Ander Iturralde

Marcus Rashford devolvió el dominio a Mourinho

¿Otro tedioso clásico inglés entre Manchester United y Liverpool? Afortunadamente, en su edición número 200, no fue el caso. Tampoco fue una guerra de poder a poder del primer al último pitido del árbitro, pero José Mourinho dio un paso al frente y gracias a Marcus Rashford el Manchester United ganó cuando más necesitaba hacerlo.

Comentó de pasada el técnico portugués en su entrevista post-partido que el Liverpool jugó la recta final del encuentro con dos falsos laterales en James Milner y Giorgino Wijnaldum (quien, por cierto, en una estadística bastante curiosa, todavía no marcado en casi tres años en la Premier League como visitante). Resultaba de alguna forma gracioso que apuntase esto Mourinho, siendo los dos laterales habituales del Manchester United, Antonio Valencia y Ashley Young. Mientras que para el Liverpool era tan sólo un movimiento producto de su ímpetu por buscar la igualada, para los locales se trata de una idea consensuada que, además, fue clave en el devenir del partido.

Young brilló con luz propia a pesar de que no era fácil su tarea. Aquel extremo del Aston Villa reconvertido en esforzado lateral en Old Trafford paró a Mohamed Salah, uno de los jugadores más desbordantes de la Premier League, aunque tuviera que recurrir en una ocasión a un agarrón quizás merecedor de un penalti. Es asombroso observar cómo se ha reinventado. Para el arrastre y poco más en la función de extremo, Young es ahora un lateral más que correcto y está claramente por delante de Luke Shaw y Matteo Darmian. No es Giorgio Chiellini sino Young con Chris Smalling a su lado. Algo que probablemente no se mencionará lo suficiente.

Es cierto que tampoco fue la tarde del Liverpool. Eran muchas las incógnitas respecto a cómo se desenvolvería el partido. José Mourinho no podía permitirse otro despliegue, o más bien repliegue, como el de la primera vuelta en Anfield. No estaba el ambiente como para que el único ambiente fuese el del aburrimiento soberano, el de la frustración perpetua. Los primeros compases depararon una presión alta del United yendo a por el balón con la efervescencia natural de salir a jugar este partido. A los diez minutos, en cualquier caso, Mourinho ya estaba apuntando cosas con intensidad en su cuaderno de notas. El Liverpool combinaba, buscaba vías de entrada, aunque sin gran aplomo. Hasta que se suicidó.

Con un córner a su favor, llegaría el gol en su contra. En uno de los saques de esquina peor ejecutados en tiempos recientes, Mohamed Salah regaló un saque de portería a David de Gea. El guardameta español encontró la cabeza de Romelu Lukaku, que peinó para que el balón cayera a Rashford para destrozar con una carrera y un quiebro previo al fusilamiento de Loris Karius. Tan fácil como eso. Mientras Jürgen Klopp (al que en su noveno enfrentamiento, Mourinho venció por primera vez, quitando el partido de vuelta de las semifinales -ya sentenciadas- de 2013 de la Champions League) observaba con una mezcla de extrañeza y decepción, siete minutos más tarde, Rashford sentenciaría. Si antes deshizo la tensión, ahora proporcionaba una notable sensación de alivio general entre la mayoría presente en Old Trafford, quienes se saben conocedores del hecho de que no es común semejante golpe de efecto tan tempranero en un duelo de tamaña envergadura.


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José Mourinho y Jürgen Klopp durante el encuentro (OLI SCARFF/AFP/Getty Images).


Después de semanas a la sombra de jugadores y problemas de encaje entre ellos que a Rashford dejaron sin encaje ninguno, volvió al inicio. Paul Pogba, lesionado, causó baja para quién sabe si una mejoría del funcionamiento del equipo, sobre todo viendo los niveles a los que éste decayó en la primera parte del partido del lunes anterior contra el Crystal Palace. Anthony Martial tampoco estaba y Mourinho decidió sentar a Jesse Lingard en el banquillo. Mourinho concedió a Rashford la oportunidad y éste le devolvió la confianza (marcando su primer doblete desde su debut en liga con el United contra el Arsenal en febrero de 2016) con el dominio de una gran cita, el triunfo cuando todos miraban. Y es que, hasta el descanso, el United siguió mordiendo, no disminuyó su intensidad y Juan Mata casi convirtió el partido en un correctivo para la memoria con un deslumbrante remate de chilena que, sin embargo, no pudo emular su gol de hace unas temporadas ante el mismo rival. Se estaba hasta gustando el Manchester United. Qué imagen. Porque si Mata tuvo esa ocasión que desaprovechó, lo compensó con todo lo que generó, reafirmando que con él el United ataca mucho mejor, con más sentido por la combinación y, a tenor de lo acontecido aquí, con más eficacia.

Aunque la proactividad general del conjunto local, como era de esperar, dejó paso a la inmaculada defensa del triunfo, de la posibilidad de volver a reinar y ante el eterno rival. Mata, Alexis, Rashford y Lukaku danzaron al son de la misma sintonía; lo propio hicieron los otros seis jugadores de campo para hacer de los tres puntos una realidad. Sin Phil Jones haciendo muecas ni Marcos Rojo dando patadas a diestro y siniestro (aunque por alguna extraña razón, cuando juegan juntos, estos dos tienden a hacerlo bien), Eric Bailly se erigió como el mejor defensor del equipo nuevamente con una capacidad para comandar que ni unos brillantes Scott McTominay y Nemanja Matic pudieron eclipsar. A través de córners (el Liverpool lanzó 13 por uno solo del United) pudo llegar el empate, pues si bien Dejan Lovren va bien por alto, Virgil van Dijk es un auténtico avión. Aunque no por nada Mourinho ha engendrado un all-star de torres (de los once jugadores que terminaron el partido en el United, sólo Ashley Young y Jesse Lingard no superaban el 1,78 de altura). El Liverpool buscó, pero jamás dio la sensación de estar realmente cerca. Si bien el propio Bailly se marcó un dificilísimo gol en propia puerta, De Gea no tuvo que rebuscar en su saco de los milagros. Aunque era difícil que el Liverpool remontase semejante desventaja, también quedó patente que tiene aún cosas por limar para dar ese último pasito hacia adelante. Allí a donde el United parece volver al fin.


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Programa especial para el duelo 200 entre ambos equipos (Michael Regan/Getty Images).

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Ander Iturralde