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Quedan pocas horas para que empiece una nueva edición de la Premier League y el Sunderland continúa siendo un auténtico despropósito. Una manera contundente, simple y eficaz de empezar la previa del equipo de Wearside. Pero muy real. Los Black Cats siguen sumergidos en la mediocridad y el lodo. Y ahora encima sin el entrenador que mejor sabía moverse en el fango sin hundirse.
Sam Allardyce se fue del noreste inglés en dirección a la cosmopolita capital de Inglaterra para entrenar a la selección nacional. Y esa ha sido la principal novedad del Stadium of Light en tres meses. Tras su marcha llegó David Moyes después de un paso discreto por la Real Sociedad y un periplo aciago en el Manchester United. La aplicada marcha del Everton bajo sus directrices queda muy atrás y la incertidumbre vuelve a cernirse sobre el Sunderland.
Por si fuera poco, no han llegado apenas fichajes más allá del celebérrimo (al menos en esta casa) defensa Papy Djilobodji, y de un par de canteranos del Manchester United, el lateral derecho Donald Love y el defensa central Paddy McNair. Con la única venta de Emmanuele Giaccherini al Nápoles, la cifra de traspasos queda en un irrisorio déficit de dos millones de libras. Una cifra cómica considerando el potencial monetario que tienen los equipos ingleses de hoy día. Ninguna llegada de Championship ni de ligas desconocidas. Ni, por supuesto, algún jugador de nivel. Un páramo de dudas y confusión en el Stadium of Light. Paradojas.

El Sunderland sigue siendo un equipo conformado por desechos de equipos de mayor entidad. Una especie de equipo de divorciados o de despreciados por sus antiguas familias. Donde Vito Mannone (exportero del Arsenal) seguirá siendo el portero titular sin más competencia que el joven Jordan Pickford tras la venta de Costel Pantilimon al Watford el pasado mercado invernal.
En defensa, carencia de laterales y exceso de centrales. Todo muy Allardyce. En el lateral derecho, el veterano Billy Jones competirá con el joven Donald Love. En el lateral opuesto campará a sus anchas Patrick van Aanholt. Y en el centro, millones de opciones. Para empezar, el recién llegado Paddy McNair, a quien cabe añadir el capitán John O´Shea (también antiguo Red Devil, como Love y McNair), Younes Kaboul (exjugador del Tottenham), el reconvertido en medio centro Jan Kirchhoff (exjugador del Bayern de Múnich), el ya mencionado Papy y Lamine Kone, fichado en enero y que podría hacer las maletas este mismo verano en dirección a un club de más entidad.
En el mediocampo, el ego y descaro de Wahbi Khazri y el talento del prometedor Duncan Watmore serán de lo poco reseñable junto al oficio de Jan Kirchoff (si Moyes sigue desplegándole en la medular) y la dureza de Lee Cattermole y Jack Rodwell (canterano del Everton, donde coincidió con Moyes). Jeremain Lens tratará de desplazar del once a Khazri en banda izquierda mientras que la contraria será para Fabio Borini (exjugador del Liverpool), extrañamente acertado en pretemporada. Los aficionados añorarán la capacidad de trabajo y entrega de Yann M’Vila, de lo mejor del equipo la temporada pasada durante su cesión procedente del Rubin Kazan.
Y la delantera quedará para el eterno Jermain Defoe (otro exjugador del Tottenham) que, a sus 33 años, no tendrá más competencia que el inexorable paso del tiempo. Dicho sea de paso, no pareció hacerle mella la temporada pasada, en que sumó 15 goles en Premier League.
En resumen, un escuadrón comandado por un nuevo jefe de filas, David Moyes, y una pléyade de deshauciados que intentarán, con muy pocos argumentos, permanecer otra temporada en la Premier League. Y este año ni siquiera podrán contar con los ya habituales seis puntos de cada temporada contra el Newcastle, descendido el curso pasado.
