Lorenzo Manchado

Mané, el tapado del Liverpool

Entre los goles de Salah y la creatividad de Firmino, esta temporada se ha destapado la importancia de Mané, un jugador mucho más trascendente de lo que puede parecer en una primera impresión.

Este Liverpool es el equipo de las cosas que parecen que son algo y en realidad no. Porque Virgil Van Dijk pareció muy caro y no lo es. Porque Mohamed Salah pareció un fichaje sin más y no lo fue. Porque remontar al Barcelona era imposible y tampoco lo fue. El conjunto del Jürgen Klopp, famoso ya por su tridente ofensivo tan solo tuvo a uno de ellos en el histórico partido de vuelta y aún así remontaron, y ni siquiera con ningún gol suyo. En un equipo donde muchas cosas no son lo que parecen, vamos a analizar la importancia de Sadio Mané.

La temporada pasada Mané hizo 10 goles en Premier League y otros tantos en Champions League, por debajo de los registros goleadores de Salah y Roberto Firmino. Esta temporada que sus compañeros han bajado sus prestaciones anotadores por diferentes causas, el senegalés ha aumentado las suyas de manera casi compensatoria, llegando a 22 tantos en competición doméstica (máximo anotador compartido) y a cuatro en Europa. Es curioso que en esta última competición el año pasado anotaron 10 goles cada uno (sin contar previa) y este año también igualan registros goleadores. Pero más allá de las cifras, la importancia que quiero destacar en el delantero del Liverpool es su capacidad para ser secundario o protagonista según las circunstancias lo requieran, pero siempre rindiendo alto en cada rol que le toque.


Si el año pasado entre Salah y Mané anotaron 42 goles en Premier League (32 del egipcio y 10 del senegalés), esta temporada se ha destapado el segundo igualando las cifras del primero (22 goles para cada uno).


Conocemos el juego del Liverpool, que más allá de la evolución que ha tenido este año hacia saber controlar los tiempos de los partidos cuando iban por delante en el marcador para no fiarlo todo al acierto y saber cerrar resultados, tiene como improntas de su entrenador una velocidad en el juego elevada, imprimir mucho ritmo a los partidos principalmente de dos maneras: presión alta para que el rival tenga que hacer lo que sea pero rápido, y transiciones ofensivas lo más directas posibles, para que el rival también tenga que hacer lo que sea (reordenarse en este caso) lo más rápidamente posible.

Salvo esta evolución de la que hablamos, la cual les ha dado el salvo competitivo necesario para convertirse en equipo de “casi 100 puntos”, su base es la de proponer partidos en los que si eres capaz de seguirles el ritmo, tendrás oportunidad, pero si tu plan es rebajar el tempo porque no aguantas 90 minutos vertiginosos, más vale que lo hagas muy bien. En esas dos facetas, en la de la presión alta constante y las transiciones ofensivas, seguramente Mané sea el que  mejor nota conjunta saca del tridente.

Mané es el que más interceptaciones realizar de los tres, hace casi las mismas por faltas por partido que Firmino y es el que más faltas provoca. Es un auténtico incordio para las defensas rivales, un especialista en obligarles a estar concentrados haciendo muchas cosas, porque cuantas más acciones a más velocidad tengan que ejecutar, más cerca estarán de cometer un error.

Es un término medio entre Firmino y Salah, pero es el que destaca en movilidad y en estirar líneas defensivas rivales. Es el que más se ofrece a compañeros, si bien por la tendencia del brasileño a caer al centro es el que más pases en esa zona consigue, tanto hacia delante como hacia atrás, Mané es el que más desmarques de ruptura realiza, consiguiendo espacios para los demás y siendo el primero en activar esa temida transición ofensiva. Es el que más regates realiza por partido de los tres y está muy cerca en cuanto a balones tocados en el área rival. Mané tiene la facilidad de ocupar su banda izquierda y además aparecer muy a menudo en el centro e incluso cerca de Salah para formar sociedades y superioridades numéricas, su físico le permite esfuerzos continuados y de calidad.


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Mapas de calor (izquierda) y actividad (derecha) de Mané en la actual temporada.


Podríamos poner muchas estadísticas pero más allá de los números (que le acompañan), están también las sensaciones que da a su equipo, confirmadas esta temporada y que empezaron para mí justo en el último partido de la temporada pasada, en la final de Champions League frente al Real Madrid. Tras la lesión de Salah, sin duda mucho más importante que Mané el año pasado, fue el senegalés el que se erigió como estandarte del equipo, el que “tiró del carro” en un conjunto que había quedado anímicamente muy tocado con la lesión de su estrella, el que consiguió el empate para dar esperanzas aunque al final, entre Loris Karius y Garteh Bale, no sirviera para nada. Mané realizó un gran partido en la final y dejó claro que cuando se le necesite, ahí estará. Esta temporada así ha sido y él ha respondido, llevando de nuevo al equipo a la final de Champions League. Veremos si consiguen dar el paso final.

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Lorenzo Manchado