El Aston Villa es uno de los equipos con mayor potencial sin explotar actualmente del fútbol inglés. Por masa social, es uno de los gigantes del país. Tras años de declive, sus esperanzas fueron renovadas el pasado verano. De hecho, clamaban al cielo para ser renovadas. Campeones de la Copa de Europa en 1981, el del pasado mes de mayo fue su segundo descenso desde que aquella conquista. Fueron reyes de Europa tras Manchester United, Liverpool y Nottingham Forest, siendo uno de los cinco equipos ingleses en coronarse con el máximo cetro continental. El Chelsea es el único equipo inglés que se ha estrenado como campeón de Europa desde entonces. Y aquel Chelsea campeón acabó conectando con el Aston Villa del presente. Pero antes de eso, la entidad realizó un movimiento clave para poder dibujar el futuro con optimismo. El horizonte ya no es ese agujero negro al que habían caído. En verano compró el club Tony Xia.
Años antes, en 2006, había sido adquirido por el empresario estadounidense Randy Lerner. Una década después llegó el momento de decir adiós. Bueno, en realidad, el momento llegó un tiempo antes. Pero este año fue el momento en el que por fin pudo hacerse realidad el cambio. Lerner se hizo aficionado del Aston Villa cuando estudiaba en la universidad de Cambridge allá por 1983. Veintitrés años más tarde surgió la oportunidad de comprar el club y no la dejó pasar. Con Martin O’Neill como entrenador durante la primera mitad de su andadura, vivieron años de éxito. Pero desde que O’Neill abandonó Villa Park, el club nunca fue capaz de regenerarse. Pasaron Gerard Houllier, Alex McLeish, Paul Lambert, Tim Sherwood y Rémi Garde hasta confirmarse el descenso en 2016. La decadencia institucional con un Lerner jamás lo suficientemente involucrado en el día a día del club acabó por generar un caos tóxico e insostenible que no dejó más remedio que cambiar de manos. Entonces entró a escena Tony Xia. Curiosamente, él también se aficionó al Aston Villa cuando estudiaba en Inglaterra, en su caso en la universidad de Oxford. Con Xia se puso solución a los problemas institucionales y estructurales de la entidad.

El siguiente paso era el apartado deportivo. Hacía falta una profunda reestructuración en la plantilla. Además de un entrenador, claro. Aquí es donde se entrelazan el Chelsea campeón de la Champions League en 2012 y el Aston Villa, otro club campeón. Roberto Di Matteo fue nombrado nuevo entrenador. El técnico que llevó al Chelsea a la gloria más anhelada fue el elegido para devolver a los «villanos» al máximo escalafón del fútbol inglés. Con experiencia en este mundillo, habiendo pasado por el MK Dons y habiendo ascendido al West Brom a la Premier League en 2010, más su ya mencionado pedigrí europeo, era un candidato muy válido. El proceso de pasar de la era Lerner a la era Xia fue algo más lento de lo esperado y los fichajes de jugadores se demoraron más de la cuenta. La mayoría llegaron en agosto con la temporada empezada. Primero, en junio, llegó Tommy Elphick. Un defensa alto, fuerte y con gran capacidad de liderazgo tras varios años siendo el capitán del Bournemouth. En julio llegaron Pierluigi Gollini, un portero italiano de 21 años, y Aaron Tshibola, un prometedor medio centro inglés de 19. A cambio de una cantidad total alrededor de los 12 millones de libras.
