Hace aproximadamente un mes Michael Cox, de The Totally Football Show y The Athletic, reflexionó que en esta Premier League no había malos equipos al nivel de otros años. Que el nivel medio de aquellos que descendería sería, pese al hecho del eventual descenso, mucho más notable de lo que ha sido recientemente. Es una de cosas difícil de evaluar, el nivel de una liga, porque hay muchos factores que entran en juego. Si el nivel sube en un parte de la clasificación, generalmente baja en otro, porque la cantidad de puntos a repartirse en una temporada son esencialmente los mismos.
La lucha por entrar en puestos Champions parece estar sufriendo de un cierto deslucimiento (el Manchester United sigue plenamente metido en la pelea). Pero con el descenso, la teoría de Cox sí que parece tener su solidez. De hecho, las proyecciones de puntos del portal de análisis estadístico FiveThirtyEight, respecto a cuántos harán falta para eludir el descenso, representan la mayor cantidad necesaria (39) desde 2003, cuando el West Ham sumó 42 y, aun así, cayó. Desde el año 2000, solamente en esa ocasión han hecho falta más que 39, número únicamente igualado en 2011. En todo el resto de temporadas, ha sido menor la cantidad requerida. 2010 fue el caso más exagerado en la otra dirección, ya que sólo se exigieron 30 puntos (¿Qué estaba pasando en 2010?).
Más allá de eso, en cuanto a nivel de calidad de los equipos en esta temporada, es difícil de medir cualitativa y cuantitativamente. ¿Es mayor el nivel de los equipos de abajo o es menor el de los equipos de arriba que se han dejado puntos contra ellos? Como tantas veces en la vida, la evaluación más justa con la realidad probablemente sea que son seis de uno y media docena de otro. Sin embargo, y a pesar de que es fácil exagerar encima de la negatividad, sobre los defectos de los malos equipos, ves jugar a la mayoría de ellos (incluso al pobre Norwich) y es relativamente fácil concordar con el punto: el de que el nivel es mayor.
Porque el Watford ha resurgido para dar un salto hacia delante y sin tener recurrir apenas al mercado, siendo Ignacio Pussetto la única incorporación. ¿Quién necesita fichajes cuando Nigel Pearson es tu Clark Kent particular? Aunque tan modesto no es el caso de todos: el Aston Villa ha optado por fichar a nada menos que tres jugadores distintos, si bien cada uno de los tres puede ser justificado por el hecho que el equipo ha sufrido tres notables lesiones en las últimas semanas. También el Bournemouth ha sido lisiado por varias de ellas, aunque ellos entran a las últimas horas de mercado sin haberse movido y puede que salgan de ellas con lo puesto. El Norwich ya ha hecho tres, al igual que el Villa. Y el West Ham ha hecho uno que podría valer por diez: el de un medio centro (potencial y aparentemente) bueno. Es evidentemente una incógnita cómo caerán todas las piezas, sea con fichajes o sin ellos, pero todos buscan un héroe, individual o en conjunto, que les rescate. Hay mucho en juego. Y después de todo lo que ha apostado, remontándonos al comienzo de esta temporada e incluso al de la pasada, el Villa es uno de los que más presión tiene encima.
El Aston Villa
Es que es uno de los más fascinantes casos de todos estos equipos en riesgo, donde más variables da la impresión de haber en movimiento. Un equipo en el que han querido dar un golpe de timón y pasar a una defensa de tres centrales para paliar sus casi sangrantes problemas defensivos que habían ido empeorado paulatinamente (por no hablar de la extraña desaparición de Björn Engels) a lo largo de la campaña. Pero mucho más que eso, han fichado a Pepe Reina, a Daniel Bebeagua y finalmente a un delantero tanzano de nombre Mbwana Samatta y que se apoda a sí mismo (y esperemos que no sea el único) como ‘Samagoal’. Y un cuarto jugador en las últimas horas del mercado tampoco sería descartable. Quizás, después de todo, sí que vayan a tener la materia prima con la que no tener que echar de menos a Wesley, lo cual como concepto ya sería grave; así como tampoco a Tom Heaton, a John McGinn o al recién traspasado a otra dimensión Jonathan Kodjia. ¿Que la liga de Arabia Saudí no califica como otra dimensión? Eso dínoslo a nosotros, elitistas del fútbol europeo que no sabemos mirar allá de nuestro ombligo, mucho menos más allá de la línea que marca el cambio de continente de Europa a Asia. La presión sobre Dean Smith va a arreciar si no logra interconectar a sus piezas con las antiguas, alicatar la defen… si Jack Grealish no tira del equipo como si fuese uno de esos forzudos que enganchan una cuerda a un camión y empiezan a tirar de él con fuerza bruta.
