Los últimos años de Arsène Wenger en su querido Arsenal dejaron mucho que desear. Falto de títulos y alejado de las posiciones de cabeza, acabó sumido en una espiral de autodestrucción. El verano pasado se consumó su fin y el Emirates dio la alternativa a Unai Emery, que venía de unas temporadas muy mediocres en el galáctico Paris Saint-Germain. A pesar del reto mayúsculo que suponía levantar a un gigante dormido, a Emery no le tembló el pulso a la hora de tomar decisiones.
Nada más llegar, renunció al guardameta David Ospina y fichó por 20 millones de libras a Bernd Leno para suceder a Petr Cech, en el ocaso de su carrera. La idea inicial era imponer una transición dulce en la portería: que con el transcurso de la temporada Leno (de 26 años) fuera comiendo la tostada a Cech (de 36). Para ello, el legendario portero checo jugaría de titular las jornadas de Premier League, mientras que el incipiente competidor germano se conformaría en un principio con las de Europa League y Carabao Cup.
A pesar del planteamiento inicial, la lesión de isquiotibiales en la pierna izquierda de Cech puso varias marchas más a esa transición dulce. La dolencia del exportero del Chelsea, quién tuvo que ser retirado en el descanso del partido contra el Watford el 29 de septiembre, dio alas a Leno. En una dosis de seis partidos seguidos como titular, el alemán exhibió un repertorio completo de recursos, muy propio de lo que se conoce actualmente como portero moderno.
El jugador procedente del Bayer Leverkusen es académico en las estiradas: siempre que intercepta un disparo rival lo envía fuera del campo, para no dar lugar a un rechace. Un propósito que todos los grandes arqueros tratan de conseguir y que Leno cumple ortodóxamente gracias a sus finos reflejos. Además de sus blocajes, el manejo del balón con los pies es el de un jugador de campo, tal y como demostró en la victoria al United, cuando salió del box para arrebatar el hueso al sabueso de Romelu Lukaku y salir jugando. Algo que aporta mucha tranquilidad a la zaga Gunner, que estaba peor acostumbrada con Cech.
El portero checo tiene una salida en corto mucho más precaria. Lo cierto es que las escuelas de uno y otro no son las mismas. Cuando el veterano guardameta daba inicio a las jugadas solía optar por patear en largo para no complicarse la vida. Así, el Arsenal adelantaba sus líneas acumulando futbolistas en campo del rival. Con la entrada en el once de Leno, los pivotes Lucas Torreira, Matteo Guendouzi y Granit Xhaka bajan mucho más a menudo para recibir el primer pase de la jugada en campo propio. Una fórmula que convence más a Emery, amigo de que todas las líneas participen en la construcción de la jugada.
Por otra parte, la corpulencia de ambos porteros es algo a tener muy en cuenta. Cech pesa 90 kilos y Leno 83. Ser más ligero es una ventaja para el portero de la Mannschaft, que tarda menos en reaccionar. Buen ejemplo de ello son sus últimas exhibiciones ante rivales de enjundia como el City o Tottenham cuando acabó desbaratando con una frialdad inaudita las intentonas de Kevin De Bruyne y Moussa Sissoko, respectivamente.

La falta de agilidad del bueno de Cech, es compensada por su posicionamiento bajo palos. Todos estos años de experiencia le han servido para ahorrarse algún que otro esfuerzo colocándose en el sitio adecuado en el momento oportuno. Técnica que reproduce fielmente Leno, quién es tan completo que combina ese dinamismo juvenil con la perspicacia de un zorro viejo. Cualidades que le sirven para vencer a los delanteros rivales en el uno contra uno.
Su repertorio es semejante al del guardameta barcelonista Marc-André Ter Stegen. Los dos nacieron con apenas dos meses de diferencia en el año 1992 y pertenecen a la misma escuela futbolística. Cuando la federación alemana decidió introducir la filosofía cruyffista en las categorías inferiores, Ter Stegen y Leno estaban todavía en proceso de formación y les cogió de lleno. Son, sin lugar a la duda, exponentes de la última generación de porteros que se conoce.
Para encontrar más ejemplos, solo hay que coger un tren de 3 horas, lo que separa Londres de la ciudad de Manchester, donde el brasileño Ederson Moraes es especialista en jugar con los pies. Un requisito indispensable para su entrenador, Pep Guardiola, que vivió presa de la angustia cuando tenía a Claudio Bravo como única opción. El chileno, lesionado ahora del cruzado, es un portero muy serio pero que parece desentonar con los últimos preceptos del fútbol de vanguardia por carecer de un dominio exquisito de sus pies, al igual que Cech.
Son, en definitiva, malos tiempos para los guardametas de corte tradicional y, es por ello, que una profunda duda nos recorre la cabeza ¿Es el fin de esta estirpe de arqueros? Parece pronto para un pronóstico. Lo que sí nos atrevemos a decir es que el portero moderno no va a regalarle nada. Y si no, que se lo digan a Cech.