En las últimas semanas hemos sido testigos de la desaparición de Paul Pogba del radar futbolístico. El segundo jugador más caro de la historia del fútbol y buque insignia del resurgir que el Manchester United iba a llevar a cabo bajo la batuta de José Mourinho no pasa por su mejor momento. Lesiones que suenan a encontronazos con su técnico y demás situaciones poco esclarecidas al margen, lo cierto es que su lugar lo ha ocupado progresivamente un joven nacido en 1996 en Lancaster, una pequeña ciudad situada a un centenar de kilómetros de Mánchester: Scott McTominay. Al principio, su participación parecía circunstancial y luego producto del tira y afloja entre Pogba y su técnico pero lo cierto es que el espigado rubio da la sensación de que ha convencido al genio de Setúbal con el transcurso de los partidos. Pero ¿por qué?
Repasemos los antecedentes recientes y no tan recientes de Mourinho en sus últimos clubes y su modus operandi en las segundas vueltas. El año pasado en Premier League encajó 19 goles en la primera vuelta y tan sólo 10 en la segunda. Una muestra de recrudecimiento del modelo de juego y eso que no se enfocó en obtener buenos resultados en la liga, alineando suplentes a menudo, ya que su objetivo pronto se tornó en ganar la Europa League como pasaje a la Champions League de este año, como finalmente consiguió. Tras alguna goleada en la fase de grupos, en cuanto se acercó la hora de la verdad, de marzo en adelante, los partidos del Manchester United se tradujeron en empates o partidos ganados por la mínima. Célebre (al menos entre el gremio de entrenadores) se hizo su discurso sobre cómo había preparado a su equipo sobre todo para incomodar al Ajax. Algo que puede sorprender ya que, por diferencia de presupuesto y de calidad, podríamos pensar que el United debería haberse centrado más en cómo atacar al Ajax y que fueran los holandeses los que se preocuparan de cortocircuitar el juego de los Red Devils. Pero el paradigma Mou es diferente. Una clase magistral sobre cómo neutralizar al rival.
El Chelsea que fue campeón de liga en su segunda etapa marcó doce goles menos en la segunda vuelta que en la primera y encajó cuatro más, si bien cinco fueron en un mismo partido contra el Tottenham (5-3 en White Hart Lane) pero volvió a ganar muchísmos partidos por la mínima y en la mitad de los 18 disputados dejó la portería a cero. Cuando se acerca la hora de levantar trofeos, el mensaje es ser fuertes atrás ante todo.
Célebre fue su Inter de Milán, con el que consiguió frenar al Barça de su archienemigo Pep Guardiola, en especial en aquel partido en el Camp Nou en que jugó más de una hora con un jugador menos por la expulsión de Thiago Motta pero en el que resistió un asedio tremendo. Fue de los primeros en enseñar el camino de cómo defender al Barcelona atendiendo más a los espacios que al poseedor de balón y todos tendremos la imagen de un Samuel Eto’o sacrificándose como un loco haciendo de lateral derecho.
Competitividad hasta que se entra al vestuario tras el pitido final, orden táctico por encima de cualquier otra virtud y sacrificio para realizar cualquier tarea es lo que Mourinho exige a estas alturas de la temporada para conseguir los objetivos. Y con Jose, o se está con él o se está contra él. Y máximo cuando se acerca la primavera, una estación que de la mano del técnico portugués se transforma en el crudo invierno. Y para atravesarlo hacen falta futbolistas dispuestos a todo como McTominay, porque él tiene todo eso que el nuevo amo de Old Trafford necesita.
McTominay tiene un juego aéreo aceptable, un físico potente para las disputas uno para uno, velocidad suficiente para tapar espacios y todo el aguante que un chico de veintiún años en forma puede tener: corre lo que haga falta. Pero además tiene la capacidad (o las ganas, la actitud, que cada uno ponga aquí lo que mejor defina la habilidad para poner al equipo por encima de los intereses individuales) de ayudar a todos sus compañeros cercanos, a los de la misma línea y a los de la línea anterior (la defensa). El nuevo chico preferido de Mourinho está demostrando tener un carácter de hielo para no dejarse sobrepasar por las circunstancias porque nunca entra a por el balón a destiempo, porque no abandona su zona si no sabe que ya está bien equilibrada y, sobre todo, y esto le encanta a Mourinho, corre muchísimo para tapar los huecos que dejan los demás. Por eso es tan valioso al lado de un Nemanja Matic que antes hacía todo esto a las mil maravillas pero que ya no puede, o al menos no tantas veces porque el físico ya no le alcanza. Por eso McTominay juega por delante de otros futbolistas con mucho más nombre, porque gracias a él sí puede juntar al mismo tiempo sobre el césped a Alexis Sánchez, Marcus Rashford y Juan Mata. Aunque estos cumplen con sus obligaciones defensivas, las temporizaciones defensivas o anticipaciones de McTominay permiten que tengan tiempo de volver a ayudar. No sólo es ordenado sino que también da tiempo a los demás para que se ordenen. El bueno de Scott hace mejores a Eric Bailly y Chris Smalling porque les permite ser agresivos para salir de su zona acompañando a su marca o tapar en banda al delantero que se ha dejado caer a la espalda de los laterales Ashley Young o Antonio Valencia, porque él ocupa su sitio y así la línea de atrás sigue estando bien preparada para recibir un centro lateral. Además, gracias a su físico, en cuanto el balón del rival vuelve al centro del campo, él está allí e incluso puede robarlo.
McTominay no para de moverse pero es que, además, lo hace con mucho sentido, durante todo el partido. Como ejemplo recomiendo observar detenidamente el pasado clásico contra el Liverpool. Además, en un partido de máxima exigencia contra un equipo que suele combinar con precisión y peligro, y con muchos rivales transitando por su zona, bien de frente (como James Milner o Alex Oxlade-Chamberlain) o incluso llegando desde su espalda (Roberto Firmino, Sadio Mané). Impresiona ver su mapa de calor y también su mapa de acciones con balón. Si al contexto de partido, con una posesión del United del 32,1%, añadimos que el joven tuvo un 85,7% de acierto en el pase, cometió una sola falta y recibió tres, nos vamos formando una idea del porqué parece que de momento es el elegido para ocupar un sitio seguro en el eje del United. Matic tuvo un 75,7% de acierto en el pase, con algún error que desembocó en auténtico peligro rival. Si atendemos a su acierto en defensa, el serbio sale aún peor parado en la comparativa.




De todos modos, el debate para Mourinho no es «Matic sí o Matic no», el debate es «quién debe acompañar a Matic», máxime ahora que Jesse Lindgard tiene un rol secundario (porque el inglés ayudaba más que cualquier otro media punta en defensa) y Alexis Sánchez es indiscutible. Si, como parece, Mourinho ha comenzado su «winter is coming» particular, McTominay parece que lleva todas las de ganar.