Mientras otros tuvieron que jugar la FA Cup este pasado fin de semana, el Aston Villa pudo descansar, al menos físicamente; con la oportunidad de hacerlo mentalmente, y con fortuna, ganar una pequeña ventaja marginal para su siguiente partido. El cual les enfrentaba al Leicester en Copa de la Liga. Donde el descanso de la FA Cup lo perdieron, pero a cambio recibieron un subidón de adrenalina (el cual hubiese sido prácticamente imposible en FA Cup), venciendo a nada menos que al Leicester, para colarse en nada menos que la final. Entró y salió del periodo de descanso de la mejor manera posible: con una victoria en cada lado. En el triunfo de liga, encima, contra un rival directo como el Watford. Un partido tan importante y en el que el Villa, así como contra el Leicester, demostró poder extraer premio de los más intangibles momentos; demostrando también que, además de poder frenar al envalentonado ataque del Watford y al legítimamente buen ataque del Leicester (por mucho que no estuviese Jamie Vardy), pueden generar volumen ofensivo. Con alguien que lo pueda canalizar, sellar ante portería, uno sospecharía que el equipo puede completar la reversión del titubeante camino de los últimos meses.
Pepe Reina, con su atípica apariencia de portero (cachas, brazos al descubierto incluso en enero), parece haber llegado antes de que la portería, la lesión de Tom Heaton, se convirtiese en otro problema. De Danny Drinkwater, a pesar de si horrorífico debut ante el Manchester City, se espera que pueda reconjurar algo de esa magia que le imprimió al Leicester campeón. Y, a pesar de todos los fichajes del verano, también porque las lesiones nunca dejan de ser una posibilidad, había que echarse al mercado a por otra potencial estrella, el bueno de Mbwana ‘Samagoal’. Una nueva luz para el equipo, para el ataque. Él es una pieza que no puede fallar. Que debe impedir que al Aston Villa se le pueda anular con un simple marcaje doble (o triple) a Jack Grealish. Porque si bien Grealish fue una auténtica estrella ante Watford y Leicester, la mejor noticia de todas fue que Tyrone Mings y Trezeguet también se demostraron capaces de marcar los épicos goles ganadores. Una energía ganadora, una inercia intangible que se acumula de repente, y acabas salvándote.
El Bournemouth
Así como es (o era) un problema en el Villa, no así en el Norwich y parece que ya tampoco en el Watford, sí lo es también para el Bournemouth el ataque. Un ataque que se ha caído como un trágico castillo de naipes. Es en cierto modo complejo de entender cómo, por qué, ha pasado. Hay explicaciones (¿he escuchado «Dominic Solanke titular»?), pero también razones aun así, por las que no debería haber sucedido. Un equipo al que sus complicadas rachas, esos momentos en los que pierde todo control durante semanas, se le han ido completamente de las manos. Porque el año pasado, a estas alturas, también estaba saliendo de una sucesión derrotas y empates. Pero el comienzo, su buen comienzo de temporada, hizo de las rachas posteriores casi irrelevantes. Aunque quizás no lo eran. Quizás eran un aviso, la premonición de lo que la siguiente vez les arrastraría hasta el descenso, como un peso atado a su tobillo. Una prueba de fuego para un club viviendo una época difícilmente consolidable en el tiempo, una batalla contra la realidad, sustentada por inversión, sustentada también por Eddie Howe. Pero que es una pelea callejera contra la jerarquía, contra una lógica que les sitúa como club en segunda o en tercera división. El fuego, calmado y controlado en los últimos cuatro años, que ahora puede quemarles. A nadie más que a Eddie Howe.