Sin embargo, si querían pelear por estar en lo más alto necesitaban más y la campaña estaba a la vuelta de la esquina. A cinco días de empezar llegó el gran pelotazo: Ross McCormack, uno de los goleadores más prolíficos de segunda división en los últimos años, procedente del Fulham por más o menos lo que habían costado los tres antes mencionados. Tras McCormack llegaron otros nombres que cambiaron el rumbo de un proyecto: James Chester, Mile Jedinak, Ritchie de Laet, Jonathan Kodjia y Albert Adomah. Pam, uno detrás de otro. Futbolistas insignia que permitieron al Villa pasar de ser un equipo del montón en segunda división a un claro candidato al ascenso. El problema es que llegaron con la temporada en marcha y teniendo el equipo la obligación de ganar a toda costa. Todo lo contrario al devenir de las jornadas, en las que lo de ganar no se vio mucho. Roberto Di Matteo no daba con tecla. Y es que el cosmopolita técnico suizo ganó una Champions con el Chelsea con todo merecimiento y con un desempeño histórico. Sin embargo, le ha costado ser un entrenador de resultados y éxito constante. Hoy en día, mantenerte al primer nivel te lo exige. Di Matteo fue una contratación de glamour. Pero en octubre terminó saliendo por la puerta de atrás.
Consiguió en Múnich en 2012 con el Chelsea una de las mayores hazañas del fútbol continental que se han visto. Pero lo que le exigía el Villa era una cosa completamente distinta. Tenía que erradicar una cultura perdedora y pesimista inculcada en el club por culpa de los últimos años de desastre continuo. Tenía que hacerlo empezando de cero. Jugadores de calidad pero todos nuevos. Con grandes objetivos, con grandes esperanzas en una plaza con una masa social enorme y de exigencias acordes. En un sitio que desea regresar a lo que un día fue. Di Matteo no pudo. Entonces Xia acabó girando su mirada hacia lo probado. Algo con menos glamour que un campeón de Europa pero que nunca ha defraudado en este tipo de situaciones. Di Matteo era lo nuevo, lo novedoso, lo que tiene cartel y lo que brilla. Su sustituto es más bien lo contrario. Pero eficaz como pocos. Y en demostrarlo no ha tardado ni un instante. Frágiles, inseguros, incapaces de mantener un resultado positivo hasta su llegada, Steve Bruce ha transformado al equipo. Los nuevos métodos pintan muy bien, están de moda y es lo que la mayoría quiere hacer, pero donde estén los remedios de la abuela que se quiten todas las demás chorradas. Lo que a uno no suele querer requerir. No es ni cool ni guay, pero es garantía de éxito.
Tony Xia confió en Steve Bruce y no han vuelto a mirar atrás. Aunque otros puede que sí lo hicieran, al menos en primera instancia. Pero no atrás al pasado del Aston Villa. Atrás al pasado de Bruce. Leyenda como jugador del Manchester Unied y protagonista en la creación del Fergie Time, ha forjado una carrera como entrenador muy respetable. El problema para algunos puede que fuese dónde la forjó durante seis años: en el Birmingham City. Así es, el gran rival ciudadano del Aston Villa. Dirigió antes al Sheffield United, al Huddersfield y brevemente al Wigan y al Crystal Palace. Pero donde Bruce se consolidó como técnico fue en el bando enemigo. Seis temporadas en las que ascendió hasta en dos ocasiones al equipo a la Premier League, si bien es cierto que con un descenso entre medias. Se marchó porque él quiso ante la llegada de nuevos dueños. Entrenó al Wigan otra vez, al Sunderland y al Hull. Probablemente no ganará una Premier League, pero para ascenderte a un equipo a ella él es el indicado.
Con una plantilla majestuosa y de un potencial desorbitado los está convirtiendo en un equipo que compite como el que más. Exactamente lo que necesitaban. Todos están brillando. Chester está consagrándose como uno de los mejores defensas de la división. Lo mismo se puede decir de Jedinak en el centro del campo o hasta de Kodjia en la delantera, aunque en su caso ya venía de serlo en el Bristol City. Sí, fueron fichados para esto. Pero no habían dado el tipo hasta que Bruce los ha hecho evolucionar en un equipo verdaderamente temible, como eso, como equipo. Solamente dos derrotas desde que llegó el pasado 12 de octubre, con el equipo al borde del descenso, les han propulsado hasta mitad de tabla. Con este ritmo alcanzarán la lucha por el ascenso directo. Lo que es prácticamente un hecho es su presencia por lo menos en la pelea por los puestos de play-off. Porque ya se sabe, no hay nada como los remedios de la abuela, o en este caso, Steve Bruce.
