En la mesa de veinte equipos que componen el gran festín de la Premier League, este año han desempolvado la vajilla de las ocasiones especiales. El Sheffield United, club fundador de la competición actual y localizado en la ciudad que vio nacer este deporte, está de vuelta por segunda vez desde su descenso en la temporada 1993/94. Doce años después volvió de forma fugaz para 9 meses después sufrir uno de los descensos más crueles que se recuerdan: por un solo gol de diferencia con el Wigan, equipo contra el que perdió por 1-2 el último partido de la temporada. Y, como si fuesen al supermercado a comprar huevos, han tenido que esperar otra docena de años para volver al primer escalón del fútbol inglés.
El ascensor entre divisiones de la English Football League se convierte en muchas ocasiones en una travesía por el desierto, sin más objetivo que evitar descalabros mayores y con la fe en volver a brillar desvaneciéndose poco a poco. Entender qué ha llevado al Sheffield United de empezar la temporada 2016/17 en League One a lograr el ascenso a la Premier League en mayo, requiere detenerse en torno a dos nombres propios: Billy Sharp y Chris Wilder. Sobre el primero, se ha hablado mucho en este medio: el máximo goleador en el fútbol profesional inglés, el tipo gordo de Sheffield, rechazado hasta dos veces por su el equipo de su vida para acabar volviendo y liderar a sus compañeros hacia el Dorado. Con menos épica y pasión, pero con más cerebro y paciencia, Wilder ha recogido las trizas de un equipo sin identidad ni metas para devolverlo a su cota más alta de una manera convincente y con un estilo propio que arrasó en League One y que en dos años se ha plantado en Premier League.
La seña de identidad de los ‘blades’ se apoya en el rol que sus tres centrales desempeñan en la salida de balón y contribución al ataque. Cuando el Sheffield tiene la posesión y quiere armar su juego desde atrás, es habitual ver al central derecho o izquierdo abrirse a banda y doblar al carrilero, que normalmente suele retroceder unos metros para atraer a su marca y crear más hueco en el medio del campo. Lejos de quedarse en la zona del medio campo, esta maniobra lleva a los centrales a sumarse al ataque, centrando desde la banda o llegando incluso a rematar en área rival. Esta técnica, llamada en Inglaterra “overlapping centrebacks” es una de las razones que mejor explica por la que sus defensores suman tan buenos números ofensivos.
Aunque no es extraño verles permutar en sus predeterminados lugares de inicio, alguien que forjó una reputación años atrás de ser capaz de jugar en casi cualquier posición del campo (en su época en Blackpool, portero, extremo izquierdo y diría que delantero centro fueron las posiciones que nunca llegó a ocupar), Chris Basham se ha consolidado en el eje como el faro de la defensa del equipo, mientras que Jack O’Connell por la derecha y John Egan han sido los más habituales responsables de la antes mecionada estrategia de los “overlapping centrebacks”, formando así una línea defensiva que no sólo les ha hecho sobresalir por este curioso método sino también por la sólidez que han imprimido a la defensa del United de Sheffield.

Más allá de esta particular contribución ofensiva, los ‘blades’ han logrado mantener su portería a cero en 21 ocasiones y han concedido tan solo 41 goles en 46 partidos disputados esta última temporada, datos que justifican la fe de Wilder en sus tres defensas titulares. Phil Jagielka es el único refuerzo en defensa (e igual este término es demasiado generoso, más allá del aspecto anímico) tras ver la última temporada desde el banquillo de Goodison Park. El extoffee aportará experiencia en Premier al banquillo, además del mencionado aspecto emocional por ser de la cantera y haber jugado en el último del Sheffield United en primera, pero a priori no debería quitar el puesto a ninguno de los titulares y lo mismo se aplica a Richard Stearman, el otro central fiable que Wilder se guarda en la manga para contrarrestar sanciones y/o lesiones.
La portería no tiene mayor misterio: tras una temporada más que correcta con tan sólo 41 goles encajados Dean Henderson ha renovado su contrato con el Manchester United y jugará su segunda temporada cedido bajo los palos de Bramall Lane. Simon Moore seguirá siendo su suplente y posiblemente el encargado de jugar las copas.
Los dos jugadores de banda tienen un papel fundamental en el sistema de Wilder, ayudando a los centrales en la defensa y conduciendo rápidamente el balón para el ataque. Cuando se aplica la técnica de los centrales dobladores es normal que los laterales retrocedan más su posición para cubrir hueco y generar más pases al arrastrar a su marca. Actualmente esas posiciones las han ocupado Enda Stevens en la izquierda y George Baldock en la derecha, con Kieron Freeman como recambio. Uno de los fichajes que más expectativas ha generado es la llegada de Ben Osborn, ídolo del Nottingham Forest que tendrá por fin su merecida oportunidad en Premier League a priori como alternativa de Stevens.