Restan dos días y medio de mercado; no van a desprenderse de su raciocinio y echar billetes al equipo con tal de no suceda lo que es ahora mismo probable: descender. Por eso Howe, por eso todos esos jugadores a los que han fichado (a los que él ha mejorado, también en los que él apenas ha podido tener impacto) tendrán que agarrar el remo con decisión. Con la claridad presente ante sí mismos, con el objetivo entendido de que es ahora o no será nunca.
La victoria conseguida ante el Brighton invita al optimismo como nada lo ha hecho para el equipo en los últimos meses. Howe, sin embargo, fue el primero en no dejar a las esperanzas desmelenarse. Sólo empezaron a parecer la vieja y efectiva versión de ellos mismos cuando ya estaban 2-0 arriba; con un gol que entró rebotado y otro gracias al hecho de marcárselo en propia Pascal Gross (tras una más que posible falta en ataque sobre él de Callum Wilson). Pero por algo se empieza. Por una victoria y también por las alteraciones más que necesarias en el despliegue táctico que Howe ha optado por emplear. Algo necesitaba moverse para poder ser desatascado. Aunque lo irónico es que no fue con el cambio de sistema con lo que llegó la victoria. Con ello se produjo otra derrota. Ganaron finalmente al revertir de nuevo al complicado de maximizar en el fútbol de 2020 pero todavía sistema insignia del Bournemouth 1-4-4-2.
Encima fue con Solanke regresando a la titularidad. A pesar de este entrañable suceso, de esta entrañable misión de autoengaño acerca del potencial de Dominic Solanke todos estos años después, el bueno de Dom sigue ahí. De nuevo, y a pesar de la lesión de Joshua King, también de David Brooks (35 lesiones ha sufrido el equipo desde el comienzo de 2019), no parecen decididos a fichar a nadie. Por un lado es normal. Como también lo es esperar que Callum Wilson haga el favor de realzar su producción de ocasiones; no ya de goles, sino de simples (buenos) disparos. Pero si algo parece que tiene que esperar el Bournemouth, si hay un clavo caliente pero aún no ardiendo al que esperarían agarrarse, está personificado en Lewis Cook. Porque todo el empaque del mundo –y eso lo que aportan Jefferson Lerma y Phillip Billing como dúo dinámico de nuestro tiempo– no ha demostrado ser un efectivo plan de ruta hacia introducir los balones en la portería contraria. En Norwich, donde cambiaron de sistema, patinaron sin respuesta tras ser Steve Cook expulsado. Aunque quizás, sin esa expulsión, podrían haber acabado prevaleciendo. De nuevo con su sistema de siempre, los goles les cayeron un poco a lo que viene ser del cielo. Pero con dichos tantos volvió la confianza para poder jugar como ellos saben, porque saben hacerlo. Si el pasado es prólogo, el Bournemouth estará a salvo. Si no, puede que este sea el fin. De una forma u otra, lesionados o no, lo demostrarán con lo puesto.
El Norwich
Con todo esto, el Norwich. Llegaremos al final a los otros, al resto de candidatos al descenso, pero nadie lo es más que el Norwich. Un equipo de altos vuelos, diversión desmedida, una abrumadora ferocidad, cuya efectividad mostrada en segunda no ha podido replicar al atravesar el portal a la Premier League. De alguna forma, lo hizo por ímpetu, por inercia y Teemu Pukki tuvo su dorado final de verano. Con las hojas cayendo de los árboles, sin embargo, los Canaries cayeron de la zona buena de la clasificación. A aquello siguieron derrotas, cada cual más preocupante, una defensa con serios problemas competitivos; un golpe tras otro, una resiliencia de carácter encarnada en su enigmático entrenador Daniel Farke. Con una franqueza imperdible, con un talento envidiable. Pero, sobre el campo el equipo, un rendimiento inviable. Demasiados agujeros para vivir a salvo; demasiado chorizo en las lentejas para digerir sin una subsiguiente siesta, sin una oportunidad para sus rivales de capitalizar.
