Nacho González

Perder el respeto para ganárselo

Al verse dos goles por debajo antes de los primeros diez minutos de juego en Turín, el Tottenham decidió que ya había aprendido suficiente y volvió a ser el equipo irreverente que sorprendió al Real Madrid para remontar a la Juventus. Se olvidaron de la magnitud del rival, impusieron su juego y retomaron lo más importante: en esta Champions League, los hombres de Pochettino están brillando sin traicionar su identidad.

Mauricio Pochettino ha planteado esta Champions League para el Tottenham Hotspur con la misma ambición que les ha colocado en el mapa de la élite de Europa. Sus chicos necesitan aprender, pero no son el alumno de nadie. Y del mismo modo que recibirán duras lecciones de novatos, el rival entenderá a la fuerza que lo que tiene delante no es una panda de pardillos. Estos Spurs tan pronto pecan de inexpertos como te pierden el respeto. Ya tomaron nota de su irreverencia en Madrid. Y ahora en Turín se pueden dar por enterados.

Si a los italianos se les ha visto toda la vida como los perros más viejos del fútbol, que a la Juventus se la conozca como Vecchia Signora (‘Vieja Señora’) dice a las claras que son tipos que se las saben todas. El club londinense no tiene prisa pero tampoco pausa en su empeño por comer en la misma mesa que los grandes del continente, y si no quieren frenar su progresión necesitan obligarse a huir de las excusas cuando les toque bailar con parejas tan feas como la Juve. Fue difícil por momentos convencerse de ello, porque los blanquinegros jugaron desde el principio con las debilidades de un Tottenham desbordado por el escenario. Al ver un 2-0 en el marcador antes de los primeros diez minutos de juego, lo fácil para los Spurs habría sido buscar coartadas en el desastre: esos tíos venían de encajar un gol en 16 partidos y en dos jugadas los habían retratado como una panda de críos. Por el bien del espectáculo y de su propio futuro, los hombres de Pochettino decidieron que era momento de perder el respeto concedido al rival para ganarse el propio. Al fin y al cabo, eso es lo que les ha llevado hasta aquí.

Tocar fondo fue una oportunidad que los Spurs no podían rechazar para intentar llevar a cabo su plan. No uno específicamente diseñado para Turín, sino el que les ha dado una identidad en Inglaterra. Preferir como titular a Mousa Dembélé antes que a un camión como Victor Wanyama indicaba que el Tottenham estaba en Italia para llevar la iniciativa; tener a Christian Eriksen directamente obligaba a ello. Ambos aprovecharon que los focos de las grandes citas miraban a Harry Kane y Dele Alli para tomar las riendas y reconducir a su equipo, y la Juve se quedó en blanco. El balón volvió a los Spurs, la posesión recobró su sentido, la presión cambió de bando y se jugó en la mitad del campo opuesta a Hugo Lloris hasta darle la vuelta al marcador. Se estaba hablando inglés en el feudo del campeón italiano y eso no es baladí.

Remontar la eliminatoria y afrontar el choque de Wembley con un 2-2 contra la defensa más inspirada de Europa es una gesta en sí, pero aquí lo más importante es el cómo. Al Tottenham le ha vuelto a dar igual lo que pretenda el rival por mucho prestigio que tenga. Se atrevieron a decirle al Real Madrid que se jugaría como ellos quisieran y en territorio juventino han alcanzado la madurez para sobreponerse a sus errores e imponer de nuevo sus normas. Aunque en la Premier League les lastra su irregularidad, con la Champions parecen querer saltarse clases elementales e ir a por el premio gordo.

No hay nada cerrado aún: la Juve es dura como el mármol y el Tottenham es inglés, con la desgracia implícita que eso conlleva en competiciones europeas. Tampoco hay que olvidar que si no fuera por el empeño de Gonzalo Higuaín en perpetuar su legendario gafe fallando el penalti del 3-1 quizás estaríamos hablando de que los Spurs tienen pocas opciones de pasar de ronda. Ahora están más vivos que su rival y no se han dejado su personalidad por el camino. Pero, con el proyecto ya cocinado durante varias temporadas y los ojos de otros clubes puestos en Kane, Eriksen, Alli y compañía, jugar bien no será suficiente si no se avanza. Ya se han merecido el respeto; ahora hay que ganarse los cuartos de final.

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Nacho González