Otro renacer y el tejadoning
Buscará Mauro Zárate en Watford retomar la cresta de una ola que difícilmente alcanzará una notoriedad pretérita. No ha sido la suya la trayectoria más ortodoxa. Explotó nada más empezar con Vélez Sarsfield en su Argentina natal. Muchos en Europa le querían, pero fue a Qatar, más concretamente el Al-Sadd, donde fue a parar a cambio de 22 millones de dólares. Lejos de ser el golpe de efecto deseado se marchó a los pocos meses cedido al Birmingham City, para presentarse a Inglaterra y al resto del viejo continente. Sería, a continuación, en la Lazio, donde se consolidaría. Lesiones y demás factores le terminaron arrastrando hacia abajo. No le privarían, eso sí, de que el Inter le incorporase con grandes esperanzas. Pero en lo que fue una decepción que muchos vieron venir, regresó entonces a Vélez. La esperanza estaba perdida. No para él, que arrasó. Era demasiado bueno y por fin lo demostró. Volvió catapultado a Europa. Al West Ham. Fue de menos a más con una cesión al QPR y después con un papel importante con Slaven Bilic y los Hammers. Se marchó, aun así, a la Fiorentina. Ahora vuelve, como se puede presumir, sin haber dejado gran huella. No cae en el sitio más estable, pero donde sí desean y harían gran uso de su inspiración. Junto a él llega otro curioso personaje del fútbol italiano: M’Baye Niang, atacante francés procedente del AC Milan. También explotó joven. Con el Caen de su Francia natal, como N’Golo Kanté. En una estancia llena de picos y valles en Italia se convirtió en un innovador que quiso llevar el fenómeno conocido como balconing, que consiste en lanzarse a piscinas desde balcones, a un nuevo nivel con el tejadoning, que es básicamente lo mismo sólo que en vez desde el balcón saltas desde el tejado.
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El gran olvidado
El Leicester City ganó la liga y todos sus jugadores firmaron el mejor año de su carrera. Bueno, prácticamente todos. Hubo excepciones. Como siempre las hay. Un once que brilló como nunca, unos suplentes que también contribuyeron sobremanera y otros que hicieron las maletas incluso antes de disfrutar plenamente de uno de los triunfos más legendarios de la historia del deporte. Pero alguien estuvo ahí durante casi todo el proceso. Ascendiendo desde segunda, logrando una más que improbable salvación y una todavía más improbable liga. Clave en el ascenso y utilizado en la salvación. Pero olvidado en la conquista de la Premier League. No por decisión deliberada sino por impedimento físico. Una fatídica lesión en abril de 2015 lastró gravemente los frutos que su labor había generado. Su nombre es Matty James. Antes que Esteban Cambiasso y, sobre todo, N’Golo Kanté, él era la pareja de baile de Danny Drinkwater en el centro del campo. Como Drinkwater, James cayó de un Manchester United en el que se formó pero en el que no tenía futuro. Sí en Leicester. Demostró que era un jugador más que capaz en segunda y que se podía defender en la élite. Su lesión le privó de un sólo minuto sobre el terreno de juego con el Leicester el año pasado. En Barnsley, donde llega cedido, deberá hacer olvidar lo más que pueda al que era la estrella y capitán, Conor Hourihane, que ahora pertenece al Aston Villa. James había sido olvidado, ahora debe hacer olvidar.
Que de ahí no pasen
Seis años lleva el Sheffield United siendo favorito para ascender en tercera división. Habría que investigarlo, pero cuesta pensar en otro equipo que haya sido durante nada menos que seis temporadas consecutivas favorito a ascender en una determinada liga y fallando en cinco de esas temporadas. Están ahora sumergidos en la sexta, en la cual parece que por fin han dado con la fórmula para ascender de una santa vez y destruir la etiqueta de favorito con la que no han cumplido hasta ahora. Contrataron al entrenador, Chris Wilder, que el año pasado subió al Northampton de cuarta a tercera categoría. Antes que él lo han intentado ilustres figuras que van desde Nigel Clough, que la temporada pasada subió precisamente de tercera a segunda al Burton Albion, hasta Nigel Adkins, que subió en dos años al Southampton de tercera a primera. El caso es que el Sheffield United es líder y dando las mejores sensaciones en seis años. Su máximo goleador curiosamente es Billy Sharp, que ascendió con el Southampton de Adkins de segunda a primera. Pero no se fían que él y el resto del equipo vayan a ser suficientes. Por eso han fichado a otro delantero contrastado en tercera división: James Hanson. Con su fichaje refuerzan su carrera al ascenso. Y con él también dinamitan la de una más que potencial amenaza como es el Bradford City, su equipo de procedencia y con el que él tuvo un papel primordial cuando alcanzaron la final de la Copa de la Liga de 2013. Ya que están quintos en la tabla, que de ahí no pasen.
