresas. El golpe definitivo fue la mayor construcción naval en la época. Un imponente Manchester Ship Canal, que serviría, a grandes trazos, para evitar la intermediación de sus vecinos del condado de Merseyside y transportar el género directamente. Factor diferencial que provocó la enemistad de ambas urbes.
Este fue el detonante, como apuntan los historiadores, y que posteriormente se trasladaría al deporte rey. Puede que muchos equipos se hayan visto aupados a otros estamentos debido a la inversión de capital extranjero pero ningún partido llega a la mística que veremos en Anfield. Estamos ante los dos equipos ingleses con más títulos a nivel nacional e internacional, con casi 90 trofeos.
Tanto Jürgen Klopp como José Mourinho quieren ser parte importante de esta rivalidad y tener un hueco en los anales de las entidades que representan. Ambos proyectos se encuentran en dinámicas diametralmente opuestas. El Liverpool es séptimo y con solo una victoria en sus últimos cuatro encuentros, siendo el segundo equipo que más goles encaja. El Manchester United, ya le aventaja en siete puntos, situándose colíder con sus vecinos ciudadanos y deseando refrendarlo ante su primer adversario de élite (perdieron con cierto complejo en Skopje contra el Real Madrid en la Supercopa de Europa).
Esta semana, las rutinas se han visto distorsionadas por el parón de selecciones. Envites clave para conseguir el billete a Rusia. Podemos decir que de la totalidad de jugadores que se darán cita, Mohamed Salah ha sido el héroe en estos días de fútbol internacional. El extremo nacido en Basyoun anotó un doblete en Alejandría contra el Congo y devolvió a Egipto a un Mundial 18 años después. Su última presencia data de Italia 90 donde curiosamente solo perdieron un partido y fue contra los Three Lions con gol de Mark Wright, aunque fueron eliminados en primera ronda.

La nota negativa llega en forma de lesiones. Marouane Fellaini tuvo que ser atendido a la media hora en Sarajevo y estará alejado de los terrenos de juego entre dos y tres semanas. Sadio Mané se dañó el tendón de la corva en sus compromisos con Senegal con un mes y medio aproximado de ausencia. A estos afectados por el virus FIFA hay que sumar a Zlatan Ibrahimovic, Marcos Rojo, Adam Lallana, Nathaniel Clyne o Paul Pogba. Con Fellaini y Pogba en el dique seco, se presupone que Ander Herrera gozará de su segunda titularidad esta temporada.
En los prolegómenos será homenajeada una leyenda del Liverpool. El Centenary Stand será rebautizado con el nombre de Kenny Dalglish y se realizará un mosaico en su honor. Posteriormente, Martin Atkinson dará el pitido inicial y se comenzarán a resolver muchas incógnitas. ¿El poderío ofensivo del Liverpool será suficiente para encontrar fisuras en una de las defensas más solventes del campeonato? ¿El pragmatismo del United bastará para superar al adversario de más nivel que se ha topado en lo que llevamos de campeonato? ¿Los Reds superarán el handicap de ganar en solo 13 ocasiones de 50 duelos disputados en era Premier? ¿Romelu Lukaku hará más grande la herida de una defensa eternamente cuestionada? ¿Qué jugador asumirá la determinación de Sadio Mané? ¿Herrera y Matić juntos pueden romper líneas y nutrir a los hombres de arriba? ¿Philippe Coutinho con un golpe de varita puede decantar la balanza? Todas estas preguntas buscan respuesta en otro trepidante clásico del fútbol inglés.