Brasil, Portugal o España. Son países en los que la historia de Maximilian William Kilman no hubiese pasado a ser un caso extraordinario. Sin embargo, en Inglaterra, el chico nacido en Londres se ha convertido en una excepción dentro del fútbol profesional. En el caudal original del fútbol, ¡un jugador de fútbol sala! Y es que el actual central de los Wolves comenzó su formación futbolística en las pistas de futsal. Sí, en el fútbol sala, el 40×20. Sí, en el Reino Unido. Inglaterra es un país con poca, casi nula, tradición en el balompié de pabellones. Las islas, en general, son tierras de botas de tacos y campos de barro alejados de las suelas y el balón pisado. Es por ello por lo que la historia de Max ha pasado a ser un ejemplo para las nuevas generaciones de futbolistas.
“Estaba en el parque cerca de mi casa con mi padre cuando vi a dos chicos jugando a futsal y les pedí unirme a ellos”. Así recuerda Kilman sus inicios en distintos medios. De esta forma, a sus 16 años, arrancó la trayectoria de Max en el fútbol sala. A raíz de ahí, entró a formar parte del London Genesis. Paralelamente, mientras comenzó su carrera en las pistas, el joven Max luchaba por compaginarla con el fútbol en el verde: “Entrenaba a futsal y fútbol compitiendo en ambos. A veces, jugaba cuatro partidos en una semana. Tiene una ética de trabajo para mejorar formidable” asegura Michael Skubala, seleccionador de Inglaterra en fútbol sala.
Kilman tuvo que vivir con la decepción de ser desechado por el Fulham y, desde entonces, fue dando tumbos por los terrenos de juego de Londres soñando con su momento. Gillingham Town, Welling United o Marlow FC fueron testigos del crecimiento del lozano londinense. Max se hizo un habitual de los campos de barro de las categorías inferiores inglesas mientras, a la vez, su nombre iba tomando importancia en los pabellones británicos. Las dos caras de la moneda.
Dos días en pista y otros dos días en césped. Así repartía el chico su semana antes de la competición. Enamorado de la velocidad e intensidad del fútbol con solo 5 jugadores, pero con la posibilidad de jugar en césped siempre en la mente, Max comenzó a despuntar en el 40×20. De hecho, con apenas 18 años disputó su primer encuentro con la selección inglesa absoluta de futsal. En ese vestuario coincidió con Doug Reed, jugador y toda una institución en el fútbol sala inglés. “Max es un chico muy humilde y gracioso, siempre estaba preguntando para poder mejorar” apunta Reed. Entonces, Max seguía jugando en el London Genesis antes de fichar por el London Helvecia, uno de los gigantes del futsal británico.
Como no podía ser de otra forma, ocupaba regularmente la posición de cierre lo que, al cambio, quiere decir defensa central. “Sin embargo, en su formación también ocupó posiciones en el centro del campo y de lateral izquierdo” puntualizó el seleccionador inglés de futsal. Un prometedor jugador en un deporte donde “todos los clubes son amateurs”, como nos recuerda Doug; lo que implica una brutal diferencia económica de un deporte a otro que tampoco puede escaparse de la situación.
Desde su debut internacional con la selección inglesa, Max estuvo tres años compaginando el césped con el parqué. Disputando cada semana los partidos de National League –quinta división- y los encuentros de la primera división del futsal inglés o, incluso, las fases clasificatorias para los distintos torneos internacionales con la selección. Así era la vida de Max. Cuando menos, distinta.
Hasta que, en agosto de 2018, apareció en escena el Wolverhampton Wanderers. “Mientras jugaba en la selección de futsal, seguía teniendo la ambición de ser profesional del fútbol” recuerda Doug. Kilman nunca dejó de intentarlo desde que fue rechazado por el Fulham, aunque se divertía mucho en el 40×20. “Cuando le llamó el Wolverhampton no podía decir que no” así que, con 21 años fichó por los Wolves para el equipo sub-23.
