Ander Iturralde

Previa 2019-20: Watford

Vienen de su mejor temporada en mucho tiempo. Por arte y Gracia de Javi y todos esos chistes fáciles. Pero lo cierto es que pocos predijeron un año como el que hicieron. Un equipo que ha sido difícil de calibrar en los últimos años pero que no ha tenido ni que preocuparse por el descenso. Aunque hay más por hacer. Dicen que lo difícil no es llegar, es permanecer.

El Watford es Javi Gracia es un equipo muy raro. Para empezar, de alguna forma son la ONU (dos suecos y uno de origen congoleño, dos austriacos, dos nigerianos, un guadalupeño, un griego-alemán-uruguayo…) y al mismo tiempo un equipo de bajo volumen de utilización, pues solamente catorce jugadores en toda la plantilla superaron los 1,500 minutos jugados la temporada pasada entre todas las competiciones. Luego, juegan con un centro del campo compuesto por cuatro jugadores interiores que son ni media puntas ni medio centros defensivos y, encima, una dupla de delanteros en la cual Gerard Deloufeu es uno ellos. Es que es todo muy raro. Pero la cosa es que funciona. Y el reto, es que lo siga haciendo. Porque como club son ya ocho años la extensión, en una iteración u otra, de un proyecto que Gino Pozzo ha liderado con nota. Y eso probablemente se quede corto para describir la conversión de un club habituado a la mitad, mitad-baja de la tabla de Championship más que al propio acto de comer. Llegaron a estar en un estado de precariedad, que si se llegan a dar algunos acontecimientos más, les hubiese mandado hasta lo más profundo de la pirámide de divisiones de fútbol inglesas. Ahora, son uno de esos equipos molones de media tabla en Championship, con un lateral del estadio reconstruido y una sensación de progreso y avance en cada una de las esquinas del club, del club con un alce en su escudo.

Ese alce pronto desaparecerá, no obstante, ya que el plan es que hacer un rebranding y centrarse en el que es, de hecho, su apodo: los “abejorros”. Puede que te hayas preguntado cómo pueden ser los “abejorros” y tener un alce en el escudo y la razón es que el alce en realidad no es un simple alce como tal sino que simboliza el «corazón de Hertfordshire», condado en el que uno localiza Watford. No querrán ellos que con el alce-corazón desaparezca también su estatus en la Premier League. Y quienes no han desaprecido son sus estrellas del año pasado. Jugando ese rol de equipo revelación, un grupo de jugadores que había quedado encayado tras una temporada convulsa con Marco Silva y su subsiguiente despido, con Gracia encontraron esa química a lo largo del verano del pasado año y salieron golpeando desde el primer minuto. Gente a la que a uno no hubiese sorprendido ver ir como Abdoulaye Doucouré, Roberto Pereya o Gerard Deulofeu tuvieron un año revelatorio, en la que doblegaron unas dinámicas un tanto indecisas para convertir al Watford y a ellos mismos en una de las historias del año. El decrecendo de la temporada no terminó de golpear, de conectar en global; en particular, llegaron a la final de la FA Cup tras una de las grandes remontadas que se recuerdan en la competición, en la semifinal contra el Wolverhampton. La demolición que sufrieron a manos del Manchester City en la final con ese anticlimático seis a cero imprimió una línea, posiblemente injusta, de confusión a la hora de cómo se debía valorar a una temporada insignia para el Watford.

