Corría un 23 de mayo de 2018. El elegido para realizar la ardua e improbable tarea de hacer olvidar a Wenger daba su primera rueda de prensa como técnico del Arsenal. “Güd afternun” eran sus primeras palabras como nuevo entrenador gunner. Pese a las risas que generó de manera inmediata su esperpéntico inglés, Unai Emery mostró carácter y ganas de cambiar las cosas desde su primer día en los banquillos londinenses.
Sin embargo, hay veces que el carácter y las ganas no son suficientes. Llegó el final de la temporada y el inglés del pobre Unai seguía sonando a “güd ivining”, por muchos capítulos de “piki blindis” que visionara. De alguna manera, las destrezas lingüísticas de Emery y el equipo del Arsenal siguieron caminos paralelos la temporada pasada. Ambos lo intentaron e incluso en algún momento pareció posible, pero no.
Algo después de esta primera rueda de prensa, un 21 de abril de 2019, el Arsenal todavía tenía opciones de volver a Champions League. Esa tarde tenía que vencer al Crystal Palace en el Emirates. Sin embargo, el cable rojo y el amarillo cortocircuitaron en la cabeza de Mustafi que, dejó vía libre para que Zaha sentenciara un partido que el Arsenal acabó perdiendo 2-3 y con ello las opciones de una vuelta a la Champions.
Este partido ejemplifica a la perfección la pasada campaña del Arsenal. Su sonrojante defensa hacía que dos goles no fueran suficientes para ganar al Palace en casa. También hacía imposible acabar en puestos Champions pese a tener una dupla atacante que sumó 35 goles y 15 asistencias en Premier. Al final, un quinto puesto a solo un punto de Spurs y dos de un Chelsea que finiquitó la temporada para los de Emery con una sangrante derrota por 4-1 en la final de la Europa League, competición fetiche del guipuzcoano.
Todo ello, después de haber cosechado un ilusionante arranque de temporada con 7 victorias seguidas en liga y 14 partidos consecutivos sin perder, cosechando en ese tramo un fútbol vertiginoso y vertical que hizo creer a muchos que la vida sin Wenger también podía ser feliz. Pero no. En una perspectiva más amplia, la pasada supone la tercera temporada consecutiva del Arsenal sin Champions.
Entre la bancada gunner bien podría cundir la impaciencia y exigir resultados esta misma temporada. Sin embargo, eso podría ser algo precipitado si se detienen a observar cómo les va a los amigos de Manchester tras la marcha de su entrenador franquicia. Un “al loro, que no estamos tan mal, hombre” parece más adecuado. Quién sabe, quizás esta sea la temporada que selle definitivamente la transición del Arsenal post-Wenger. Debería.
Mercado de fichajes
Para apuntalar esa transición, lo cierto es que el Arsenal, pese a su comprometida situación financiera, se ha rascado el bolsillo para hacer un encomiable esfuerzo económico este mercado de fichajes. A la espera de posibles incorporaciones pendientes como la de Kieran Tierney o bajas como la de Koscielny, por el momento el equipo acumula un gasto neto de más de 110 millones de euros este verano.
Viendo el dispar desempeño de su ataque y su defensa la temporada pasada, lo esperable era que las incorporaciones fueran fundamentalmente para mejorar la línea de atrás. Sin embargo, esto es el Arsenal, amigos. Por el momento, en el capítulo de altas el único defensor es William Saliba, un prometedor central de solo 18 años que llega a cambio de 30 millones de euros. Todo ello, tras haber jugado ya como titular en el Saint-Éttiene y haber demostrado una madurez impropia de su edad en la salida de balón y el corte. Sin embargo, la temporada que viene jugará cedido en el equipo francés, se trata de una inversión a largo plazo para el Arsenal.
El resto de incorporaciones, no son solo jugadores ofensivos, sino que más bien ninguno de ellos está capacitado para jugar de tres cuartos para atrás. La última y de mayor impacto es la de Nicolas Pépé. El extremo derecho marfileño llega del Lille a cambio de 80 millones de euros. Aunque se trata de una altísima inversión, el atacante de 24 años llega después de repartir 11 asistencias y ser el segundo máximo goleador de Ligue 1 con 22 goles solo tras Mbappé.

Todo ello, desde un costado y siendo esta última solo su tercera temporada en la élite francesa. De zancada amplia y vocación a jugar por dentro, promete formar una tripleta temible junto a Lacazette y Aubameyang. Con la velocidad de los tres, el Arsenal debería aprovechar para jugar en transiciones rápidas y con espacio, como ya hizo en sus mejores tramos la temporada pasada.
Además del marfileño, al Arsenal también llegan dos jugadores de banda interesantes. El primero es Gabriel Martinelli, que ha costado 6.7 millones de euros a los gunners para sacarlo del Ituano brasileño. A falta de ver en acción a este futbolista que por ahora es una completa incógnita, parece una buena señal que, salvo sorpresa, no vaya a salir cedido esta temporada y tenga sitio en la plantilla de Emery.
