¡Qué bonitos fueron los años 80! Bueno, para quienes lo vivieron, pero en Luton, 30 millas al noroeste de Londres, tuvo que ser un periodo maravilloso, sobre todo, para los aficionados al fútbol. Y es que durante esa década fue la última vez en la que el equipo local militó en la máxima división del fútbol inglés hasta su descenso en la temporada 1991-92. La etapa dorada del Luton Town Football Club en la que consiguió mantenerse con asiduidad en la élite y, además, su mayor logro hasta la fecha: alzar la Copa de la Liga en la campaña 1987-88 frente al Arsenal y perder la final al año siguiente.
Para muchos jóvenes aficionados, el Luton Town les sonará a un equipo que eliges en el FIFA o de un vídeo de YouTube. Pero, en el siglo pasado, los Hatters hicieron varias apariciones en la máxima categoría del fútbol británico con un título copero y dos finales más. Para hacer gala de su principal característica deportiva, el Luton encadenaba un periodo de ascensos casi imparable con una caída libre que les hundía prácticamente. Este es el Luton, un club peculiar que, además, tiene el naranja como color predominante.
La hinchada de la entidad se ha acostumbrado a vivir tremendos altibajos: unos años en los dos primeros escalones y caída. De nuevo, vuelta a empezar. Para muestra, un botón y, probablemente, la más dura de todas. En la temporada 2006-07, el Luton Town caía a League One acompañando a Leeds United y Southend. Dos años y 40 puntos de sanción después, los Hatters firmaban su descenso a Conference. Terminó ambas temporadas como colista tanto en la tercera como en la cuarta división. El club de Bedfordshire se despeñaba. Por primera vez en su historia, el equipo de Kenilworth Road salía de la Football League, del profesionalismo. Una debacle tras tres descensos consecutivos.
El mal momento deportivo viene derivado de la mala gestión administrativa del club con cambios y muchos problemas con la FA. Multas e irregularidades en los traspasos. Un somero resumen de lo que es un desastre de entidad. Así comenzaba el Luton Town su primera temporada fuera de la Football League, un pozo difícil de abandonar. Al mal funcionamiento de la institución se le unió la mala fortuna, los Hatters se mantuvieron durante cinco temporadas en la quinta división del balompié inglés en las que consiguieron tres clasificaciones al playoff y un ascenso con más de un centenar de puntos. Además, para hacer más grande la herida, perdieron una en la tanda de penaltis y la otra tras comenzar ganando con gol de Andre Gray. En la temporada 2013-14 y de la mano de John Still, el Luton Town regresó a la Football League después de un lustro en el infierno. A partir de ahí, no paró de subir. Como no. Así son los Hatters.
Por aquel entonces, en febrero de 2014, cuando el ascenso ya era un hecho y solo necesitaban tiempo para certificarlo, uno de los directivos del Luton Town, Gary Sweet, hizo unas declaraciones a The Guardian dejando a las claras la visión ambiciosa del club: “Nuestro momento llegará, ascenderemos este año y el año que viene y, después, volveremos a promocionar”. De esta manera tan arriesgada veía Sweet el futuro de la entidad de Kenilworth Road, y no estuvo muy lejos de la realidad. De hecho, en la primera temporada tras el retorno a League Two, Still dejó a los Hatters a un solo puesto de playoff continuando con la gran dinámica del último año y medio.
Poco más de quince días separaron la marcha y la llegada de los dos hombres más importantes de la historia reciente del Luton Town en lo que a banquillos se refiere. Tras un mal arranque liguero y viendo que el rendimiento del equipo hacía peligrar la permanencia, John Still abandonó Luton después de más de mil días de éxito al frente del cuadro de Bedfordshire y logrando la ansiada vuelta desde la quinta división del fútbol inglés. A finales de 2015, el salvador del Luton Town se marchaba. La directiva de los Hatters apostó por un técnico joven y sin prácticamente experiencia a los mandos de un primer equipo para enderezar el rumbo. Su nombre quedaría para siempre en la memoria de la hinchada naranja: Nathan Jones.