Para todos los mencionados, pero para nadie más que para Deulofeu. Una trayectoria frustrante, siempre dejándote con ganas de ganas de más y nunca llevándote al sitio al que querías ir con él. La marea se lo llevó del Barcelona, como se podía esperar, pero también del Everton. Cuando en el Milan pareció encontrarse, obviamente tuvo que hacer el estúpido movimiento de volver al Barça. Es que de verdad… Pero finalmente, Watford. Unos primeros meses que sí, bien, pero no íbamos a creernos nada de lo que dijese sobre el campo. Hasta que Gracia supo encontrar ese interruptor. Cuando Deulofeu estaba ya camino del desguace y ser, metafóricamente hablando, vendido por piezas, Watford ha sacado a Deulofeu de dentro de Deulofeu, por explicarlo de alguna manera. Una temporada que en la sus destellos ganaron progresivamente en el grado de impacto que tenían; fue ganando más y más velocidad hasta que desamanteló a unos Wolves acribillando hasta ese momento las esperanzas del Watford en Wembley. Una tarde de asombro, irremediablemente especial. Trajo al Watford desde las profundidades del océano, para que Deeney hiciese el boca a boca con el empate de penalti en el descuento. Y Deulofeu trajase algo de comer después. Porque la prórroga de ese día fue suyo, con el “tres a dos” antes de marcharse lesionado. La victoria, su momento, se consumó.


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Gerard Deulofeu obró en Wembley uno de los mejores momentos de su carrera / Fuente: Dan Mullan/Getty Images


Quizás no dure para siempre o para mucho, pero la impresión es que por ahora, lo hará. Si algo bueno tuvo esa pérdida de fuelle en la recta final de liga, donde los pensamientos del equipo gravitaron como es normal que lo hiciesen a la FA Cup, fue no acabar en la nota más llamativa de todas. Porque, a falta de un puñado de días para cerrarse el mercado, todos siguen. Hasta Heurelho Gomes, que decía que se iba a retirar, el muy pájaro. Su marcha de película en la Copa terminó con una agria goleada. Con ganas de un último asalto, seguirá, salga como salga. Porque hay algo que en este Watford que ha capturado la imaginación como lo hizo el Watford de Quique Sánchez Flores. Tanto el progreso en FA Cup como la posición final en la Premier League fueron superados, con la añadida sonoridad, con ese añadido brillo. Y no tenía por qué; como decíamos al principio, este era y es un equipo muy extraño. Pero en el mejor sentido, según han desmotrado. Todo tras salir del batiburrillo del año de Silva, que incluyó también la de Gracia y una segunda temporada para él, esta vez desde el principio, que no inspiraba toda la confianza. La Premier League es implacable, a la que pierdas el paso te vas y parecía que eso podía estar pasando. Parecía. Porque resulta que reemplazar a Gomes en la titularidad con el no-tan-veterano Ben Foster era el perfecto movimiento, no un palo de ciego. Ahí ganaron. Y con una defensa que nunca fue brillante, que sería comprometida en ocasiones, pero que Gracia logró de una forma extraña (otra vez) que a la vez fuese sólida, efectiva, un refugio para un grupo de jugadores que por lo general no iba a arrollar a sus contrincantes.

No les importaba, sin embargo. Kiko Femenía y Daryl Janmaat se turnaron con éxito en el lateral derecho en función de lo que se necesitaba, probando ser cada uno un aprobado. Aunque sería en el centro de la defensa donde se probaría y aprobaría la cosa más improbable y más indetectable: Adrian Mariappa, segundo central con más minutos del equipos. Pocos jugadores empiezan sus carrera prometiendo, siendo titulares, jugando bien (todo esto con el Watford para Mariappa) y se pierden sus años de pico de forma como futbolistas siendo suplentes, cortados por el Crystal Palace, para volver a ser un central titular en la Premier League con 30 años. Junto a la roca de esta retaguardia, el pilar sobre el que más ha podido construir Javi Gracia, Craig Cathcart, Mariappa y después Christian Kabasele formaron como se les exigía a su lado. Pero se esperaba un refuerzo, ya que se comprendía el margen de mejora y han ido este verano, pronto y rápido, a por otro Craig: Dawson, del West Brom. Desencaja un poco el hecho de que se mantega tanto enfásis en la experiencia, pues se van sumando bastantes años entre todos. Pero con defensas, da la sensación de ser una cosa que quieres. Aunque no Gracia a Sebastian Prodl, quien ha perdido la importancia de sus primeros años en Watford. No obstante, recale en otro sitio o se quede, tendrá que seguir compaginándolo con su otra gran pasión: la decoración de interiores. De verdad, esto. Como de verdad es que José Holebas es un chico de padre griego, madre uruguaya y nacido en Alemania. Lo que no es verdad pero casi es que ve más tarjetas amarillas de lo que juega partidos de fútbol, pero a sus 35 años el rendimiento sigue estando ahí. Como también la faceta entrañable de que todavía lo esté. Y por estar, también, el joven italiano Adam Mesina para convertirse en el presumible relevo.