Están obligados a maximizar la oportunidad
Había un tiempo, no tan lejos del presente, en el que las canteras de Manchester City y Chelsea no se repartían prácticamente todos los títulos de las categorías inferiores, en este caso de la FA Cup juvenil. La del Fulham fue la última gran exponente de una fantástica academia que no era la de estos mencionados ni la de las otras mayores potencias del país, véase Arsenal, Liverpool, etc. En 2013 llegaron a la final de la mencionada FA Cup juvenil. Se midieron al Chelsea en un derbi de academias del oeste de Londres. Sucumbieron. Pero al final parecía ser lo de menos. El Fulham había dado forma a una generación brillante de futbolistas. El futuro era suyo. Pero pronto se cernieron oscuros nubarrones sobre ellos. Quien debía asistirles en el siguiente paso, el del primer equipo, el entonces entrenador Felix Magath, les hechó a los leones antes de ser despedido. Y no todos se han recuperado. Dos sí, Patrick Roberts y sobre todo Moussa Dembélé. Actualmente integrantes ambos del Celtic de Glasgow. El primero pertenece al Manchester City y el segundo tiene casi garantizado un sitio en la Premier League el año que viene. Paradojas de la vida. Quienes no tienen ya nada garantizado son Lasse Vigen Christensen (22 años, medio centro) y Cauley Woodrow (22 años, delantero). Los dos siguen siendo jugadores del Fulham. El primero parecía asentarse el año pasado, pero se ha diluido en este más de la cuenta. Al segundo se le sigue esperando desde que aterrorizó por última vez a las defensas en categorías inferiores. Ambos se marchan cedidos al Burton Albion con el objetivo de salvar al equipo del descenso a tercera y de salvar sus carreras de descensos a un abismo desconocido.

La desgracia de unos es la felicidad de otros
Que el Hull City baje este año a segunda para los del Scunthorpe sería una alegría. Primero porque fracase el eterno rival y segundo, si ellos ascienden (son segundos en tercera), porque así podrían desempolvar un derbi que llevaba tanto tiempo en el congelador que estaban pensando ponerlo al lado de Walt Disney. El caso es que para el Hull, en cierta medida, la desgracia de otros es su felicidad. Es decir, no querían que a Oumar Niasse y a Lazar Markovic les fuese mal en sus respectivos fichajes a bombo y platillo por los respectivos equipos de la ciudad de Liverpool. Que no les haya ido bien ha permitido al Hull City hacerse con los servicios de dos futbolistas que cautivaron antes de su llegada a Inglaterra. No cae uno por casualidad en Everton y Liverpool. Niasse se convirtió en uno de los fichajes más caros de la historia de los Toffees. Pocos, si es que alguno, pudo prever un fracaso de tal magnitud. Niasse apenas ha podido hacerse siquiera un sitio en el banquillo. Un atacante versátil que de momento sólo ha brillado en el Lokomotiv de Moscú. Algo más joven, con 19 años, Lazar Markovic fue uno de los fichajes estrellas del Liverpool en 2014. El talentoso extremo serbio había impactado, marcando auténticas diferencias con el Benfica, tanto en Portugal como en competición continental. Trataron de buscarle sitio, pero jamás hizo clic. En su caso ha sido cedido dos veces, una a Fenerbahçe y otra a Sporting de Portugal. Si el Hull de Marco Silva, se presume que muy familiarizado con Markovic especialmente, puede sacar sus prestaciones de antaño, puede tener en ellos la salvación.