Su buen rendimiento en el filial de los Wolves le dio la oportunidad, en la temporada 2018-19, de debutar en la élite del fútbol inglés de la mano de Nuno Espírito Santo. Un técnico que no se caracteriza por dar demasiadas chances a los suplentes. Max, con mucha paciencia y buenas actuaciones, se están ganando el derecho a un mayor grado de protagonismo en el equipo. Algo que a Doug Reed no le sorprende: “Siempre supimos que él tenía potencial para convertirse en futbolista profesional, pero no sabíamos que llegaría a la Premier”. Pasando los ciento noventa centímetros de altura, el dorsal ‘49’ es un baluarte aéreo del arsenal quasi-portugués de los Wolves. Aun así, Kilman sigue habiendo sumado más encuentros como internacional absoluto inglés en futsal (25) que en el fútbol profesional, donde no llega a la veintena. A pesar del cambio de terreno de juego, el central, prácticamente, no ha notado la diferencia en cuanto a su forma de jugar: “En la Premier juega igual que con nosotros en la pista de futsal, aunque creo que necesita más confianza con balón”, opina Doug.

Max Kilman es un zaguero de futuro que ya sabe lo que es competir en el máximo nivel a pesar de su reducido bagaje en la élite del fútbol británico. Eso sí, “tenía mucha facilidad para jugar el balón con presión”, rememora Reed con el apoyo del seleccionador inglés de su etapa compartiendo vestuario. Esta circunstancia está ligada a la precocidad de su llegada al más alto nivel del fútbol sala, ya que, con tan solo 18 añitos, ya vestía la camiseta de los Three Lions. “El fútbol sala le ha ayudado mucho en la toma de decisiones además de la técnica y la inteligencia en el juego” puntualiza Doug Reed.
Kilman ha tenido una formación distinta al resto y eso le ha permitido ser un jugador diferencial. “El futsal no solo ayuda técnicamente, sino también en la táctica, la toma de decisiones, la responsabilidad con balón y el físico. Además, para los jugadores de cierta edad, les ayuda a tener otra percepción del juego”, aclara su exseleccionador Mike Skubala sobre las virtudes que el fútbol en pista puede ofrecer a un jugador que cambia de superficie. Quizás, Max Kilman sea un jugador con una formación más completa que el resto. Puede, quién sabe, que sin estos años de parqué nunca hubiese llegado a ser futbolista profesional. Nunca lo sabremos.
El 4 de mayo de 2019, Max cumplió el sueño de debutar en la Premier League. “Sabíamos que había varios clubes de fútbol que lo estaban siguiendo, nosotros intentamos ayudarle en su periodo en futsal”, recuerda Skubala de aquella época que compartió con el central londinense. No llegó a un minuto entero en el terreno de juego, pero se convirtió en el primer jugador en participar en la primera categoría del fútbol inglés habiendo sido internacional absoluto. “Max es un jugador físicamente increíble y con un gran toque de balón, por eso ha llegado a la Premier. Aunque tiene mucho margen para mejorar todavía” asegura Reed.
Kilman, tras no contar con demasiadas oportunidades la pasada campaña, está entrando en los onces de Nuno en la actual campaña como central zurdo en línea de tres. “Kilman destaca en su posicionamiento defensivo, su físico y su pase”, apunta Skubala sobre su pupilo. Después de un largo trayecto hacia la élite, Max está logrando asentarse en el fútbol inglés. Un viaje que se complicó, pero que ha conseguido gracias al parqué. El futsal lo toma como una figura talismán cuando el deporte más peligro corre con recortes tremendos derivados de la crisis económica: “Kilman ha sido una gran ayuda para el futsal en su peor momento económico. Ahora, se está empezando a incluir el fútbol sala en la formación de los jóvenes”, comenta Doug tras la decisión de la FA de retirarle casi todo el presupuesto al futsal por la crisis sanitaria.
Un futbolista triunfando en el césped después de curtirse en pabellones de parqué. Un ejemplo para los jóvenes soñadores del balón y un referente para el futsal en, quizás, uno de los momentos más delicados para este deporte. Max nunca dejó de creer en su futuro como futbolista profesional mientras se entretenía y aprendía en las canchas de futsal. Una historia distinta en un país diferente. Un intruso en la cuna del fútbol.