En el seno de Cobham se confía plenamente en Antonio Conte, entrenador que les llevó la temporada pasada a ser campeones contra todo pronóstico. Al menos públicamente. Ni la sonrojante derrota por 3-0 en el Olímpico de Roma ni los nueve puntos de distancia con el Manchester City hacen dudar de su continuidad por ahora. Es cierto que son el primer equipo inglés en conocer la derrota en Champions League (quince victorias, cuatro empates y esta única derrota) y que dejaron una imagen pésima en la capital italiana, pero la inoperancia del Atlético de Madrid, que no ha sido capaz de derrotar al Qaarabag en 180 minutos, les deja con pie y medio en los octavos de final.
Se ha puesto de manifiesto la excusa de las ausencias. N’Golo Kanté, pieza capital, ha estado tres semanas lesionado (en principio, estará disponible por fin para este envite). El nigeriano Victor Moses sigue al margen y Danny Drinkwater llegó mermado de Leicester y no ha podido ser de utilidad hasta el momento. Ya se avisó en pretemporada de la importancia de sumar más hombres para la causa para tener opciones en las cuatro competiciones en liza. Ahora de poco sirven los lamentos y menos aún achacar los malos resultados a las aptitudes de Conte.
Los jugadores, para resarcirse de las críticas recibidas por su actitud, tendrán que superar a todo un Manchester United. En su rival, los focos no estarán sobre ningún jugador sino sobre su entrenador: retorna José Mourinho a la que fue su casa en dos etapas. El luso ya se ha apresurado a comentar que es parte del fútbol trabajar un día para un equipo y posteriormente ser su rival (ya ganó 0-1 en Stamford Bridge con el Inter en octavos de la Copa de Europa 2009-10 proclamándose posteriormente campeón). Un tono propio del entrenador portugués, que busca sacudirse la presión y traspasarla a su adversario como actual campeón inglés.
La realidad es distinta. Mourinho es parte fundamental de la historia del Chelsea. En sus dos etapas (de 2004 a 2007 y de 2014 a 2016), consiguió tres ligas y, sobre todo, cambió el estatus de la entidad. Los convirtió, impulsado por la fortuna de Roman Abramovich, en una superpotencia del fútbol mundial. Como inquilino en Old Trafford ha conseguido enderezar el rumbo de un buque que se encontraba a la deriva desde la marcha de Sir Alex Ferguson. En su primer año, conquistó la Europa League, título que sirvió para retornar a la máxima competición continental de clubes, y la Copa de la Liga. Pese a las críticas a su fútbol rácano, son los únicos que aguantan el ritmo inicial de sus vecinos celestes y en Champions han asegurado avanzar de la fase de grupos tras la victoria por 2-0 al Benfica.
Otros que retornan a su antiguo hogar son Nemanja Matić y Romelu Lukaku. El serbio se ha erigido como pieza fundamental de este United. Tanto Phil Neville como Ray Wilkins no han dudado en tildar esta venta como una auténtica locura por parte del combinado londinense. El ariete belga, por su parte, ha justificado su traspaso millonario a base de goles y estará dispuesto a celebrar un gol por todo lo alto ante su exafición, como ya hiciera contra el Everton.

Viendo la contundente victoria del Tottenham sobre el Real Madrid, el triunfo del Manchester United contra el equipo de Mauricio Pochettino por la mínima la semana pasada cobra más valor. En ese partido, Mourinho dispuso de tres centrales con la inclusión de Chris Smalling en detrimento de Juan Mata, formación que podríamos volver a ver sobre el verde. De estar disponible Kanté, tampoco sería de extrañar la disposición del doble pivote junto a Tiémoué Bakayoko, liberando a Cesc Fàbregas y sentando a Pedro para dispensarle un rol de revulsivo.
Se otorgan más opciones al Chelsea de llevarse los tres puntos. Los locales solo han caído derrotados en una ocasión (en 2012 por 2-3) en sus últimos 16 duelos entre ambos. Sin embargo, cuando arranque el duelo poco importarán las estadísticas y es muy complicado posicionarse por uno de los dos. Lo que parece claro es que no se prevé un partido de ritmo alto y donde reine el espectáculo sino más bien un partido de tono ajedrecístico. Solo los elegidos como Eden Hazard, Marcus Rashford, Álvaro Morata (aunque acumula seis partidos sin marcar y comienza a ser cuestionado) o Romelu Lukaku tienen facultades para encontrar fisuras en los complejos sistemas defensivos y despertarnos del letargo.