Ander Iturralde

Nadie esperó que fuese tan difícil

Dentro del caos que es el Manchester United, Paul Pogba parece haber quedado encerrado dentro de un limbo que amenaza a alejarle de forma definitiva del estrellato mundial. Todo parecía perfecto, o al menos de una brillantez prominente, cuando fichó por segunda vez por el club. Ahora, es “salvese quien pueda». Porque juntos no han demostrado ser capaces.

Hay algo muy difuso, incluso esquivo, en el concepto que es Paul Pogba. Lo que se antojaba como una construcción no milimétrica pero si depurada de una nueva estrella, ha caído y chocado contra la tierra. La situación no es irreversible, aunque sí complicada. Había algo tan estético, tan refinado en la imagen que se proyectaba de Pogba en la Juventus. A posteriori es infinitamente más fácil de calibrar y analizar una situación, pero a la cual él se adentró en Italia resultó ser perfecta. Creció, maduró gracias a su propio esfuerzo pero también gracias a la presencia a su alrededor de Andrea Pirlo, de Claudio Marchisio, de Georgio Chiellini y de Andrea Barzagli; de Antonio Conte y de Massimiliano Allegri; de la Juventus. Llegó para ser parte de un club camino a la máxima élite del fútbol. Llegaron a una final de Champions League, incluso. Las perspectivas eran buenas en un club funcionando como un reloj suizo. Se sobrepusieron a las ventas de jugadores insignia, antes, después y a la del propio Pogba. Porque ahora dominan en Italia, pero la Serie A no es la Bundesliga ni la Ligue 1. Aunque ahora sean deseperadamente ineptos, hay dos equipos milaneses -además de Nápoles y Roma, dentro de lo posible- que deberían plantar cara a los turineses. La tierra que ahora hay echada entre éstos últimos y el resto en el país con forma de bota es en parte graicas a la colaboración del jugador que formaron Le Havre primero y Manchester United después.


gettyimages-592211498
Zlatan Ibrahimovic fue parte de la última gran Juventus antes de la eventual llegada de Paul Pogba. Años después, formarían un tándem estelar en Old Trafford (OLI SCARFF/AFP/Getty Images)


La Juve había vuelto de entre las tinieblas y cuando llegó el momento, y más de 100 millones, dejaron a Pogba marchar; él con la confianza por las nubes, listo y dispuesto a tomar un rol de todavía mayor importancia en un club que quería regresar a lo más alto. Pogba era la estrella que iba a revolucionar la situación, que iba propulsarles a través del camino de vuelta a la gloria. Más pesado, pegajoso y disfuncional ha demostrado ser el reto de lo que muchos esperaban, no obstante. Cuando llegaron él, Mourinho, Zlatan… el United recuperaba fuerza, caché, arrogancia; pero no lo suficiente de todas esas cosas para ser la reconstrución duradera. En circunstrancias “normales” quizás hubiesen ganado una liga en su segundo año. Habiendo un equipo con 100 puntos, un “fallo en el sistema”, lo que hubiese sido una muy buena temporada fue acribillada por la nueva realidad, la que alejó la meta un paso (o dos, o tres…) demasiado lejos. Difícilmente iban a poder resistir porque el tercer año en el bosque, en el reino de Mourinho, las cosas suelen dejar de ir igual de bien. Se pierde efectividad, ya que el enorme esfuerzo inicial acaba difuminando la diana, el objetivo. El malestar se filtra. Y luego se celebra su final en Instagram. Aunque Pogba sólo estaba haciendo un anuncio para Adidas y no sabe de qué le hablas. Pero, personalmente, no creo en las coincidencias. Pocos lo hicieron en ese momento.