El juego interior pasa por las botas de Oliver Norwood y John Fleck en el centro del campo y Mark Duffy un poco más adelantado como nexo de la línea de ataque (más cercano al 3-4-1-2 que al 3-5-2 en línea). El fichaje de Luke Freeman tras sus buenas temporadas en el Queens Park Rangers debería enviar a Duffy al banquillo, siendo John Lundstram la alternativa en caso de lesión o sanción de Norwood o Fleck. El mayor problema que presenta esta línea es la falta de gol (11 entre los tres) y su mayor virtud la buena visión de juego y el número de asistencias que generan (24 en total).
No será Ravel Morrison quién arregle ese problema. De hecho a Morrison se le da mejor crearlos que solucionarlos. Este nuevo ejemplo de ‘enfant terrible’ del futbol ha pasado de joya de la cantera del Manchester United a ser chatarra “erasmus”: desde su marcha de Old Trafford ha jugado en West Ham, QPR, Lazio, Östersunds FK y Atlas de Guadalajara, lo que le convierte en uno de los jugadores con más páginas de pasaporte selladas que partidos jugados en los últimos años. El Sheffield United puede ser su salvación o un capítulo más en su tristemente largo historial de decepciones y problemas extradeportivos.
Y de la oveja negra pasamos al niño mimado. Si has llegado hasta aquí para leer alabanzas de Billy Sharp, siento ser tan previsible, ya que estás en lo cierto. Olvidad toda la palabrería anterior, lo que el aficionado quiere, lo que la Premier necesita y lo que el fútbol sueña, es un equipo de 11 Billy Sharps. Lástima que el malvado Chris Wilder lleve la contraria al deseo universal y, por lo que sea, suela acompañarlo por un segundo hombre. Entre nuestro ídolo y su compañero en la delantera David McGoldrick sumaron el año pasado 38 tantos siendo los dos únicos jugadores de la plantilla en superar las dobles cifras. Como la clonación sigue siendo ilegal, el Sheffield United ha recurrido al mercado en busca de otras parejas de baile y (alerta, sacrilegio) quizás (os he avisado) un remplazo a Billy Sharp.
Oliver McBurnie fue la mejor noticia en el nefasto año del Swansea y para colmo los galeses pierden al autor de 22 tantos en Championship, dos de ellos contra el Sheffield, su nueva casa. Lys Mousset llega del Bournemouth (club del que tratará de seguir el ejemplo el Sheffield United) en busca de minutos que deberá justificar con los goles que le han faltado para asentarse como cherrie, algo que no le impedido costar nada menos que diez millones de libras a su nuevo equipo. Suponemos que se estarán agarrando a que los jugadores con pasado en la Ligue 2 francesa (Mahrez, Knockaert, Kanté, Guendouzi…) suelen acabar funcionando muy bien en Inglaterra. Suelen. Otro de los fichajes interesantes en la línea de ataque es Callum Robinson, que marcó 12 goles durante su temporada con el Preston North End.

Acabemos con la pregunta del millón, ¿qué hará el Sheffield United en Premier League? Los problemas de su plantilla al concluir la temporada pasada eran la falta de profundidad y una dependencia excesiva de los goles de Sharp y McGoldrick. A nivel interno esos problemas se han solucionado a un nivel satisfactorio. Los blades han sido uno de los mejores equipos de las divisiones inferiores y los refuerzos que han hecho este verano posiblemente les colocarían entre los tres mejores de Championship. El problema es que van a disputar Premier League con una plantilla sin apenas experiencia en el máximo escalón del fútbol inglés en un momento histórico en el que la exigencia ha dado un paso adelante y este quizás vaya a ser su mayor hándicap.
Pero seamos optimistas: al contario que otros recién ascendidos últimamente, el Sheffield United tiene un plan, un cerebro abierto a adaptarse y una voluntad de acero. No intenta inventos estrafalarios ni revoluciones: la revolución Billy Wilder llegó hace cuatro años y mientras crea en sus frutos seguirá dando de qué hablar por su buen rendimiento. Ha mantenido a todas sus piezas clave y ha reclutado a jugadores de su mismo nivel manteniendo el equilibrio en la plantilla y, siendo claros, tras doce años sin jugar en la Premier League tiene mucho más que ganar de lo que podría perder. Y como si el destino le quisiera mandar un guiño, arrancará la temporada frente al Bournemouth, el espejo en el que mirarse para asegurarse un futuro de banquetes con los que alimentar el hambre del gordo de Sheffield y de sus locos compañeros.