Empezar una previa de la temporada del Newcastle buscando en Google cuántos tipos de mentiras existen es un punto de partida muy ilustrativo sobre el estado de constante indignación al que vive sometida la afición de St James’ Park. Uno acaba redirigido al típico portal web de psicología con la misma titulación médica que un traficante de órganos, pero hay que reconocer que para el caso dicha clasificación sin base científica de mentiras es aplicable a la perfección.
Cuando la mentira es piadosa, el engaño implica una intención benevolente, aunque también un amargo toque de lástima. Es exactamente lo que el tiempo ha demostrado que eran las palabras de Rafa Benítez cuando, sabedor de que el Newcastle es un club condenado bajo la directiva actual, decía que todo saldría bien. Seguro que había bondad en esas palabras, porque una parte de él confiaba en que llegaría a un acuerdo para quedarse en el club en el que quería estar para hacerlo crecer. Pero también había piedad en cada frase, consciente de que debía guardarse lo tóxico e insostenible de la situación para no machacar más a una afición demasiado golpeada. Él quería pelear por entrar en Europa; la directiva, por mantenerse en Premier sin que el producto se devaluase. Y es que a nadie sorprendió que no renovase en verano: al fin y al cabo, aunque piadosa, todo era una mentira. Un entrenador de la categoría de Benítez no merecía unos superiores así.
De todas las mentiras, la compulsiva es probablemente la peor: reincidente, retorcida y sistemática. En el mismo verano, Mike Ashley, dueño del Newcastle, ha visto venir una guerra civil para la que ni su arrogancia era una trinchera suficientemente armada. Aunque lleva años tratando de deshacerse del club mientras lo hunde, ser el culpable de la marcha de Benítez ha elevado la tensión a un nivel aún por conocer. Así que su última carta ha sido la de fingir que su juguete roto sí le importa: gastando -sin perder la moderación y cuando no quedaba otra- en fichajes, defendiéndose de las críticas de Benítez a golpe de orgullo, proclamando su compromiso con el futuro de la institución y tratando de aparentar normalidad. Nadie en la ciudad cree ni una palabra si lleva su firma, pero tampoco nadie tiene la fórmula para echarlo del club.
Al final, para sobrellevar una realidad así sólo queda la mentira en forma de autoengaño como analgésico. Ashley y su séquito son un mal que, tal y como la historia ha demostrado, tarde o temprano acaba manifestándose periódicamente en catástrofes como los dos descensos bajo su mandato. Sin solución sostenible a la vista, a la hinchada le queda ilusionarse con un ataque con Almirón, Joelinton y Saint-Maximin, la irrupción de Longstaff o la sólida defensa sobre la que se ha construido el equipo. Hay razones para ver al Newcastle esta temporada, sí, pero no para soñar con un futuro mejor. Los aplausos, si existen, serán en definitiva un autoengaño.
Fichajes para parar una guerra
Tras la marcha de Benítez y el adiós de Salomón Rondón y Ayoze Pérez, el Newcastle se quedó sin su líder y sus dos artilleros. Pasó días con un entrenador interino y Fabian Schär, defensa central, como máximo goleador. Ante la poco ilusionante contratación de Steve Bruce, desde el club sabían que sólo algunos fichajes atractivos calmarían un ambiente que ha tornado en bélico y generarían cierto optimismo. Y, aunque relativamente, lo han conseguido.
Joelinton, nuevo fichaje récord del club por los 44 millones de euros pagados al Hoffenheim, llega con la etiqueta de tener el físico de Rondón y un refinamiento que recuerda a Firmino. Los Magpies, frente a la necesidad de una referencia tan determinante como fue el venezolano, han pujado como nunca antes por un jugador ya identificado en Europa como talento emergente. Un escaparate perfecto para él y un ariete joven de impacto para el club: es una operación a priori perfecta para ambas partes.