El caso, sin embargo, es que no es culpa sólo de Pogba. Nadie es más culpable que quien marca la línea editorial que más tarde crea la cultura del club: sus dueños. El Manchester United tiene un problema de competitividad que empieza y termina en la familia Glazer. Esa es la cruda realidad. Todo éxito que se dé lugar dentro de esta hegemonía no da indicios a durar. No da la impresión de ser más que un mero espejismo. Empieza con ellos y acaba con ellos; y entre medias hay una jungla, un caos que necesita ser tratado, porque ese caos no se sobrepondrá a largo plazo a su propia dirección administrativa. Y esto no es una ataque gratuito a los componentes de la familia Glazer, pero sí es un inequívoco recordatorio a su insuficiente gestión. El fervor de la competencia en la Premier League es enorme y no es casualidad que esta temporada hayan sido ellos y el Arsenal quienes hayan quedado fuera de los puestos de la Champions League. Hay que seguir el ritmo y el United no es capaz ahora mismo. Partes del club creen que sí, porque son el Manchester United. Pero es que hace falta más, mucho más, y no es de extrañar que Pogba haya quedado tan expuesto. En gran parte de forma inmerecida, pero para bien o para mal, el mundo no tiende a ser justo. Y de alguna forma, es casi imposible hacer una valoración justa de Pogba. Las circunstancias lo han abrumado todo. Ver dos metros más allá requiere de enorme concentración.


«Hay algo muy difuso, incluso esquivo, en el concepto que es Paul Pogba».


Las expectativas consumieron la percepción de que lo que realmente pasó en su primer año de vuelta en Old Trafford. Independientemente de cuántos de ellos se terminara quedando Mino Raiola, no puedes costar más de cien millones, hacer una “buena” temporada y esperar que ella se aprecie como tal. Aquí o te sales por todas partes o eres un fraude. Un fraude con cuentas en redes sociales. Es parte del problema con Pogba, el hecho de que se exponga tanto. No hace más que acrecentar la presión; no hace más que exagerarse todo. Pero es parte de él y también parte de lo que le hace bueno. Esa extravagancia, ese excentrismo. Todo está unido y cuando funciona, cuando el viento finalmente sopla a favor todo es radiante, todo exuda brillantez. La distancia, a nivel conceptual, entre Pogba y el United es ahora mismo exponenecial, sin embargo. El United no sabe ni hacia dónde va, a pesar de que la ruta marcada cuando reunieron sus caminos era clara. Tres años más tarde… es que no lo es, no es ni remotamente clara. ¿Qué van a hacer la temporada que se viene encima? ¿Qué van a hacer antes de ella? ¿Qué va a hacer Pogba? Esta última pregunta, aunque el mercado sea pequeño, en cuánto a intencionalidad haber sido resuelta este pasado domingo cuando se supo de palabras del propio Pogba: “Quizás sea momento para un nuevo reto”. Porque, a pesar de que el club sabe que tiene que luchar por retenerle, quizás al final ni siquiera les merezca la pena limpiar todo lo ya contaminado. Porque es mucho. Quizás era demasiado “idónea” para funcionar la idea de Paul Pogba y el Manchester United.

Estaba siendo un comienzo de verano relativamente silencioso en el teatro, más que de los sueños, del ruido. Y ese ruido rodea a Pogba como un ejambre de ajebas. Antes de salir finalmente a decirlo, a decir que “yo me quiero pirar”, lo más reciente, lo más disparatado y al mismo tiempo lo más lógico con lo que se había especulado era un potencial regreso a la Juventus. Porque más allá de que el club, de que los Red Devils estén tan perdidos, Pogba mantiene intactas sus ambiciones. Viendo que la sintonía quizás no vuelva a ser encontrada, las vías de salida no son numerosas para él. El mercado es límitado para quien quiere consagrarse de una vez por todas en la primera línea mundial. La Juventus, el Real Madrid o, si estiras mucho el chicle, el Paris Saint-Germain. Pogba lo tiene prácticamente todo para introducirse en esa esféra, pero no lo ha hecho. Hay algo en la Juve que es quizás lo que le falta. También en el Real aunque haya más trabajo por hacer. Y el Manchester United probablemente también lo ha tenido en sus mejores épocas. Ahora no, y es posible que Pogba, con el resto de piezas del United, no pueda generarlo por si solo. Quizás no pueda sacar a un club del pozo, pero sí darle a un club una vida mejor. En Manchester no, pero en la entidad Biancconeri todo funciona, el escenario está montado para que el equipo brille, para que puedan alcanzar el cénit del fútbol de clubes el próximo mes de mayo. Con Ramsey, con Sarri, con Cristiano, con una defensa a la que no le queda mucho pero que todavía sigue ahí, es donde Pogba puede convertirse en el que “Pogba” que él sabe que puede ser. La estrella finalmente consolidada, no una figura a la que persigan murmullos.

