A menudo, la presión ejercida sobre los entrenadores profesionales provoca que su prioridad sea siempre el tiempo presente. Al fin y al cabo, ¿para qué preocuparse por el futuro si puede que no llegue nunca? Un pensamiento muy humano pero del que los entrenadores deberían huir si aspiran en algún momento a algo más que retener su empleo un día más. Vivir el hoy no debe ser óbice para planear el mañana.
Ese no ha sido el caso de Slaven Bilic. El recién defenestrado entrenador croata jamás planeó una plantilla a medio plazo. Como el jugador de póker que en cada mano cambia cuatro cartas, el ya extécnico del West Ham intentó remodelar su plantilla ventana tras ventana. Pero sin un plan en el que sustentar su caótica actividad de fichajes. Tras realizar un gasto neto en fichajes superior a los 80 millones de libras en los dos últimos años, el club no solo no está más cerca de los seis grandes sino que se encuentra sumido en la lucha por el descenso.
Bilic se labró una reputación apoyado en dos factores: un genio llamado Dimitri Payet y el entorno positivo provocado por la última temporada en Upton Park. Payet no fue propiamente un fichaje de Bilic pero el francés fue determinante en su única temporada completa en Londres. Con nueve goles y doce asistencias, permitió a los Hammers auparse a la séptima posición aprovechando el descalabro de un Liverpool centrado en la Europa League y de un Chelsea que despidió por segunda vez a José Mourinho. Pero por detrás del Southampton de Ronald Koeman.
El técnico croata fue incapaz de gestionar el asunto Payet cuando el astro francés decidió regresar a Marsella en enero de 2017. Bilic le dejó en evidencia en público y le condenó a entrenar con el filial, enquistando el conflicto y certificando que la única solución era el traspaso. Sin Payet, el West Ham entró en un caos en el que sigue sumido a día de hoy. Las carencias que un jugador del calibre del francés ocultó quedaron al descubierto de la noche a la mañana.
Ni los cambios constantes de sistema ni los extraños inventos de Bilic sirvieron para frenar un declive imparable. Con el croata a los mandos, hemos visto al West Ham jugar con cinco sistemas diferentes en once partidos de liga esta temporada: 4-2-3-1, 3-4-3. 4-4-2. 3-5-2 y 3-4-2-1. Esa volatilidad se aplica también a los jugadores: con Bilic, hemos visto a Cheikhou Kouyaté jugar de lateral derecho, de central y de medio centro; a Edimilson Fernandes jugar de lateral, carrilero, extremo e interior; y, por supuesto, a Michail Antonio ocupar el puesto de lateral derecho, extremo derecho, media punta y delantero centro. Ni siquiera en la negra era de Avram Grant se produjo un embrollo de este calibre.
Bilic deja una plantilla envejecida y descompensada. Sus fichajes de este verano fueron Pablo Zabaleta (32 años), Javier Hernández (29), Marko Arnautovic (28) y el cedido Joe Hart (30). En la plantilla actual también quedan otros fichajes del croata como José Fonte (33) o Angelo Ogbonna (29). A ellos cabe sumar otros pesos pesados del vestuario como James Collins (34), Winston Reid (29), Andy Carroll (28) o Mark Noble (30). En este panorama desolador, los únicos jugadores de futuro son Perico Obiang (25), Manuel Lanzini (24) o Edimilson Fernandes (21), además de canteranos como Declan Rice (18) o Reece Oxford (18, cedido en el Borussia Moenchengladbach), además del español Toni Martínez (20), que no deja de marcar goles en el filial.
Con la lesión indefinida de Sam Byram (que tampoco parecía contar mucho para Bilic), Pablo Zabaleta es el único lateral derecho natural de la plantilla (ante su sanción por acumulación de tarjetas, Edimilson Fernandes ocupó el carril derecho en el último partido de Bilic). La plantilla solo dispone de tres medio centros (Obiang, Noble, Kouyaté) y tres jugadores de banda (Ayew, Arnautovic, Antonio).
David Moyes ha sido el elegido para suplir a Bilic hasta final de temporada. Su conocimiento de la Premier League está fuera de toda duda. Su fracaso en el Manchester United, tras tomar el relevo de Sir Alex Ferguson tras 26 años, y en el Sunderland, un equipo que hoy se encuentra en zona de descenso a tercera división, no deberían empañar sus fructíferos once años en Goodison Park. Moyes tomó las riendas de un Everton que había vivido los primeros años de la Premier League como un suplicio y lo convirtió en “el primero de los demás”. Acostumbró a la parroquia Blue a pasearse por Europa y a competir de tú a tú con los grandes.
Las claves de Moyes en Goodison fueron un modelo de juego muy definido basado en el juego directo, el dominio del balón parado y el juego aéreo, y una férrea organización defensiva. Además de su habilidad para reclutar jugadores semidesconocidos y promover a jugadores de la cantera. Considerando que su contrato solo se extiende inicialmente hasta final de temporada, es dudoso que los dueños David Sullivan y David Gold estén dispuestos a tirar la casa por la ventana en enero, así que Moyes deberá arreglárselas con lo que tiene.
En el once titular, Moyes tiene poco margen para hacer cambios respecto a los hombres utilizados por Bilic. El técnico escocés ha solido optar por sistemas con defensa de cuatro, normalmente 4-2-3-1 o 4-4-1-1. Es poco probable que Moyes decida darle una oportunidad a Adrián San Miguel en detrimento de Joe Hart en año de Mundial. Zabaleta, Fonte, Reid y Cresswell tienen visos de ser la línea defensiva titular. Kouyaté y Obiang deberían ser los medio centros titulares con Noble en la recámara. Antonio, Lanzini y Ayew deberían ser la línea de media puntas por detrás de Chicharito. Cuando Andy Carroll esté en plenas condiciones físicas (cosa que podría no llegar a producirse nunca), Moyes podría optar por un tradicional 4-4-2 para unir al inglés con Chicharito en detrimento de Lanzini.
En cualquier caso, Moyes afronta la última oportunidad para reconducir una carrera que parecía destinada a las más altas cotas hace solo cuatro años cuando Ferguson le eligió como su sucesor. En el Manchester United, Moyes firmó un contrato de seis años, hasta 2019. Desde entonces, ha dirigido al propio United, Real Sociedad, Sunderland y West Ham. Los dueños del West Ham confían en que Moyes enderece el rumbo de un equipo a la deriva y repita el trabajo realizado en el Everton. En caso de que su proyecto en el London Stadium acabe con un descenso como el del Sunderland de la temporada pasada, a lo único a lo que podrá aspirar Moyes en el futuro inmediato es a convertirse en una versión escocesa de Neil Warnock, un chapuzas al que recurrir para salir del paso.