En 1920 las generaciones que reinaban el caótico mundo que tenía lugar entonces habían sobrevivido a una guerra mundial, y a una pandemia terroríficamente asesina. En 2020, con la crisis económica de principios de siglo, la concatenación de atentados y la nueva pandemia en la que nos encontramos, se puede observar una repetición de los hechos. Y si después del 1920 vino algo incluso peor, soñemos con nuestras mejores esperanzas. Pero la clave de esto es, básicamente, que la historia se repite. E, incluso, puede hacerlo para peor.
Cuando el Crystal Palace ascendió a la Premier League en 2013 tras acabar quintos y sin recibir ni un solo gol en la promoción de ascenso, Ian Holloway estaba al cargo. Desde entonces, y hasta 2017, Keith Millen fue interino hasta en 3 ocasiones, Tony Pulis, Sam Allardyce, Neil Warnock y Frank de Boer ocuparon el banquillo en al menos 5 partidos, y Alan Pardew estuvo en total en 2 temporadas -casi- completas, con 87 partidos, aunque empezara en enero de un año y acabara en diciembre del año posterior. En estas 4 temporadas estuvieron arriba al principio, y comenzaron a caer (15º y 14º en 2016 y 2017).
Y entonces, en 2017, llegó Roy Hodgson, que había estado los cuatro años anteriores al mando de la selección inglesa, con resultados notablemente mediocres. El equipo iba colista tras 5 partidos de liga, y la directiva del club londinense confiaba en salir del paso lo más tranquilamente posible. Y Roy, como un “rois”, cumplió y superó sus expectativas.
Después de 2 primeros años asomando la cabeza por los puestos europeos, y asomando una sonrisa de tranquilidad a final de temporada, este último curso tocó sufrir. Acabaron a 16 puntos del séptimo puesto y a 9 del descenso, en un año en que los tres últimos mostraron un nivel francamente terrible y que, en cualquier otro año, podría haberles hecho pasar más que el sabor a decepción que quedó con su decadente final de temporada. Un punto logrado de los últimos 24 en juego es digno de un equipo ya descendido. Por esto mismo, este año se juegan el todo por el todo. Y poner la otra mejilla, esperando que el chaparrón pase con lo puesto, no es una buena forma de cubrirse ante la tempestad de la caída a Championship. Aunque hayan comenzado ganando -y bien- este curso, se avecinan tumultuosos tiempos en Selhurst Park. El primer motivo de la debilidad del Crystal Palace.
Estando en 2020, la globalización está a la orden del día. Y para un equipo de Londres, convertirse en una atracción turística más y perder la fuerza de tu gente es un peligro feroz a tener en cuenta para evitar. Por eso, que el estadio de los Eagles sea el fortín en que se ha convertido es una buenísima noticia. Claro, no tanto en tiempos de pandemia. Los datos del pasado curso así lo ejemplifican.
En los 15 partidos que jugaron entre agosto y marzo como locales, los londinenses consiguieron un total de 22 puntos, es decir, una media de 1,5 puntos por partido. Visto de otra forma, una victoria cada dos partidos. En los 4 partidos post-pandemia que jugaron como locales, empataron un encuentro y perdieron los otros tres, consiguiendo así una media de 0,25 puntos por partido. O en otras palabras, una victoria cada 12 partidos. Una cifra terrible, 6 veces peor.
Y aunque este año empezaron con una victoria “muy Crystal Palace” ante el Southampton, con un 1 a 0 marcado por Wilfried Zaha, y con 3 goles anotados ante el United, dos de Zaha, las cosas pueden desmoronarse muy rápido. Y es que, cada año que ha pasado con Hodgson al mando, su producción ofensiva ha ido variando más y más. Siendo capaces de lo mejor -un gol y medio por encuentro- y lo peor como no llegar a meter un solo tanto en 16 de las 38 jornadas que tiene la Premier.
En su primer curso, llegaron a 45 goles a favor y 55 en contra, una cifra aceptable para un equipo de media tabla. El año siguiente, la balanza se equilibró con 51 suyos y 53 del rival. Pero el año pasado fue dramático. Siendo Jordan Ayew el máximo anotador -9 tantos-, los de Hodgson solamente consiguieron 29 goles por su cuenta, 31 con los goles en propia de sus contrincantes. La segunda peor cifra de toda la Premier League, muy por debajo de Watford -36 goles- o Bournemouth -40 goles-. Y para solucionarlo, han añadido a Michy Batshuayi, que le dio al Chelsea un gol en 16 jornadas. Básicamente, nada. Es más, si Wilfried Zaha se va -3 goles en dos jornadas-, el Crystal Palace apunta descaradamente al descenso.
Y es que, a pesar de que eran evidentes cuáles eran sus problemas, y sus posiciones a reforzar, no parece que lo hayan hecho con la mejor de las suertes. Sigue haciendo falta un defensa central que empiece a relevar a los Cahill, Sakho o Tomkins. Aunque han sabido pescar bien en Championship, no es suficiente. El fichaje de Nathan Ferguson del West Brom, lesionado antes de arrancar el curso, cubre el hueco que dejó Aaron Wan-Bissaka el verano pasado al marcharse al Manchester United.
Y Eberechi Eze, que le dió al QPR 14 goles y 8 asistencias, un total de 22 goles, la 7ª mayor cifra de toda la competición, llega como una de las posibles revelaciones de la temporada, pero sin estar muy claro el encaje que pueda tener en el sistema de Hodgson. Y es que su locura libre y sin barreras no parece fácil de sumar a la cuadratura del entrenador londinense. Como muestra, un botón, pues ha jugado un total de 26 minutos entre el Southampton y el United. No parece que Hodgson le encuentre cabida por el momento, más allá de los lógicos tiempos de adaptación que necesita un recién llegado a la liga.
Es cierto, luego, que pueden seguir con esta buena dinámica con la que empezaron la competición, y conseguir salvarse con comodidad, y hasta pensar en rondar los puestos europeos. Pero también es una opción, estando en la otra cara del azar del fútbol, que tras el buen inicio, el Everton, el Chelsea y el Brighton, sus próximos rivales, les den un susto que rescate recuerdos de los meses pasados.
No siempre lo que bien empieza bien acaba, y aunque su estilo es la auténtica antítesis de los conjuntos de Ancelotti, Lampard y Potter, si no son capaces de generar un mínimo peligro -sólo el Sheffield United realizó menos tiros a puerta por 90 minutos el año pasado- pueden sufrir tardes de fútbol de salón de escándalo, y quedar muy limitados anímicamente. Y ya no habrá mercado de fichajes que pueda solucionar nada. Y del pozo es muy difícil salir, bien lo saben en Norwich, aunque las águilas tengan por naturaleza más recursos que los canarios. Deben levantar vuelo, y planear sobre la clasificación de la Premier, en un año con un talento bruto más elevado que los anteriores, que puedes hacerles caer de un plumazo.