El Mundial fue un enorme paso adelante. En un doble pivote junto a N’Golo Kanté, en un equipo más cauteloso que desarmador durante la mayoría de sus actuciones, pero Pogba brilló, ascendió al momento y fue uno de los grandes líderes, con una inspiradora charla en el vestuario en la final que se volvió viral, de un triunfo verdaderamente especial: Francia se convirtió en Rusia 2018 en la campeona del mundo. Un momento que él personalmente quería. Porque, como señalábamos, él es alguien consciente de su propio potencial y que tiene un notable rango de visión sobre el mundo. Ello, de alguna manera, se encapsulaba en una historia que contaba en una reciente entrevista que concedió a Matt Dickinson en un nuevo podcast del Times de Londres. Siendo preguntado por el concepto del racismo, Pogba decía: “Veo y escucho muchas cosas, pero no reacciono. Sólo sonrío. Una vez, jugábamos contra la Fiorentina. Yo acababa de salir del banquillo y unos, uno hizo el mono. Hizo alguna especie de ruido de mono. Y le digo: ‘¿Por qué? ¿Por qué haces esto?’. Y le di mi camiseta. Le digo: ‘Llévate mi camiseta’. Y entonces estaban muy contentos. Y me aplaudieron. Mi reacción es simplemente la de rezar por ellos. Y entiendo que sólo quieren que su equipo gane, pero hay diferentes formas de expresarlo. Hacer algo así es muy bajo. El mundo es bello, con muchos colores, con muchas culturas”.


gettyimages-1048127278
Paul Pogba quiere maximizar su potencial de grandeza (FRANK FIFE/AFP/Getty Images)


Volviendo a su presente situación, la temporada no pudo cerrarse de peor forma. Con el equipo patinando hacia ninguna parte, siendo eliminados de la Champions, perdiendo la clasificación para la siguiente, empatando en Huddersfield, perdiendo en casa contra el Cardiff City… El desastre fue evidente. Tanto fue así que los abucheos, las reprimendas llovieron por parte de la afición y, sobre todo, sobre el propio Pogba. No ha sido ni por asomo el mayor de los males del equipo esta implosión final. Un jugador de su calidad rara vez lo es. Es más, es perfectamente posible que haya sido el mejor del equipo esta temporada. Pero… ¿acaso importa? Porque como decía, el ruido es demasiado para discernir casi nada de todo este batiburrillo de situación. Acabó Pogba encarado con algunos aficionados para quienes la victoria, el regreso del club a lo que fue, lo es básicamente todo. El efecto imán que es inherente en Pogba acaba distorsionando la realidad.

Se podría decir que fue cuando jugaron contra equipos peores, y sería cierto, pero sobre todo fue cuando Ander Herrera estaba en el otro puesto de interior y no lesionado, cuando Solskjaer encendió la cerilla que les reactivó en ese sensacional comienzo, que el equipo funcionaba y el único campeón del mundo actualmente en el equipo por fin brillaba como se deseaba. Pero Herrera ya no está, el “efecto Solskjaer” ya se ha desgastado, Lukaku podría irse porque, en cualquier caso, con su última versión el equipo no parece que pueda llegar lejos; la defensa necesita mucho más y más todavía con alguien tan específico y tan genial como Pogba delante de dicha línea. Quizás otra parte de su problema sea de concepción y es que un jugador de tan exhuberante técnica y elegancia, al igual que de un imponente físico, no acostumbra a ser interior. Un interior al final suele necesitar de muchos más factores. Si ellos se reúnen ese interior te va a llevar a ganar. Pero sin ellos, y además en un club como es actualmente el Manchester United, es muy difícil. Y puede que imposible. Pogba, en la entrevista en The Times antes mencionada, también remarcaba algo sobre sí mismo y que es común en deportistas de élite: “Era un mal perdedor. Todavía soy un mal perdedor”. No dejará de ser interesante ver hacia dónde acaban llevando las aguas, si él acaba teniendo que quedarse porque las opciones son las que son o si finalmente logrará marcharse. Sea lo que sea, nadie esperó que fuese tan difícil.

Sobre el autor

Ander Iturralde