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Segunda temporada para el AFC Bournemouth en Premier League y, ante ellos, un reto aún mayor que aquel que supuso disputar la competición por primera vez, manteniendo la categoría con cierta holgura. Las «cerezas», apodo usado para nombrar al equipo de Dorset, fue capaz de desarrollar un fútbol ofensivo y atractivo pese a las importantes bajas. Callum Wilson, el goleador del equipo, y Max Gradel, el fichaje estrella del verano pasado, sufrieron graves lesiones al inicio de la temporada que les dejaron fuera de combate casi toda la campaña.
Algunos nombres destacaron durante el año por su aporte: Steve Cook, Steve Francis, Charlie Daniels y, sobre todo, Matt Ritchie. El habilidoso extremo escocés realizó una gran campaña, liderando el equipo en juego, asistencias y goles; ello le ha llevado a salir del equipo en dirección al Newcastle de Rafa Benítez por una cantidad que ronda los ocho millones de libras.
La salida de Ritchie ha hecho que el Bournemouth se mueva con rapidez en el mercado destapando a Howe como un amante de los jugadores jóvenes ingleses, fundamentalmente de la cantera del Liverpool. Han llegado Brad Smith y Jordon Ibe, nuevo fichaje récord del club sureño tras abonar una cantidad próxima a los 15 millones de libras. La política de fichajes ha sorprendido a muchos aficionados por el nuevo modelo adoptado por el joven técnico inglés tras el agridulce sabor que dejaron muchos de los fichajes de la pasada campaña, en especial los del mercado de invierno: Juan Iturbe, Lewis Grabban, etc.
Si analizamos los puntos fuertes y débiles del equipo de Dean Court, nos encontramos con puntos similares a los de la pasada campaña. Empezando por la portería, donde el experimentado Artur Boruc es capaz de ser una variante diferente según el partido, salvando puntos y cediendo otros muchos con su rendimiento. El centro de la defensa también parece tener un nivel inferior al resto del equipo. Steve Cook es un pilar en el eje de la zaga, donde la temporada pasada tuvo varios compañeros, desde los traspasados Sylvain Distin y Tommy Elphick hasta Simon Francis, que se acomoda mejor al lateral derecho. La idea de Howe parece ser acomodar a Nathan Aké en el centro de la defensa, a pesar de que la temporada pasada jugó como lateral izquierdo en Watford y de que su posición de origen era la de medio centro. Si el centro de la defensa es fuente de preocupación, no sucede lo mismo con los laterales, que realizan una función crucial, tanto ofensiva como defensiva, en el esquema de Howe. El ya mencionado Francis y Charlie Daniels (no olvidemos al lesionado Tyrone Mings, del que se espera bastante por su potencial) dos de los jugadores más destacados del equipo en la mayoría de los partidos. El lateral izquierdo Brad Smith ha llegado procedente del Liverpool para actuar como recambio de Daniels.
El medio del campo es el mismo de la pasada campaña, con Andrew Surman y Dan Gosling comandando el ritmo de juego del equipo, a los que cabe añadir las siempre destacadas apariciones del irlandés Harry Arter. A esa parcela central cabe unir un profundo juego por ambas bandas, donde se espera que Jordon Ibe, Max Gradel, Marc Pugh y Junior Stanislas desequilibren los partidos. Su función es hacer que el ritmo sea frenético y hacer que la posesión de balón corresponda al equipo de Howe.

En la delantera Cherrie encontramos juventud, velocidad y gol. Se espera que Callum Wilson vuelva a su nivel tras la grave lesión sufrida el pasado curso y una importante contribucíón en goles de Benik Afobe y Lewis Grabban. Tokelo Rantie y Joshua King tendrán un papel secundario, con lo que habrá que ver si permanecen en la plantilla cuando empiece septiembre.
Pero el más destacado de todos es el entrenador, Eddie Howe, que se encuentra en el punto de mira de todo el país como uno de los técnicos ingleses jóvenes de más proyección. A sus 38 años, Howe dirige al club de Dorset desde 2012 (una longevidad poco común en el actual fútbol británico) y ya forma parte de la historia del Bournemouth al llevarlo de League One a la Premier League. Este exjugador del club suele apostar por un fútbol de posesión y rapidez en la conducción, dando mucha importancia a la llegada por bandas, así como la búsqueda de los espacios libres tanto en ataques posicionales como al contraataque. Sus actuaciones contra los grandes equipos de la liga fueron especialmente destacadas, más allá de los resultados, lo que llevó al Bournemouth a ser capaz de ganar como visitante en los campos de Chelsea y West Ham.
La temporada 2016-17 se afronta con ilusión en la costera ciudad sureña dado el buen papel del club y la estabilidad que vive en todos sus aspectos. El club, saneado económicamente y apoyado por el potente músculo financiero del empresario ruso Maxim Demin y la buena gestión del carismático Jeff Mostyn, está tratando de consolidar su crecimiento continuo deportiva e institucionalmente. Su pequeño estadio, Vitality Stadium (originalmente conocido como Dean Court) acoge a poco más de 11.000 espectadores cada fin de semana, siendo su ampliación (pese a la pequeña población de la ciudad, de unos 191.400 habitantes) uno de los proyectos de futuro si el club consigue mantener la tendencia actual.
Se espera una apasionante temporada para los aficionados Cherries, con un complicado debut recibiendo al Manchester United de José Mourinho y Zlatan Ibrahimovic en el Vitality Stadium. Un gran inicio para la que los aficionados sureños esperan que sea la temporada de consolidación del Bournemouth en la Premier League.
