Juan Antonio Parejo

Previa 2016-17: Arsenal

Arsène Wenger entra en su último año de contrato contra las cuerdas. Los aficionados del Arsenal, hartos de la falta de inversión en fichajes, amenazan con levantarse en armas al primer contratiempo.

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Hace un año, el Arsenal arrancaba en pole position para, esta vez sí, convertirse en campeón inglés por primera vez desde 2004. Los síntomas eran buenos: los Gunners venían de alzar dos entorchados coperos de manera consecutiva y jugadores como Alexis Sánchez o Mesut Özil parecían ya plenamente consolidados. Por si fuera poco, sus hipotéticos potenciales rivales fueron cayendo uno a uno como hojas en otoño: el Chelsea de Mourinho estalló, el Manchester United nunca fue un candidato y el Manchester City acabó diluyéndose como un azucarillo. Sin embargo, cuando el viento no podía soplar más a favor, los de Arsène Wenger volvieron a encallar e incluso consiguieron menos puntos que en el curso inmediatamente precedente.  De manera que la pregunta es: ¿hay alguna razón para el optimismo al norte de Londres? Difícil. La sensación de oportunidad desperdiciada se palpa en cada esquina y calle de Islington.

Dos fallas presentaban en su plantilla los Gunners: un recambio para Francis Coquelin y un artillero de garantías. Tras la tradicional plaga de lesiones, la primera carencia no pudo subsanarse en parte hasta la llegada en el mercado invernal de Mohamed Elneny y, a tal efecto, ha aterrizado el pulcro Granit Xhaka. Respecto a la segunda, Olivier Giroud volvió a demostrar que es un buen actor secundario pero nunca un primer espada del gol. Nada que nadie no supiese en agosto. Consecuentemente, el Arsenal comenzó a deshojar la margarita de los títulos: en febrero comenzó a servir en bandeja la Premier League al sorprendente Leicester y en marzo volvía a caer en octavos de Champions League ante un viejo conocido, el Barça.

No es casualidad que los Gunners sigan siendo esclavos de su pasado más reciente y que, por ende, apenas aparezcan en liza en la guerra por el trono del fútbol inglés entre Pep Guardiola, José Mourinho y Antonio Conte (quién sabe si Jürgen Klopp). Es más, la otrora indiscutible figura de Wenger comienza a ser cuestionada en el Emirates. Lo que en otro tiempo hubiera sonado a blasfemia, ahora comienza a ser un murmullo que poco a poco va subiendo su intensidad. Tras veinte años, no es un secreto que tal vez el tren también haya pasado para el alsaciano.

Aún así, el Arsenal presentará un equipo competitivo, desde el eficaz Peter Cech hasta la delantera, en su habitual esquema compuesto por un 4-2-3-1. El cuadro londinense siempre gustó de acariciar el cuero, pero de unos años a esta parte ha redescubierto su capacidad contragolpeadora y, paradójicamente, son los partidos contra rivales que le ceden balón y espacio los que más se le atragantan. Subcampeón europeo con Francia, Laurent Koscielny lidera una zaga donde el papel ofensivo de los laterales es vital para reventar cerrojos contrarios. Tal es el caso de la revelación del pasado curso, el lateral derecho Héctor Bellerín, cortejado este verano por el Manchester City.


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En la medular, el menú es variado. Desde mediocentros fijadores como Francis Coquelin o Mohamed Elneny a todoterrenos como Aaron Ramsey. La reubicación de Santi Cazorla y la incorporación del suizo Granit Xhaka proporcionan a Wenger jugadores capaces de agarrar el timón mientras que metros más adelante se presenta una de las joyas de la corona, que no es otro que Mesut Özil. El talento alemán es una de las principales esperanzas a las que se agarra el aficionado Gunner y una de las escasas buenas noticias del pasado curso, en el que por fin se vio el futbolista por el que el Arsenal desembolsó 37,4 millones de libras en los estertores del mercado estival de 2013. En la recámara y si supera su fragilidad crónica, podría comparecer Jack Wilshere, en quien extrañamente confió Roy Hogdson en la fallida cita veraniega francesa.

Arriba y salvo novedad, otro drama. Olivier Giroud no es mal delantero y de una manera u otra, acaba proporcionando unos registros aceptables (11, 16, 14 y 16 goles en sus cuatro temporadas de Premier League). Sin embargo, más allá de su práctica incapacidad para el contraataque, no es un ariete en quien uno pueda encomendarse y no son pocas las ocasiones en las que a los cañoneros se les moja la pólvora. Theo Walcott tampoco es un nueve puro, de manera que gran parte de la responsabilidad del gol recae en las espaldas de Alexis Sánchez, otro de los puntales del equipo y que además garantiza mordiente y agresividad en la presión tras pérdida. En definitiva, “mi reino por un caballo”.

A fin de cuentas, lo que tiene Wenger entre manos no es ni mucho menos un mal plantel, pero entre los tradicionales atascos en la enfermería (esperen a partir de octubre, se aceptan apuestas), los puntos débiles citados y el regusto de la amarga decepción de la pasada temporada, en principio el Arsenal apunta a dos objetivos diríase que alcanzables: repetir enésima participación en Champions League (y caer a las primeras de cambio) y terminar por delante del Tottenham Hotspur también por enésima vez. Y es que quien no se consuela es porque no quiere.


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Juan Antonio Parejo