Ante la duda, el Norwich se ha decidido en Ondrej Duda. Porque obviamente lo ha hecho. Porque obviamente he tenido yo que hacer la broma lamentable. Como encomiable, si bien lamentable también, han terminado siendo muchos, porque han sido muchos, los intentos del equipo en reformar su defensa al vuelo; en anteponerse a la predominante ausencia de Christopher Zimmerman esta temporada. Pocas cosas más emocionantes nos ha ofrecido lo que llevamos de esta edición de la Premier League que Alexander Tettey en el centro de la defensa. Un extraño, entrañable héroe de culto en Norwich pero no un defensa, menos todavía un defensa en estas alturas de la pirámide del fútbol. Pero poco a poco, con la incesante producción ofensiva que los atacantes han imprimido a este conjunto, han recuperado una dignidad que estaba en peligro.
Una zaga que tenía que cubrir demasiadas responsabilidades y podía ser arrastrada al abismo al que cayeron Huddersfield, Fulham, Blackpool, QPR… Tantos de los más “memorables” descensos de la última década. La defensa y también los pequeños agujeros que han aparecido, fuese una cierta falta de presencia en medio campo o una explícita falta de goles cuando Pukki cayó en una mala racha. Con lo que tiene, 17 puntos y un margen de otros ocho que cubrir entre ellos y la salvación, han fichado. En el día de ayer sumaron a Melvin Sitti (Sochaux) a los ya incorporados Ondrej Duda (Hertha) y Lukas Rupp (Hoffenheim). Jugadores capaces pero infrautilizados en la Bundesliga en el caso de los últimos dos. Eso es lo que ha compuesto a este equipo desde el principio. Si pueden hacer click, si todos los cilindros pueden funcionar en sintonía, si Emi Buendía y Todd Cantwell aguantan como los máximos talismanes de este equipo: al menos tendrán una oportunidad.
Los demás (que no necesariamente menos candidatos a irse al hoyo)
Y si no, mirad al Watford. Que estaba por debajo del Norwich hasta hace “dos días”. Si las métricas avanzadas situaban al Watford, en cuanto a rendimiento subyacente, mucho más arriba de donde la pelota entrando en la portería estaba dictaminando, también lo hacen en cierta medida con el Norwich, desde que su defensa, con el regreso de Zimmerman, con la larga (tardía e insuficiente) adaptación a la Premier League que han experimentado, ha terminado regresando su rendimiento general a un nivel no criminal. En el caso del Watford, la resolución de los filos de su espada les ha devuelto a donde debían estar. O a un sitio mucho mejor, porque una vez caes cuesta abajo, es mucho más difícil volver a tu teórico sitio. Nigel Pearson lo está consiguiendo.
Cómo detallar, cómo embellecer, es algo que Graham Potter ha hecho en el Brighton. Un Brighton dando una especie de salto conceptual hacia adelante, si bien los puntos no han acompañado como lo han hecho con las inverosímiles revelaciones que han demostrado ser Newcastle o Crystal Palace. Si siguiese a mi intuición, diría que el Newcastle no ha dicho su última palabra respecto a la salvación; que todavía no la ha sellado. Pero ese colchón sobre el que yacen, y nadie más cómodo que Steve Bruce, es demasiado grande como para proclamar que sus dudosos números de “goles esperados” les arrastrarán hacia abajo de aquí al final.
Triunfando el Newcastle así como lo hizo el Burnley cuando acabó en 7º lugar en 2018 (que, como las indestructibles cucarachas al fin del mundo, ellos parecen que van a sobrevivir al reto del descenso una vez más también). Han descubierto un agujero en Matrix para ganar, a pesar de lo ilógico que parece (con los pocos disparos que efectúan y los muchos que les efectúan) que lo sigan haciendo y haciendo otra vez. Como el mayor de los ridículos haría el West Ham si acaban descendiendo. A su jinete (amarillo) del apocalipsis David Moyes es a quien se aferran. A pesar de fichar, por fin, a un medio centro de prometedoras habilidades como es Tomáš Souček del Slavia Praga, sigue habiendo que tener cuidado los potenciales fichajes de dudosa calidad de última hora que puedan hacer (Steven Pienaar está retirado pero no así el peligro de su fichaje o de alguna nueva versión), ya que darles, les da tiempo. Porque la desesperación puede acabar nublando el juicio de ellos y de todos. No lo ha hecho de momento. Pero esperando a alguien que les salve del apocalipsis, de alguna forma u otra, es como encaran todos estos equipos las jornadas que quedan de aquí a la resolución definitiva de la temporada.