Se confirmó el fichaje de Paul Pogba por el Manchester United. El culebrón del verano acabó y los Red Devils se han hecho con la pieza más codiciada del mercado. El fenómeno francés retorna a Old Trafford hecho un hombre y un futbolista consagrado. Y no sólo eso, sino con una proyección excepcional. Unas expectativas que son las que han hecho pagar al equipo de Carrington 90 millones de libras por el mediocampista galo.
Pogba es un gran jugador. Aunque no tiene la habilidad para organizar un equipo (siendo técnicamente acertado y con un criterio aseado). Ilkay Gundogan, nuevo fichaje del Manchester City, es quizás un jugador más destacado en ese aspecto. No es tampoco el mejor recuperador de balones en el mercado. Como sí lo es N’Golo Kanté. O Granit Xhaka, el fichaje de mayor reverberación del Arsenal. Pensándolo bien, el espigado centrocampista procedente de la Juventus de Turín no tiene las mejores dotes para ser el mejor centrocampista del mundo. Pero sí para ser uno de los mejores jugadores del mundo.
Y por eso lo ha fichado el Manchester United. Porque necesita recuperar su aura de grandeza. Y por eso mismo contrató a José Mourinho renunciando a la idiosincrasia reciente que hizo grande al equipo de Old Trafford. Y por ese mismo motivo fichó al colosal Zlatan Ibrahimovic a coste cero con treinta y cuatro años.
Han sido demasiadas las pruebas que ha tenido que soportar la afición de los Red Devils desde la marcha de Sir Alex Ferguson. Mediocridad, malos resultados, juego nefasto, jugadores decepcionantes. Todo ensayos y comprobaciones. Y todos fallidos.
Y Pogba es el colofón a ese cambio de rumbo. El Manchester United necesita certezas y garantías. No probaturas y experimentos. Por eso ha contratado a Mourinho, a Ibrahimovic y al retornado francés. En Old Trafford no se necesitan futbolistas prometedores o de segundo nivel. Para poder recuperar la primera línea del escaparate futbolístico (más allá del apartado económico), se necesitan grandes jugadores.
Y Pogba ya es uno de los grandes. Y puede serlo mucho más. Por eso, aunque su (posible) valor de mercado sean sesenta u ochenta millones, el Manchester United paga por encima del precio. Porque el regreso de Paul puede resolver los grandes partidos. Porque es el futbolista que va a desequilibrar los grandes duelos. Y no Bastian Schweinsteiger o Morgan Schneiderlin. Porque tiene calidad, talento, capacidad de decisión, determinación, recorrido. Porque es un futbolista total.
El Manchester United ha vuelto a coger la senda correcta para recuperar la gloria. A golpe de talonario y de traicionar algunos de sus principios. Pero sin Mourinho, Pogba e Ibrahimovic, ¿podrían los Red Devils competir por la Premier? En las tres últimas temporadas está la respuesta.