Una vez compensada la pérdida de Rondón, Allan Saint-Maximin es la segunda incorporación más importante y la que completa un trío ofensivo muy atractivo si se suma la presencia de Almirón. A coste de 18 millones, Saint-Maximin es irreverente en su estilo -de los mayores regateadores de Europa-, su aspecto y su tono, y eso vuelve loca a una afición como la del Newcastle, que no veneró en su día a Hatem Ben Arfa por casualidad. Un extremo de ritmo endiablado y cabeza loca que juega con una cinta de Gucci en la cabeza es un caramelo al que St James’ Park jamás va a decir que no. Al menos en pretemporada, que es el único momento donde está permitido ilusionarse sin resultados como argumento.
Aunque menos excitante, el fichaje de Jetro Willems cierra a fecha de publicación de este artículo el apartado de altas para reforzar un lateral izquierdo que el curso pasado llegó a estar cubierto por Matt Ritchie reconvertido. Willems es un jugador venido a menos, pero tanto por características como por precio -cedido con opción de compra- era el candidato que mejor se ajustaba a la política del club a la hora de cubrir una posición que necesitaba un nombre nuevo.
El gran éxito, sin embargo, del Newcastle ha sido retener a jugadores que podría haber perdido en el mercado de fichajes: Almirón, Longstaff, Lascelles, Lejeune, Dúbravka o Hayden, todos ellos irremplazables dada la plantilla actual, han aparecido en rumores durante el verano y han acabado quedándose. La estructura heredada de Benítez ha sufrido dos duros golpes con la pérdida de Rondón y Ayoze, pero sigue con cimientos suficientemente fuertes para mantenerse en pie.
Cómo jugará el Newcastle: sólido y directo
Está por ver cómo empieza y evoluciona la idea de juego de Bruce en el banquillo del Newcastle, pero vistas las fortalezas y debilidades de la plantilla y tomando como referencia los refuerzos, parece que partirá de un 3-4-3.

Una de las grandes diferencias de los Magpies respecto al resto de equipos que pelearán por la salvación es su defensa: Dúbravka es un portero que da muchos puntos y la línea de tres centrales formada por Schär, Lascelles y Lejeune es de una muy alta fiabilidad, con el siempre correcto Fernández como recambio. Mientras el carril derecho es en principio territorio de Yedlin, en el izquierdo Bruce tendrá que decidir entre Willems o Dummett, que a pesar de su tosquedad siempre ha sido un activo valioso para sus entrenadores en Newcastle.
En el centro del campo, la enorme dimensión futbolística de Longstaff tras su aparición la temporada pasada debería asegurarle un puesto en el once. Se ha convertido en un símbolo del equipo y la ciudad: es exquisito técnicamente y dotado físicamente, joven, canterano, natural de Newcastle, de carácter humilde y muy implicado con la comunidad. La grada pedirá verlo siempre en el césped. A su lado, queda la decisión entre el buen desplazamiento largo de Shelvey, el orden táctico y sacrificio de Hayden o el equilibrio de Ki. De la medular dependerá que sea un equipo organizado en la contención y veloz y directo cuando llegue el turno de contraatacar.
Con esa búsqueda de rapidez y efectividad en pocos toques se ha confeccionado un ataque que protagonizarán Almirón, Joelinton y Saint-Maximin, mientras Muto, Gayle y Ritchie serán sus principales sustitutos. En ellos se pondrá la mayor parte del peso de la producción ofensiva, y es que en el Newcastle es especialmente valiosa la velocidad de conducción, la capacidad de desborde y la resolución de jugadas mediante centros al área en busca del delantero.
El Newcastle, por tanto, basará su juego en una defensa fuerte capaz de repeler ofensivas muy replegada y un ataque veloz y resolutivo en pocos pases con transiciones rápidas, sin despreciar la oportunidad que ofrece el balón parado con hombres como Lascelles o Joelinton.
En definitiva, se presenta una temporada en la que la permanencia ya será un alivio tras toda la polémica que sigue lastrando al club y la marcha de Benítez no ha hecho más que avivar. La calidad línea por línea de la plantilla del Newcastle anima a pensar que la salvación no debería ser un problema, pero en un ambiente tan convulso y con un club tan impredecible lo último asegurado es la estabilidad. Porque no hay que olvidar que todo lo que parezca mínimamente estable en este club es producto del autoengaño.