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El singular esquema del Watford les ha ofrecido enormes réditos y esperan que lo vuelva a hacer este año / Fuente: footballuser.com


Pero relevo no han tenido que fichar ni para Doucouré. Deulofeu tiene un bagaje, pero este lo que parecía tener eran pretendientes. Uno supondría que ninguno a la altura de los requisitos del Watford. Y mejor para ellos, los del alce todavía en el escudo. Poder seguir evolucionando con el equipo y un jugador de la clase de Doucouré es algo por lo que Gracia dará, más que nada, las gracias. Un futbolista que te la puede pasar en largo, en corto recurriendo a su gran técnica, pero que no termina de ser un centrocampista que domine partidos de arriba a abajo con el balón. No lo necesita. Ni tampoco lo es Etienne Capoue, que nunca se supo lo que era en el Tottenham, ni al principio en Watford, pero que en el habitad creado por su actual director técnico, se ha consolidado como una fuerza de la naturaleza por delante de la defensa. De alguna forma funcionan ellos y funcionan Will Hughes y Roberto Pereyra. Dos interiores que ocupan las dos posiciones de tres cuartos en el 1-4-2-2-2 del equipo. Hughes, un jugador de visión, de muchísima destreza y técnica con la pelota, del que nunca estuvo claro si sabría dar el salto de Championship a Premier League.

Dos años más tarde, vaya que si ha sabido. Desde la derecha, a veces en 1-4-3-1-2, retiene, combina, acelera. Si bien se le podría exigir más volumen de acción, es compensado por Roberto Pereyra, un fabuloso conductor, de indefendible disparo y con química para brillar junto a sus compañeros. Tom Cleverley, Nathaniel Chalobah, Ken Sema y Domingos Quina (¿que el domingo a la esquina? No, Domingos Quina… Perdón), primordialmente componen un abanico de alternativas para el equipo en esa parte del campo. También lo hacía Deulofeu, hasta que rompió finalmente como ya hemos tratado. Lo hizo como uno de los dos delanteros, porque a los otros cuatro no iba a haber forma ni interés de Gracia en quitarles. Lo que tampoco iba a ser necesariamente ningún camino de rosas, a Deulofeu no le importó, quedando André Gray desplazado, pues no iba a dar toda la amplitud al juego para siempre José Holebas, que tiene una leña que repartir y otras responsabilidades. Allí, junto a Deeney, con carta blanca para hacer mucho más de lo que quisiera, Deulo ha funcionado. Ahora, se presenta la renovada competencia de Isaac Success, Cucho Hernández y Adalberto Peñaranda, pero Deeney sigue a lo suyo, todavía, ocho años después. Porque Deeney, por muchos factores que podrían sugerirlo, no tiene ninguna intención de desaparecer. Como tampoco intención de desaparecer de donde están ahora todos en Watford. Cuatro años estelares (vale, el de Mazzarri no) de alguna forma u otra para los Hornets. Siga en primera o acabe en segunda, este Watford ha dejado una huella que jamás desaparecerá. De momento ellos, con la posibilidad de un puesto final en el top-10 a final de temporada, dan todas las impresiones de que van seguir a lo suyo.


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El Watford está experimentando una época muy especial / Fuente: Marc Atkins/Getty Images

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