Jordi Cardero

Los principios de Mourinho

José Mourinho está siendo más cuestionado que nunca, sobre todo en clave futbolística, por no terminar de dar forma a su proyecto en Manchester. Pero es que las estadísticas del United no dejan margen para el optimismo.

“Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Cada entrenador se desenvuelve en base a un sistema de juego característico, a unas ideas. José Mourinho siempre ha sido un entrenador reconocible, aunque, como representa la mítica frase del humorista Groucho Marx, durante los últimos años -quizá- hemos visto al Mourinho menos mourinhista. Al menos, en el aspecto futbolístico. ¿Ha virado la mirada del portugués en cuanto al entendimiento del juego? Posiblemente no, pero sus equipos han perdido parte de su esencia. Prueba de ello es que el Manchester United ha encajado 16 goles esta temporada, más de los que concedió el Chelsea durante toda la campaña en el primer año de Mourinho en Stamford Bridge.

El entrenador portugués dio sus primeros pasos como ayudante, y en muchas ocasiones traductor de Bobby Robson, en el Futbol Club Barcelona. Más tarde, absorbería los conceptos de la escuela holandesa, de la mano de Louis van Gaal, quien se sentó en el banquillo de Old Trafford en el año II d.F. (después de Sir Alex Ferguson). Tras la retirada de una de las figuras más importantes de la historia de los Red Devils, el Manchester United ha vivido en un permanente periodo de depresión. Sin embargo, confiaron en Mourinho para volver a ganar. El luso lucía un encomiable currículum, tras pasar por el FC Porto, el Chelsea -por partida doble-, Inter de Milan y Real Madrid. Aunque su última experiencia en Londres terminó mal, los títulos pesaron mucho en aquella decisión. Porque eran uno de los objetivos de los de Old Trafford.

Los directivos mancunianos no buscaban en Mourinho un proyecto tan prolongado como el de Ferguson -es imposible-, pero sí salvar su herencia. El escudo, el orgullo, tenía que volver a pesar. El entrenador de Setúbal siempre forjó su ideología a través del pragmatismo defensivo. Un equipo dominador a partir del 1-0, con el marcador a favor, experto en mantener resultados. No obstante, sus conjuntos siempre han sido goleadores. Para entender la diversificación de sus principios, se puede adoptar una mirada a partir de sus traspasos, compartida con la directiva. Desde su llegada a Manchester, Paul Pogba, Alexis Sánchez y Romelu Lukaku han sido las incorporaciones más mediáticas. Ha fichado a tres centrocampistas más (Fred, Nemanja Matic y Henrikh Mkhitaryan, que se fue al Arsenal en el truque con Alexis), Lee Grant -como tercer portero- y tres defensas. Precisamente, uno de sus puntos fuertes de antaño se ha convertido en la debilidad más evidente. Desde 2016, los Red Devils han incorporado a los centrales Eric Bailly y Victor Lindelöf y al joven lateral Diogo Dalot. Durante la pretemporada, repitió que había pedido cinco nombres y tan solo llegó uno.

Cualitativamente, la defensa de Mourinho no es la mejor de la Premier League. Lejos quedan, en cuanto a inversión, sus ‘vecinos ruidosos’, el Manchester City. Aunque, claro está, Pep Guardiola ha tenido un gran peso a la hora de fichar defensores. El entrenador catalán siempre ha enfatizado la importancia de la salida de balón: porteros que no solo paren (Claudio Bravo y Ederson), centrales con buen pie (John Stones y Aymeric Laporte) y laterales multiusos (Kyle Walker, Benjamin Mendy y Danilo). El primer escalón del juego ha sido el principal punto de regeneración de plantilla, y también de inversión, de los Citizens. Tampoco le tembló el pulso a Jürgen Klopp al entregar maletines llenos de billetes para fichar a Virgil van Dijk o Alisson Becker, posiciones clave para los Reds y el agujero negro de las últimas temporadas. La defensa de Anfield necesitaba nuevas caras para darse un impulso y emprender una perspectiva distinta, también en clave títulos. Lejos queda el parche de Lucas Leiva como central. Por otro lado, dos de los otros componentes de los seis grandes, Chelsea y Tottenham, apenas se han movido en el mercado del último verano -los Spurs no se gastaron ni un penique-. Aun así, Mauricio Pochettino posee una de las mejores defensas de la Premier League, aunque, a veces, Hugo Lloris se empeñe en querer demostrar lo contrario. Maurizio Sarri, que desembarcó en Stamford Bridge este verano, ha apostado de firmemente por Antonio Rüdiger y David Luiz. Dos centrales que están rindiendo extremadamente bien en la reconversión del proyecto Blue.