El otro extremo recién llegado no es nuevo para el Arsenal, sino que se trata de un jugador que vuelve a casa tras un infructuoso Erasmus en Alemania: Reiss Nelson. Aunque arrancó bien la temporada en el Hoffenheim y marcó 6 goles entre septiembre y noviembre, después sufrió algunas lesiones y dejó de ser un habitual en el equipo, contando con muchos menos minutos y marcado solamente un gol en lo que restó de temporada. Sin embargo, con 19 años cuenta con un futuro prometedor y este año puede ser el indicado para contar con algunos minutos en Londres saliendo desde el banquillo.
Y de una cesión que acaba a otra que empieza, la de Dani Ceballos, que llega por una temporada procedente del Real Madrid. Después de no haber contado apenas para Lopetegui, Solari o Zidane, se reivindicó en el Europeo Sub 21 que ganó España este verano y el Madrid se vio obligado a cederlo para que le dieran los minutos que en el Bernabéu no podía tener.
Se trata, sin embargo, de otro jugador incógnita, pues, pese a haber brillado en las divisiones inferiores de la Selección Española, todavía le queda todo por demostrar en el fútbol de clubes a primer nivel. Todo parece indicar que, de no mejorar la extraña relación entre Emery y Özil, él será el encargado de ocupar la mediapunta.
En cuanto al capítulo de bajas, se van algunos de los más veteranos del equipo. Ospina continuará su camino en Nápoles, dejando vía libre en la portería a Leno tras la jubilación de Cech. Lichtsteiner queda libre tras no renovar contrato, al igual que (contened las lágrimas) nuestro amigo Danny Welbeck. O como a él le gustaba que le llamáramos, Welbequinho Whelé. Solo pido que, al menos, no abandone el fútbol inglés, si es que alguien le firma un nuevo contrato. Siempre se van los mejores.
Más allá de estas pérdidas circunstanciales, la gran baja del Arsenal es ya conocida desde hace mucho y no es otra que la de Aaron Ramsey. Más allá del pecado mortal que supone para el Arsenal que un jugador de su talla se marche gratis, lo verdaderamente doloroso es que con él se va uno de los pocos jugadores ligados al club que quedaban en la entidad. Con Ramsey se va un líder en un equipo necesitado de tutela.
Cómo jugará el Arsenal
Emery se debatió toda la temporada pasada entre el 4-2-3-1 y el 3-5-2. Tras las incorporaciones ofensivas de este verano, lo más lógico es que optara la primera, donde pueden acomodarse más atacantes. Gastar 80 millones en Pépé para que salga desde el banquillo sería al mismo tiempo una completa negligencia y un movimiento tan Arsenal como los cañones de su escudo. Además, sumar un central a tu alineación no va a hacer a ninguno de ellos mejores ni a tu línea defensiva más sólida. Aunque los desorbitados precios que se querían pagar por ciertos delanteros este verano digan lo contrario, el fútbol no funciona a granel.

Si, finalmente, elige la primera formación, con una portería asegurada para Leno, las combinaciones en defensa son infinitas y ninguna buena. La única vía de posible mejora llega con una plena recuperación de Holding que sentara a Mustafi en el banquillo. En el centro del campo, tras la marcha de Ramsey la dupla Xhaka-Torreira parece la opción más sensata para dar algo de equilibrio a un equipo netamente volcado en lo ofensivo. Aún con todo, Guendouzi, ojito derecho de Emery la temporada pasada, gozará seguro de minutos y oportunidades.
Con una delantera a priori innegociable formada por Pépé, Laca y Auba, el único puesto en disputa queda en la mediapunta, que se tendrán que disputar entre Özil, Ceballos y Mkhitaryan.
Con estas mimbres, parece lo más sensato asegurar que el Arsenal buscará potenciar a su temible ataque esta temporada jugando al espacio y en transiciones rápidas que favorezcan la velocidad de sus delanteros. Con un centro del campo pendiente de que Torreira despierte de la siesta que empezó a mediados de la temporada pasada y la paz mental de Xhaka, en defensa solo quedará rezar. Si algo puede salir mal, saldrá mal. Con las mismas caras del año pasado y ni una sola incorporación, la Ley de Murphy impera.
Aunque la actual plantilla no transmite excesivas garantías de estabilidad, la vuelta a Champions es una prioridad que esta temporada comienza a urgir en el Emirates. Aunque durante años nos reímos de los cuartos puestos del Arsenal, todo lo que no sea eso esta temporada dejará el puesto de Emery muy debilitado.
Como gran consuelo, la situación de la competencia no es mucho mejor. Con Liverpool, City y Spurs jugando en otra liga, el Arsenal se peleará, a priori, con un Chelsea sin Hazard ni delantero y un United en plena crisis existencial. Viviendo un clima de horas bajas para algunos integrantes del Bix Six, se abre la puerta a Leicester y Wolves, reforzados con garantías este verano. Con este contexto, si el Arsenal, con la mejor delantera de la liga, no es capaz de asegurar una plaza Champions, no extrañaría en absoluto que Emery tuviera que lanzar un último “güd ivining” de despedida.