Víctor Diéguez

Nadie compite como el Liverpool

El Liverpool, mediante los goles de Keïta y Firmino, ha hecho gala de un nuevo ejercicio de competitividad derrotando al Oporto y dando un paso de gigante hacia la siguiente ronda.

La Champions League es diferente. No entiende de nombres, pero sí de fútbol. Poco le importa como sea una plantilla si esta no sigue sus particulares normas. Pese a ello, hay equipos que entienden como funciona tan mágica competición pese a su imprevisible forma de ser. Y el Liverpool, ese equipo que pocas veces ha saboreado la derrota en esta temporada pese a que no parece haber encontrado aún su mejor forma, sabe de que va la Copa de Europa. Ante el Oporto, los Reds ganaron con solvencia y parece que estarán en la próxima ronda. Otro día más en la oficina para los de Jürgen Klopp.

Puede parecer que el Liverpool avanza con lo justo y necesario, que no da para más esta temporada. Ese equipo vistoso que arrasaba por donde pasaba ha dejado paso a una versión más seria, más lenta, menos divertida. Pero que parezca ser una versión empeorada no significa que así sea. El equipo de Anfield ahora compite mejor, concede menos y golpea mejor. La temporada pasada, ganaron al Oporto en Portugal por 0-5, pero la victoria de hoy por 2-0 quizás tiene más valor. Puede ser menos, pero el mensaje del Liverpool es claro hacia sus rivales: no hay equipo que compita como los Reds.

El Oporto no tuvo ninguna oportunidad de sacar algo provechoso de Anfield. Moussa Marega pudo meter el miedo en el cuerpo a los Reds, pero solo fue un espejismo del vendaval que fue el Liverpool en la primera parte. El equipo portugués, con el método que propone Sérgio Conceição, parecía que iba a poner en más apuros a los muchachos de Jürgen Klopp. Pero este no sería el día en el que el Liverpool iba a caer en Europa. Y, en parte, fue gracias a lo bueno que es Roberto Firmino.

Si en el Allianz Arena Virgil Van Dijk decidió la eliminatoria, esta vez el protagonista fue Firmino. Con dos movimientos con los que hizo gala de su gran lectura del juego, provoco los dos goles de su equipo. En el primer gol, un desmarque suyo al primer palo rompió toda la defensa del Oporto, dejándole en bandeja el tanto a Naby Keïta. Mención especial para el guineano, que ha anotado su segundo gol en el Liverpool tras anotar el primero ante el Southampton. Más tarde, en el segundo y definitivo tanto, inició la jugada en tres cuartos de campo, se volvió indetectable para la defensa portuguesa en el segundo palo y anotó a puerta vacía un gran centro de Trent Alexander Arnold. Dos jugadas, dos movimientos y dos goles. Masterclass de Firmino sobre como debe jugar un delantero.

El brasileño se llevó los focos, pero el bloque que ha formado Klopp es tremendamente fuerte. Todos cumplen y todos lo hacen bien, formando un conjunto tremendamente competitivo. Si no está Andy Robertson, juega James Milner y no se nota la diferencia. O al menos, eso parece. Jordan Henderson llega enchufado a este tramo final, Van Dijk sigue liderando en defensa, Fabinho Tavares sujetando al equipo y los de arriba sigue complementándose a la perfección. Esto es una consecuencia directa de cómo funciona el Liverpool como equipo, siendo uno de los mejores bloques que quedan vivos en Europa. Todas las piezas son importantes dentro del engranaje de un reloj que funciona a la perfección. 

Aún queda la vuelta en Do Dragao, un estadio capaz de llevar en volandas a los suyos hacia la victoria. El resultado, pese a ser contundente en una eliminatoria a doble partido, no es definitivo. Y si no, que se lo cuenten al Manchester United de Ole Gunnar Solskjaer. El Liverpool tiene ya un pie en semifinales, pero mal haría en confiarse. Cosa que sería demasiado extraña hablando del equipo de Jürgen Klopp, conjunto que no es tan vistoso pero sí es más efectivo. Veremos si, con el tiempo, consiguen levantar algún trofeo importante para poner el broche a esta etapa del club. De momento, ya es aspirante a ganar la Champions League y está en la lucha por ganar la Premier League. Y todo ello, gracias a su extraordinaria competitividad.

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