En ocasiones, el enemigo más feroz no es el rival. Tampoco es uno mismo y el exceso de autoexigencia. El oponente más implacable es el propio pasado, sobre todo cuando ha estado plagado de un reguero de éxitos o de uno de dimensiones prácticamente irreales. No existe arma eficaz contra el pasado de uno. El paso del tiempo no solo no destiñe el sabor dulce de esos éxitos pretéritos sino que les da más lustre. Cuando conquistó la Premier League en 2016, el Leicester no era consciente de hasta qué punto ese triunfo le perseguiría durante años. Porque cualquier gesta o victoria será inmediatamente comparada con aquello y perderá todo valor de forma igual de instantánea.
Las tres temporadas transcurridas desde la consecución del título no han sido desastrosas pero se han llevado por delante a todo aquel que ha pasado por allí. La temporada siguiente, el equipo cayó al duodécimo lugar de la tabla pero puede alegar que alcanzó los cuartos de final de la Champions League en su primera (y única) participación. Aunque para entonces ya hacía semanas que Claudio Ranieri, el emperador romano que condujo a sus menguadas tropas a la victoria contra los todopoderosos ejércitos enemigos, había sido depuesto de sus responsabilidades.
Al año siguiente, su sustituto, Craig Shakespeare, no le fue mucho mejor. Fue despedido en octubre, solo dos meses después de arrancar el curso. Le sustituyó Claude Puel, que logró resistir en el cargo un año y medio aunque sin completar ninguna temporada. El técnico francés puede argumentar en su defensa que tuvo que lidiar con la conmoción que supuso el fallecimiento del dueño tailandés Khun Vichai a consecuencia del accidente del helicóptero que le conducía habitualmente del King Power Stadium hasta el aeropuerto de Londres para tomar otro vuelo hacia su país natal. El accidente hermanó al club y a la ciudad pero no impidió que Puel fuera despedido meses más tarde.

Y así llegamos hasta Brendan Rodgers, que afronta la difícil tarea de construir un equipo que no sea comparado constantemente con El Campeón de Inglaterra. El técnico norirlandés, que llega tras tres años inflando su ego en Escocia a base de tripletes, tendrá una ventaja que sus predecesores no tuvieron. El paso del tiempo, que endulza los recuerdos, también es implacable con las piernas de los futbolistas. A las ventas de N’Golo Kanté, Danny Drinkwater y Riyad Mahrez en pasados mercados se han unido este verano la marcha de Shinji Okazaki y Danny Simpson, otros dos integrantes del once inicial de 2016. Robert Huth colgó las botas la temporada pasada. Eso significa que, en 2019-20, los únicos futbolistas que permanecerá en el once titular respecto al campeón serán el portero Kasper Schmeichel y el goleador Jamie Vardy. Christian Fuchs, Marc Albrighton y Wes Morgan apuntan al banquillo y a un futuro a corto plazo fuera del club. Los héroes, mejor en el recuerdo que en nómina. Al menos cuando pasan la treintena.
Los campeones han sido sustituidos por un grupo de futbolistas jóvenes, con talento y descaro suficientes como para que no les importe un carajo la herencia recibida. Y serán dirigidos por un entrenador con suficientes tablas y autoconfianza como para crear un proyecto nuevo sin ligaduras ni deudas con el pasado. Schmeichel y Vardy serán ese nexo de unión en un once que incluirá futbolistas con mucho más futuro que pasado como el fichaje récord del verano, Youri Tielemans, adquirido por 40 millones de libras tras una espectacular segunda mitad de temporada cedido por el Mónaco. O James Maddison, fichado del Norwich de segunda división hace un año y ya confirmado como un talento de la Premier League. O el repescado Harvey Barnes, un chico que arrasó en segunda división con el West Brom hasta que alguien con buen tino en el King Power consideró que estaría mejor en primera división. A ellos se unen los contrastados Wilfried Ndidi, Ben Chilwell o Ricardo Pereira, otro excelente fichaje del año pasado.