Chelsea, Manchester City, Tottenham y Arsenal son equipos con un plan proactivo a la hora de desenvolverse con la posesión. El Liverpool, más vertical, busca espacios libres a una velocidad distinta. Mientras que el Manchester United convive a medio camino entre dos propuestas. Los Red Devils no han tenido problemas para ceder el balón ante rivales de entidad y desgastarles tanto física como psicológicamente para amenazar en la segunda mitad. Sin embargo, en la mayoría de encuentros, Mourinho está obligado a desarrollar un fútbol más ofensivo. Al United le cuesta generar, pero también salir de presión. En algunos casos ha prescindido de la figura de un central para incorporar a Scott McTominay o Ander Herrera en el eje de la defensa, para sumar en fluidez en la salida.

El éxito del Manchester United -en ataque, pero con una repercusión indirecta en defensa- depende del rol de Paul Pogba (y de Marouane Fellaini en cada final de partido). El entrenador portugués ha optado por anclarlo al lado de Matic, formando parte del doble pivote. De esta forma, el equipo gana un hombre capaz de mejorar la salida de balón, pero le pierde en la zona donde es más fundamental y determinante: cerca del área. El francés sabe que su sitio está más adelante y siempre termina sumando altura o cayendo al costado izquierdo, de forma natural. Y este es un factor clave en los problemas defensivos, porque el retorno defensivo de Pogba es obligado y no siempre se da. No tiene una mentalidad defensiva, lo demostró en el gol de Rüdiger en Stamford Bridge, donde perdió la marca y tardó en reaccionar. Pogba como parte del pivote mejora la generación en la base de la jugada, pero expone a Matic y a los centrales en transiciones defensivas. Cuando más libertad ha tenido, más lo ha notado el equipo. Es un centrocampista para correr hacia adelante, no hacia atrás. A día de hoy, Mourinho busca en Pogba algo que el francés todavía no es y no sabemos si llegará a ser. Mientras tanto, Juan Mata y Ander Herrera observan la situación desde el banquillo. Como también lo hace Alexis Sánchez, a quien se le confió parte del proyecto y, de momento, solo ha decepcionado.

Si bien el papel de Pogba es uno de los matices que han repercutido en las dificultades del Manchester United, el rendimiento individual de cada uno de los centrales también es preocupante. Lindelöf dejó muy buenas sensaciones en el Mundial, porque el sistema de Suecia le abrigaba y apenas le exponía. De Phil Jones tenemos noticias cuando las cámaras le pillan haciendo caras raras, a cada cual más inexplicable. Respecto a Smalling, Mourinho mantiene que lo único que no le gusta es su peinado. Y en cuanto a Bailly, el cambio por McTominay tras el 0-2 del Newcastle en Premier League fue metafórico. Antonio Valencia y Ashley Young reconvirtieron su rol pasando a ser laterales de forma paralela, al fin y al cabo, era la única oportunidad que tenían para seguir en Old Trafford. Por el contrario, la nota positiva de la temporada está siendo Luke Shaw. Pese a que regresó de las vacaciones en peor estado de forma que la mayoría de los jugadores de la Sunday League Football, su rendimiento está siendo uno de los mejores del conjunto Red.

Mourinho está en una situación muy complicada. El rendimiento de muchos futbolistas no es el esperado, tampoco el de los nombres indicados a liderar el proyecto. Por ese motivo el peso del entrenador portugués debe crecer, para potenciar a futbolistas como Pogba. Hay margen de mejora, pero el proyecto -pensado en el corto plazo- carece de fondo y Mourinho no ha terminado de darle forma. Mourinho está en un momento para replantearse sus principios y que éstos no le conduzcan hacia el final.

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