El entrenador galés agarró al club en enero y fue capaz de terminar en la mitad alta de la clasificación. Un buen inicio para vaticinar lo que se venía. Jones se propuso hacer realidad la profecía de Sweet unos años antes y, por ello, en la temporada 2016-17, consigue un meritorio cuarto puesto siendo el primer perseguidor de los tres ascendidos. El playoff, de nuevo, dejó a los Hatters con la miel en los labios: eliminados en semifinales por el Blackpool que terminaría en League One. En el verano de 2017 y para afrontar un nuevo intento de ascenso a la tercera categoría del fútbol inglés, los de Bedfordshire se hicieron con otra figura de gran relevancia en los últimos años del club. Procedente del Crawley Town aterrizó James Collins, uno de esos delanteros creados en el barro de la Football League y que demostró rápidamente su facilidad para hacer goles.
Con esta incorporación y la consolidación de Nathan Jones como entrenador de futuro, el Luton Town se presentó en la campaña 17-18 con el firme propósito del ascenso. El resultado fue un segundo puesto con el delantero irlandés como estrella anotando 19 goles y repartiendo una decena de asistencias. Todo un acierto. Los Hatters regresaban al tercer escalón del balompié británico gracias a un irlandés y un galés. Una década después, el Luton Town regresaba a League One.
Con las mismas piedras angulares retornaron los Hatters a League One: James Collins en ataque y Nathan Jones en el banquillo. El objetivo: seguir creciendo. El rumbo parecía bien trazado con el equipo en los puestos altos de la tabla y rindiendo a gran nivel. Pero las cosas no iban a ser fáciles para el Luton Town: Nathan Jones abandonó el barco cuando el equipo olía a Championship a finales de 2018. El galés quiso aprovechar la oportunidad que le ofrecía un club de mayor magnitud como el Stoke City. De esta forma, el matrimonio entre entidad y entrenador se vio roto de repente y solo quedó Collins para asegurar el ascenso. 46 fechas, un divorcio y un pichichi después, el Luton Town ganó League One y se convirtió en nuevo miembro de Championship. Todo ello, a pesar de la baja de su líder espiritual en el banquillo. Tras doce años vagando por el desierto, los Hatters regresaban a la segunda división de Inglatera con sabor agridulce.
Por su parte, en Stoke-on Trent, el proyecto no salía como ambas partes querían. Menos de un año después de su firma, Jones se marchó sin haber cuajado una gran labor y tras haber dejado a los Hatters de malas maneras. Quizás, y solo quizás, el técnico galés se arrepintió en algún momento de haber abandonado al club que le dio su gran oportunidad y a su afición.
El fútbol, como la vida, te suele dar una segunda oportunidad. Eso fue lo que le ocurrió al bueno de Nathan Jones. Poco más de un año después, en medio de una pandemia mundial y con el equipo colista, Nathan se hizo cargo del Luton Town con el claro objetivo de obrar el milagro de salvarlo del descenso a nueve partidos del final. A partir de la vuelta del hijo pródigo a Kenilworth Road, todo volvió a fluir como si nada hubiese cambiado: el Luton solo perdió uno de los nueve encuentros restantes, logró 16 de 27 puntos posibles y obraron el milagro de mantener a los Hatters en Championship. James Collins, a lo suyo, anotó 14 tantos y dio 3 pases de gol para cuajar otra increíble temporada en naranja.
De esta forma, el Luton Town ha regresado al sitio del que nunca debió salir. Jones y Still, Nathan y John han sido los mayores culpables de que los Hatters pasen de quinta a segunda división en apenas cinco años. Porque existen más milagros y no solo el del Leicester City. La profecía de Sweet se está cumpliendo y puede que todavía quede un pasito más.