“Rooney solo juega bien en Mánchester”, afirmó una vez el exseleccionador inglés Fabio Capello. A pesar de sus históricos hitos con los Three Lions, Rooney jamás logró replicar con su selección sus hazañas en Old Trafford. El delantero de Croxteth deja la selección inglesa como máximo goleador de su historia con 53 goles y segundo jugador con más partidos (119), solo superado por el guardameta Peter Shilton (125). Sin embargo, esas cifras esconden una realidad innegable. Rooney no fue capaz de hacer realidad las expectativas depositadas en él tras su primer torneo internacional, la Euro de 2004. En aquella competición, el delantero inglés anotó cuatro tantos. En el resto de su carrera con la selección ya solo volvería a anotar tres tantos más en grandes torneos. Fuera por lesiones, su baja forma física, sus propios errores o la incompetencia de sus compañeros, Rooney jamás logró volver a emular el rendimiento de su primer gran torneo.
En aquel 2004, la Inglaterra de Sven-Goran Eriksson se presentó en Portugal con una combinación entre la vieja guardia formada por los Fergie’s Fledglings del Manchester United (David Beckham, los hermanos Neville, Nicky Butt) y la nueva generación dorada de los Gerrard, Terry, Lampard, Owen y Ashley Cole. Rooney, con 18 años, era el más joven de la convocatoria pero impresionó a toda Europa con sus dobletes ante Suiza y Croacia. Sin embargo, una lesión en los cuartos de final ante Portugal acabó con su torneo y el de su selección, que cayó en penaltis. Sin embargo, Inglaterra abandonó el país luso con la seguridad de que en Rooney tenía al líder de la nueva generación y uno capaz de conducir a los Three Lions a su primer título desde 1966. Tal era la confianza en aquel joven pecoso formado en el Everton.
Sin embargo, el inglés jamás alcanzaría aquel nivel de excelencia de nuevo en un gran torneo. En abril de 2006, apenas un par de meses antes de la Copa del Mundo de Alemania, Rooney sufrió una lesión en el pie que le obligó a recuperarse a contrarreloj para llegar a la cita mundialista y le impidió llegar en óptimas condiciones. Rooney se marchó de la Copa del Mundo sin marcar y señalado como cabeza de turco por todo el país tras ser expulsado por una entrada sobre Ricardo Carvalho en cuartos de final ante Portugal, que acabaría venciendo en la tanda de penaltis.
En el Mundial de 2010, Rooney se marchó de nuevo sin ver puerta. La vieja guardia ya había abandonado el barco y la nueva generación dorada se encontraba ya en su ocaso. Rooney se había quedado como única referencia de una selección cada vez más escasa de talento. Con Fabio Capello en el banquillo, Inglaterra fue eliminada por Alemania en octavos y la sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Rooney todavía no había cumplido 25 años pero la sospecha de que jamás sería el líder que se esperaba comenzaba a planear.
La Euro 2012 no pudo comenzar peor para Rooney. Su expulsión ante Montenegro en el último partido de clasificación provocó que la UEFA le sancionara con tres partidos, reducidos posteriormente a dos, lo cual supuso que no pudiera participar hasta el último partido de la fase de grupos. Esta situación provocó que algunos medios y aficionados pidieran que Rooney no fuera convocado. Sin embargo, Capello confió en él y Rooney le devolvió la confianza con el gol de la victoria ante Ucrania. De todos modos, la selección cayó en el siguiente partido de cuartos de final ante Italia. Rooney abandonó Ucrania con casi 27 años, cada vez menos cabello y la preocupante sensación de que su carrera internacional estaba abocada al fracaso.
En la Copa del Mundo de Brasil de 2014, Rooney marcó el único gol de su carrera en una cita mundialista. En una ilustrativa metáfora de su carrera en la selección, fue en la derrota por 2-1 ante Uruguay que selló la eliminación de los ingleses tras haber caído en el debut ante Italia. Una vez más, Rooney fue el objetivo de los tabloides ingleses, que centraron en él sus críticas. Las sospechas sobre su incapacidad para imitar sus prestaciones domésticas en la selección eran ya una certeza irrefutable.
La Euro de 2016 fue su última gran cita, un ocaso digno de una carrera internacional que jamás llegó a despegar. Rooney abrió el marcador en octavos de final ante Islandia pero los Three Lions acabaron cayendo eliminados ante el modesto combinado islandés. A finales de ese año, Rooney protagonizaría un triste epílogo de su carrera internacional cuando se unió a una boda en un hotel mientras estaba concentrado con la selección. Sus fotos ebrio cubrieron las contraportadas de la prensa amarillista inglesa durante días.
Rooney es consciente de que sus menguantes capacidades físicas le obligan a elegir y ha optado por centrar todos sus esfuerzos en el Everton. A pesar de que parece haber recuperado su mejor versión en los últimos tres años e incluso su olfato goleador, Rooney ha declinado la convocatoria de Gareth Southgate, que tenía intención de seguir contando con él. Una decisión honesta y valiente por lo dolorosa que refleja el compromiso que siempre ha mantenido con la selección, a pesar de que solo raramente pudiera demostrarlo sobre el césped.