Ander Iturralde

Lukaku desencadenado

Siempre atrevido, el Bournemouth terminó siendo arrollado por una versión notable de un Everton que sin embargo no hubiese sido tal si no llega a ser por su estrella, por uno de los mejores finalizadores del planeta: Romelu Lukaku. Cuando a base de remar y remar el Bournemouth parecía avistar un milagroso empate, el mastodóntico futbolista belga les destrozó.

El Everton de Ronald Koeman cada semana va ganando enteros. En esta ocasión se vio que tienen a uno de los mejores delanteros que hay en la actualidad. El siguiente paso es que ese hecho pueda llevar al equipo al siguiente nivel respaldado por un conjunto más sólido y completo. Sin tiempo para de situarse, Romelu Lukaku abrió el cerrojo rival a los 30 segundos de juego. El Everton había hilado una magnífica acción colectiva que culminó el ex ariete del Anderlecht con un nítido remate que dejó a más de uno asombrado. La cuesta se había empinado todavía más para el Bournemouth. Aun así, no les impidió el temprano resultado adverso desplegarse como ellos saben y acercarse a las inmediaciones del área contraria. Pero no supieron ni cómo incidir en la última barrera local ni cómo contener los ataques rivales. La artillería ofensiva del Everton fue algo demasiado fuerte con lo que lidiar para las “cerezas” y, bien es cierto que con algo de fortuna con un rebote favorable, James McCarthy empujó al fondo de la red el segundo tanto de la tarde. Minutos después llegó el gol que sentenciador pareció a ojos de muchos. Un fallo garrafal de Simon Francis en la entrega regaló el balón a un Lukaku que fusiló a Artur Boruc. El expitivo Bournemouth se estaba dando de bruces contra el implacable ataque Toffee. Algo tenía que cambiar en la segunda mitad. Eddie Howe se negó a dar el partido por perdido y sustituyó a dos de sus jugadores al descanso. Francis y Dan Gosling dieron a paso a Brad Smith y Jordon Ibe, buscando sobre todo con el segundo algo más de efervescencia en la zona de tres cuartos.


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Tamborileros en los aledaños de Goodison Park (Clive Brunskill/Getty Images).


El Everton regresó al césped con todavía algo de impulso a causa de los tres goles anotados. Pero poco a poco se diluyó ante un Bournemouth que jamás le perdió la cara al duelo. Tuvieron paciencia y de forma paulatina fueron enredando cada vez más a un Everton que empezó a verse superado por las reseñables combinaciones rivales en su campo. Wilshere fue ganando más y más peso en la dirección del juego, y con un excelente pase suyo Josh King abrió la veda. Quizá se confiaron en exceso los hombres de Koeman y vieron cómo los de Howe estaban creando cada vez más inercia a su favor. No eran capaces de dar réplica y Wilshere buscó romper a la espalda de su retaguardia con peligrosos pases que les pusieron a prueba. De un balón de este tipo, en esta ocasión de Harry Arter para Ryan Fraser, emanó en el segundo gol para ellos, conectando Fraser un centro con King para que éste hiciese su doblete. De repente estaban a un sólo gol del empate con un Everton abrumado. Pero entonces apareció Romelu. Cuando todo estaba yéndose por la borda, cuando el nerviosismo al que habían dado lugar los dos en contra les estaba anulando, Romelu Lukaku recibió un balón de Morgan Schneiderlin para hacer una pared con un Seamus Coleman que se la devolvió en la frontal del área pequeña y que él convirtió en la victoria.

Después de no ser capaces de templar el partido y permitir al Bournemouth maniatarles, Lukaku apareció para dar el golpe definitivo. Un golpe que hizo respirar de alivio a Goodison Park y que apagó al conjunto sureño. Habían remado todo lo posible para ponerse a un tanto del empate y entonces encajaron un certero puñetazo que les mandó de un vez por todas a la lona. “Romelu ha demostrado hoy que es uno de los mejores, puede que el mejor, finalizador que hay en el fútbol,” dijo Koeman tras el partido. El propio internacional belga eliminó con su cuarto gol cualquier tipo de duda que pudiese haber sobre si los tres puntos ya eran suyos. Lo hizo con su descomunal potencia, irrefrenable para un Bournemouth que demostró por qué estuvo dispuesto a desembolsar 18 millones de libras en Deadline Day para recuperar a su mejor jugador de lo que va de temporada, Nathan Aké. Recuperado por el Chelsea de su cesión con ellos, Antonio Conte se negó a dejar ir traspaso al que demostró ser el zaguero más diferencial de su estancia con los de Howe. Como bloque sí que pueden salir airosos en más de una ocasión, pero quedaron ante Lukaku descubiertas sus carencias defensivas. Aunque también una de sus mayores virtudes y esa es la no bajar los brazos pase lo que pase. Arter marcó el 5-3. Ross Barkley sin embargo completó la locura. Consiguió el sexto. 6-3. Una locura que había redirigido Lukaku para que el Everton ganase y se acercase un poco más al grupo de cabeza. Con Lukaku pueden soñar.


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Aficionados en Goodison Park (Clive Brunskill/Getty Images).

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Ander Iturralde