La plantilla de Rodgers es extensa y dispondrá de futbolistas de probado rendimiento como Marc Albrighton, Demarai Gray, Christian Fuchs, Papy Mendy o Daniel Amartey para refrescar a su equipo durante la temporada. El exentrenador de Swansea y Liverpool tiene, sin embargo, dos lagunas en su plantilla que pueden marcar la diferencia entre competir por Europa o acabar ahogado en las arenas movedizas de la zona intrascendente de la clasificación.
El primero es, lógicamente, el eje de la zaga tras la marcha de Harry Maguire al Manchester United por 80 millones de libras, una cifra que le convierte en el defensa más caro de la historia. Los Foxes tienen fondos para fichar un recambio de garantías pero el tiempo apremia y todos los potenciales vendedores están aguardando que aparezcan con la recortada cargada. Brighton y Burnley ya han dejado claro que Lewis Dunk y James Tarkowski solo serán traspasados a cambio de un pellizco cuantioso del traspaso de Maguire. Ante esta situación, los Foxes están buscando soluciones a corto plazo para salir del paso, al menos hasta invierno. Ahora mismo, Wes Morgan y Jonny Evans serían la pareja de centrales titular. Lo cual no sería un problema. Si estuviéramos en 2014, claro. No sé si me explico. Aunque si bien poco probadas aún en la Premier League, sí que es cierto que el Leicester cuenta con dos prometedores defensores en sus filas: Çağlar Söyüncü (23 años) y Filip Benkovic (22 años), quien además estuvo cedido la temporada pasada en el… Celtic de Brendan Rodgers. Así que dada la veteranía de Morgan, de recibir un par de oportunidades consecutivas, en cualquiera de estos dos podría acabar la radicando la respuesta a la pregunta de la defensa.

La otra zona potencialmente problemática para Rodgers será la delantera. Por dos motivos. Para empezar, Jamie Vardy no parece el delantero idóneo para el modelo de juego de Rodgers, que prima la posesión del balón y el control del partido. Vardy es un caballo desbocado que brilla cuando corre libre por las grandes praderas. Pero Rodgers pretende convertirle en un caballo de doma que renuncie a la velocidad para dedicarse a las florituras. Y a estas alturas de su carrera y con las medallas que cuelgan de su pecho, no parece probable que Vardy se preste a cambiar. Por otro lado, el delantero inglés no tiene suplente. Si enferma, se lesiona o acaba con la mandíbula hecha papilla a la salida de un pub, tendrá que saltar al campo Kelechi Iheanacho.
El nigeriano fue en algún momento uno de los delanteros jóvenes más prometedores de la Premier League. Y no fue hace tanto tiempo. Pero en cuanto abandonó el paraguas protector del Manchester City, los goles se desvanecieron y lo que antes era promesa de un futuro brillante se convirtió en lúgubre certeza de un presente andycarroliano.
Si Rodgers logra resolver estas dos lagunas antes de que arranque la temporada, sea mediante fichajes externos o promociones internas, tiene a su disposición a futbolistas como para engancharse a los vagones de cabeza de la clasificación. Top, el hijo del fallecido Khun Vichai, sigue comprometido con el club y su crecimiento. Por eso se empeñó en no reducir ni una libra el precio de Maguire: para él, la postura del club respecto al central inglés es una declaración de intenciones. La firmeza de su posición ha dejado patente que su intención es igualar un día las gestas que presidió su progenitor. Comienza una era en Leicester: Khun Vichai ya no está presente como lo estaba antes, hay un entrenador nuevo y un grupo de jóvenes que ha sustituido a los veteranos que se erigieron en leyendas hace tres años. Su intención es labrar un futuro a la altura del pasado. Esa es una lucha perdida pero estos chicos tienen la capacidad para generar recuerdos memorables por el camino. Considerando las circunstancias, eso ya es mucho decir.
