Caminos opuestos, unidos por un mismo objetivo. La Copa de la Liga no tiene el mismo glamour -ni beneficios económicos- que la FA Cup, pero cobra una gran relevancia según el contexto. El Southampton vuelve a Wembley -tras cuarenta y un años- para disputar un título de primer nivel, mientras, el Manchester United está obligado a engrosar su lista de galardones. La exigencia de los grandes.
Supremacía económica frente a optimización de sus recursos. Una historia bordada con hilo de oro ante un equipo que comienza a ser bastante ruidoso. La orden de ganar títulos contra la ilusión de toda una ciudad. No es una cita simple, es la clásica historia que gusta en este deporte. El pequeño que mira fijamente al gigante. Y, cómo no, el escenario será Wembley.
La ciudad de Southampton irradia entusiasmo. Desde hace una semana se han colocado carteles en las farolas invitando a los comercios y ciudadanos a vestir con orgullo los colores del equipo durante estos días. Algunos atrevidos van por la calle con la cara pintada con los colores de su club, se ve puede palpar la euforia. Camisetas de manga corta pese al fuerte viento, gorros, chubasqueros y hasta perros con vestimenta a rayas rojiblancas; es un acontecimiento histórico.
Desde 1976, el Southampton no visitaba Wembley por una final de un gran título. En esa ocasión, fue para medirse también al Manchester United y en condiciones aún más dispares. Los Saints estaban en segunda división y accedieron a la final dando la sorpresa. Siguieron la gesta del Sunderland, que ganó el trofeo tres años antes estando también en una categoría menos que su adversario, el todopoderoso Leeds United. Cuarenta y un años después, ambos equipos están en la misma división, pero pertenecen a una dimensión futbolística diferente.
José Mourinho es ambicioso. Tras lograr la Community Shield -ante el Leicester-, el portugués tiene en el punto de mira su segundo galardón. La posibilidad del triplete -un tanto atípico- es real, y el siguiente paso es alzar la Copa de la Liga en Wembley. Disputar finales es algo que entra en la rutina de los Red Devils, salir vencedores de ellas es la exigencia. Todos los integrantes de la plantilla están mentalizados para seguir perfilando la temporada. Además, un título en febrero permitiría a Mourinho ganar tiempo, fortalecer la mentalidad ganadora de los suyos y relanzar al equipo ante una recta final en que el equipo tratará de arrancar un puesto de Champions en liga y alzarse con la Europa League.
‘Queremos ganar más que ellos’, así de ambicioso se manifestaba Mourinho cuando le preguntaron por las ansias que tenía el Southampton de hacerse con el título. El técnico portugués se mostró hambriento de títulos, de seguir ensalzando su trayectoria en su primer año por tierras anglosajonas.
Los directivos Saints, con Katharina Liebherr, heredera del imperio de su padre Markus, a la cabeza, siempre comentan que el objetivo principal es, poco a poco, ir convirtiéndose en un club de élite. Donde los jugadores grandes no estén de paso, sino que vean en Southampton el club y la ciudad perfecta para desarrollar su carrera y lograr grandes éxitos. Tras haber consolidado los cimientos en Premier, hay que seguir construyendo hacia arriba. La fórmula para alcanzar este crecimiento tan idealizado pasa por entrar en Europa con frecuencia.
Ganar la Copa de la Liga no solo permite ser portada, sino que además asegura un billete directo a la Europa League. El Southampton está en tierra de nadie en la Premier; demasiado buenos para pensar en el descenso, y lo suficientemente irregulares para arrebatarle la séptima plaza al Everton. Volver a la contienda europea supondría -además de un gran ingreso económico- la posibilidad de reforzar un proyecto que apunta a ser algo más sólido.
En caso de victoria de los Red Devils, la plaza europea correspondería al séptimo clasificado de la Premier. El Manchester United no se verá necesitado de esa ventaja que concede el ser campeón de la Copa de la Liga. Algo que molestaría a toda la parroquia Saint, ya que el máximo beneficiado sería Ronald Koeman, entrenador del Everton. Aún queda cierto resquemor con el técnico holandés por su amarga salida.
Cerca de 20.000 aficionados del Southampton -con entrada- pondrán rumbo a la capital inglesa, aunque se estima que muchos de ellos se queden fuera del estadio. El Manchester United -como es normal- llenará gran parte del aforo con más de 31.000 fans. Los pubs de la zona se han repartido la tarea de albergar a cada bando de aficionados.
El Southampton forrará las paredes del vestuario de Wembley con mensajes que los aficionados han enviado a sus jugadores y cuerpo técnico. La clase de detalle característico de un equipo que lo tiene todo por conseguir, todos saben que están a un paso de cambiar su historia. Los aficionados del Manchester United volverán a entonar orgullosos y rodeados de cervezas el ‘¡Que será, será, we’re going to Wembley!’.
Una final de doble filo, el triunfo significa lo mismo, pero con contextos que lo diferencian todo. El Manchester United está acostumbrado a los títulos, algo usual en su rutina futbolística. Los de Claude Puel tienen por delante una tarde para la gloria, sumar un título que oficializaría el progresivo crecimiento que está viviendo el Southampton como institución. Una final de gran trasfondo.
public://video_embed_field_thumbnails/youtube/9KgiPGAYQYk.jpg
a:1:{s:7:»handler»;s:7:»youtube»;}