Los cambios nunca fueron sencillos, aunque muchos de ellos fueran necesarios. Para ganar hay que tener buenos jugadores y, excepciones radicales aparte, se necesita dinero para ficharlos. Eso pensó el Manchester City, inevitablemente a la sombra del Manchester United entonces. Lo intentó primero Thaksin Shinawatra, un exprimer ministro tailandés que compró el club. Sin embargo, un año después, lo terminaría adquiriendo el jeque Mansour bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, a través de la empresa UK Sports Investments Limited. Una vez, Brian Clough dijo que “Roma no se construyó en un día, pero yo no estaba en el cargo”. Algo así debió pensar el nuevo propietario nada más llegar, ya que decidió comprar a Robinho en el mismo Deadline Day por más de 30 millones de libras, convirtiéndose en el fichaje más caro de la Premier League.
Desde entonces, el Manchester City sabía que para ganar tenía que tener a los mejores. Y decidió fichar a grandes nombres; no dudó ni un segundo en gastar muchos millones. Toneladas. Varios billones, de hecho. Y llegaron David Silva, el ‘Kun’ Agüero, Carlos Tévez -desde el otro lado de la ciudad-, Yaya Touré, Edin Dzeko, Emmanuel Adebayor, Mario Balotelli o Samir Nasri. En el tercer año del jeque Mansour como propietario, los Skyblue levantaron una Premier League. No solamente había incorporado a grandes jugadores, también había firmado a un reputado entrenador, Roberto Mancini. El diario alemán Der Spiegel, de la mano de Football Leaks, ha sacado a la luz confidencias que aparecían en el contrato del técnico italiano. Mancini llegó al Etihad Stadium en 2009, pero su contrato no lo firmó únicamente con los Citizena. De hecho, estampó su firma en dos. Uno de ellos le compensaría con £1.45M anuales, por parte del Manchester City. Sin embargo, la parte restante de su sueldo, £1.75M, llegaría procedente de otro equipo, el Al Jazira Sports and Cultural Club. A través de Abu Dhabi United Group (ADUG), que contaba con el propietario del City como uno de los directores de la empresa, el equipo inglés enviaba dinero al Al Jazira. Además, como puente aparecía un cuarto actor, la empresa Sparkglow Holdings, una sociedad offshore situada en Mauricio. Sin embargo, a partir de 2011 el Manchester City escogió otra vía. El Al Jazira inició una relación con Italy International Services, la cual se tradujo con transacciones que superaban los tres millones de libras. Casualmente, Silvia Fortini, la mujer de Mancini, era una de las representantes de la empresa y su marido figuraba como uno de los gerentes.
Cuando Roman Abramovich se convirtió en el máximo mandatario del Chelsea, Arsene Wenger ya avisó que existía un “dopping financiero”. Sin embargo, el Manchester City se las ingenió para doparse con dinero que no generaba a través de los derechos televisivos, el apartado comercial ni los ingresos en los días de partido, las tres principales vías de recaudación. El jeque Mansour es el medio hermano de Jalifa bin Zayed Al Nahyan, el presidente de los Emiratos Árabes Unidos y emir de Abu Dhabi. Detrás de los Citizens hay un Estado. Parte de la realeza de los Emiratos Árabes dirige Etihad, que da nombre al estadio y es la patrocinadora de la camiseta del club. Como ya explicamos en La Media Inglesa, los Skyblue inyectaron dinero a partir de contratos muy sobrevalorados a partir de empresas relacionadas con sus dirigentes. El principal problema de la introducción del Fair Play financiero fue justificar ingresos de cualquier forma posible: vendiendo los derechos de los jugadores a un tercero o inflando contratos de manera abrupta.
El Chelsea de Abramovich, el Manchester City del jeque Mansour o el Paris Saint Germain de Nasser Al-Khelaifi, emir de Qatar, aplicaron una mirada económica a un fútbol cada vez más irreconocible. No obstante, City Football Group, la compañía que pertenece a la ya mencionada ADUG, también posee otros clubes. El Melbourne City, el New York City y el Club Atlético Torque visten del mismo color -los dos primeros, además, también están patrocinados por Etihad Airways- mientras que el Girona FC y el Yokohama Marinos también son propiedad, pero mantienen sus colores. El club catalán, instalado en Primera División española, es un punto clave en relación al Manchester City, puesto que buscan en éste acomodo para que los futbolistas jóvenes, a medio camino entre las categorías inferiores y el primer equipo, crezcan.
Pero ¿qué buscan los millonarios comprando clubes de fútbol? Aunque la respuesta no es clara, las relaciones con Occidente por parte de los propietarios aumentan exponencialmente. Khaldoon Al Mubarak es el director general del Manchester City. Sin embargo, también es el CEO de Mubadala Development Company y miembro ejecutivo del gobierno de su país, además de participar en comités del First Abu Dhabi Bank o Ferrari. La repercusión de los empresarios de Oriente es evidente. Un país sin ninguna tradición futbolística, como es Qatar, albergará el Mundial de 2022. Y el origen de todo es el petróleo.
“Aguerooooo… ¡¡Juro que no volveréis a ver algo así jamás!!”. Aún resuenan en el Etihad Stadium las palabras de un vibrante Martin Tyler. El gol que dio una Premier League en el último minuto al Manchester City -negando a sus vecinos convertirse en los campeones- fue la confirmación del proyecto. Algunos billones después, y un cambio de escudo incluido, el Manchester City elevó su propuesta con Pep Guardiola. Fichajes a la carta para el entrenador catalán, para poder desarrollar su juego, y libertad total para moverse en el club. Si el sistema requiere de un portero con un buen juego de pies, centrales con la capacidad de sacar el balón y laterales multiusos, no hay ningún problema en renovar a toda la defensa. Incluso el City se inmiscuyó en el mercado alemán, -casi- monopolizado por el Bayern de Munich, para fichar a Leroy Sané y Kevin De Bruyne. Con el esférico, los Skyblue son como cualquier niño quitándole un juguete a su hermano pequeño. Y si los padres -la UEFA y el Fair Play Financiero- no intervienen, la diferencia será cada vez aún mayor. El Manchester City ha conseguido lo que muy pocas veces ha pasado: eliminar la competitividad en la parte alta de la Premier League.
Aunque gran parte del éxito recae en Guardiola y este nunca ha sido de proyectos largos, existe el riesgo de que, en un futuro, Vincent Kompany o Sergio Agüero repitan la mítica frase de Bob Paisley: “Hemos tenido años difíciles, una vez quedamos segundos”. No todos los equipos nacen con historia y tradición, y el periodo más dominador del City es el actual. Los clubes más nuevos -y también los nuevos ricos– necesitan tiempo. Todo proyecto necesita seguir un proceso. Pero hay que recordarle a este Manchester City, que ahora solo tiene ojos para la Champions League, que no todo tiene precio.