Juan Vega

Previa 2018-19: Chelsea

Un italiano sustituye a otro en el banquillo del Chelsea esta temporada. En su nacionalidad acaban sus similitudes. El estilo pragmático de Antonio Conte deja su lugar al preciosismo y a la apuesta por la estética de Maurizio Sarri.

Vuelta a empezar. Nueva temporada en Stamford Bridge, nuevo entrenador. Es la tónica habitual en la era Abramovich, que ha vuelto a desenfundar rápido para cargarse sin contemplaciones a su noveno entrenador desde que ostenta el bastón de mando en Fulham Road. Y a pesar de que el caso de Antonio Conte se podría catalogar de excepcional, la pequeña localidad de Cobham donde los Blues poseen su cuartel general, se ha convertido en un escenario de western al más puro estilo Sergio Leone, donde si eres el entrenador, lo primordial es sobrevivir.

El magnate ruso se ha empeñado en convertir su equipo en el “Spaghetti Chelsea” y no solamente por el ambiente azaroso en sus oficinas, sino porque las soluciones a los problemas también se buscan en Italia. Ya no parece coincidencia que Maurizo Sarri, nuevo técnico del Chelsea desde hace unos días, sea el quinto italiano que dirige al equipo desde 2003. Antes de profundizar en el sistema del napolitano, es de imperiosa necesidad ver lo que su predecesor dejó tras dos temporadas en el cargo ya que muchas veces para reconstruir hay que desmontar primero.

 Antonio Conte dejó un muy mal ambiente en el vestuario. Jugadores confundidos, castigados e incapaces de entenderse de una manera solvente con su entrenador. Sin embargo, el transalpino puede presumir de haber ganado en dos años las competiciones domésticas más importantes en Inglaterra. En su primer año ganó la Premier League y, en el segundo, la FA Cup. Un balance a priori positivo, pero que no hace justicia poética a la situación real que se vivió la temporada pasada en el equipo londinense, donde la FA Cup fue un parche ‘sanador’ para un equipo que realizó una pésima gestión de sus fichajes, que terminó a 30 puntos de la cabeza y que no logró conseguir un puesto para la Champions League de este año.

El sistema de Conte zozobró y con eso llegamos al presente y futuro inmediato de los Blues. Maurizio Sarri. El napolitano es otra historia, atrás quedan los combates ‘a mano abierta’ entre técnico y jugadores. Sarri cree en el bienestar como condición ‘sine qua non’ para alcanzar los objetivos: “Era más rígido al inicio de mi carrera. Pensaba que la táctica era lo más importante. Ahora sé que hay un pequeño niño en cada jugador y un entrenador no debe de olvidar la parte juguetona del fútbol porque después de todo, el fútbol es un juego. Cuando un jugador se divierte, rinde el doble”, dijo en su llegada a Stamford Bridge.

El sistema que propone Sarri ‘Potter’ es un 4-3-3 donde predomina el fútbol asociativo. Muy asociativo. Sus jugadores son eficaces en el pase, gestionan muy bien el cuero en momentos de presión rival lo que permite que los centrocampistas lo reciban en situación al menos de equidad numérica y poder empezar a construir el juego desde ese punto.

Al tratarse de un modelo de juego asociativo, el equipo necesita un cerebro que no solo sea masa corporal. Maurizio, consciente de ello, se ha traído al suyo en un ‘tupper’ de casa. Jorginho. Pieza clave en su esquema del Nápoles. El italo-brasileño es el nexo de unión entre el centro del campo y los hombres de arriba. Su excelsa visión de juego y eficacia en el pase durante las anteriores campañas, hacen pensar que si mantiene el nivel será el mejor en su posición en un futuro no muy lejano. A su lado, todo apunta a que estarán el insustituible N’Golo Kanté y Cesc Fábregas. El francés vuelve de ganar la Copa de Mundo de Rusia como un avión, probablemente, el jugador con mejor palmarés en la Premier League de los últimos años. Y el catalán, bueno, es el catalán. Hay que ver también si Ross Barkley termina entrando en la rotación del equipo aunque lo más probable es que se lesione nada más poner un pie en el campo.


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Avanzamos línea. Eden Hazard seguirá siendo el estandarte blue. No se irá del Chelsea esta temporada. El dinero que se pide es superior al dispuesto a pagar. Así de sencillo. Por otra parte, Willian y Pedro son eternos cumplidores que casi siempre suman al equipo. Está por ver además la evolución del joven talento Blue de 17 años Callum Hudson-Odoi, que ha destacado esta pretemporada por su descaro y velocidad. En el partido estival que disputaron frente al Arsenal, demostró estar listo para la Premier League. Para el Chelsea, ya lo veremos. Elogios a parte, el principal problema del equipo esta temporada será con toda seguridad la falta de un delantero que meta goles y que, lo más importante, resulte eficaz con el modelo que presenta Sarri. Lo que hay por el momento no tiene muy buena pinta. Ni Álvaro Morata ni Olivier Giroud parecen cumplir las expectativas, ya no del entrenador sino las de un equipo que debe optar, al menos, al tercer puesto de la Premier League. Mientras tanto, el tiempo para que el mercado estival eche el cierre, corre.

En el apartado defensivo, el napolitano tiene cartas suficientes para escoger y estilos diferentes para situaciones diferentes. No obstante, parece que la línea defensiva más habitual será: César Azpilicueta; Antonio Rudiger; David Luiz –al que por fin se le ha levantado el castigo impuesto por Conte– y Marcos Alonso. El tema portero está resuelto. Thibaut Courtouis se marcha a Madrid con su familia tras demostrar a orillas del Támesis que es uno de los mejores porteros del mundo. Su lugar, lo ocupará Kepa Arrizabalaga, que llega procedente del Athletic Club por un valor de 80 millones de euros, su cláusula de rescisión. La operación es sin duda mucho más rentable que la que se llegó a barajar por Kasper Schmeichel. En dicho trato con el Real Madrid cabe la posibilidad de que entre Mateo Kovacic para reforzar el centro del campo. El croata buscará en calidad de cedido los minutos que no tuvo en España. Dada su eficiencia, Sarri se los concederá seguro en el caso de que finalmente aterrice en Londres.

Se espera, por tanto, que el Chelsea mejore con creces tanto sus actuaciones domesticas como las europeas con respecto a la temporada pasada. La derrota frente al Manchester City en la Community Shield el pasado domingo no es relevante. A pesar de que se necesite un tiempo hasta que el sistema de Maurizio Sarri cale en los jugadores, Abramovich no espera. Y lo que necesita precisamente el napolitano, es tiempo. Sus cartas son buenas. No podemos saber si su etapa será larga o fugaz como la de la mayoría de sus antecesores. La realidad es que el equipo necesita un proyecto a largo plazo que logre competir en un futuro con los que parece, están creando sus rivales directos -Manchester City y Liverpool- del norte. Dejarse por tanto de parchear la realidad con soluciones cortoplacistas que pueden generar títulos pero que siempre garantizan inestabilidad futura, que se lo digan al Manchester United.


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Lo que está claro es que, a priori, la intención de Maurizio Sarri es que el equipo londinense deje de ser el caótico ‘Spaguetti Chelsea’ y pase a ser algo más parecido a ‘La Vida es Bella’. Una historia de especial crudeza, pero llena de ternura, amor y alegría. Sin embargo, todos sabemos como termina la cinta de Roberto Benigni y como se cruce pronto Roman Abramovich en el camino del nuevo técnico, los aficionados del Chelsea no tardarán en empapar sus pañuelos.

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