Decía un día Bill Shankly, padre del Liverpool moderno, que en plena revolución industrial, viviendo en una sociedad en crisis, con despidos y hambre, la gente en Liverpool tenía pocos motivos para sacar pecho y de pronto su equipo de fútbol les ofreció uno para sonreír. Cuando Xabi Alonso llegó al Liverpool, sus aficionados tuvieron un nuevo motivo para celebrar. El tolosarra llegó procedente de la Real Sociedad, donde había destacado a pesar de su juventud y pronto se hizo un hueco en la sala de máquinas de aquel equipo, siendo junto a Luis García y al nuevo técnico, Rafa Benítez, el pionero del ya famoso Spanish Liverpool.
Sus inicios allí fueron fáciles desde el principio y es que quién es realmente bueno no necesita mucho más que un partido para demostrarlo. Un día, el que fue compañero suyo, John Arne Riise, dijo que en su primer partido con el Liverpool, Alonso estuvo probablemente alrededor de 39 minutos jugando antes de fallar un pase. Seguro que esos 39 minutos fueron la pura definición de lo que es el centrocampista. Xabi logró formar un tándem de fantasía con Steven Gerrard y llevó al equipo de Merseyside a la Champions League en su primera temporada.

Cuando se habla de la final de Estambul, sin duda la mejor final de Champions de la historia, dentro de toda su heroicidad y épica siempre me ha llamado la atención una cosa. Cuando ya se había puesto la primera y la segunda piedra para la remontada gracias a los goles de Gerrard y Šmicer, el colegiado del partido, el español Mejuto González, señaló penalti a favor del Liverpool. Imaginaros la situación, el partido más importante de la historia reciente del club y el momento más importante del partido. Que fuese Xabi Alonso, que tenía 23 años y apenas llevaba nueve meses en el club, el encargado de asumir los galones y lanzar la pena máxima dice mucho de su personalidad. Estos días resaltaba Jamie Carragher la habilidad de Alonso con ambas piernas recordando que lanzó el penalti con la derecha y marcó con la izquierda tras la parada inicial de Duda. El resto del partido, como se suele decir, ya es historia.
Las siguientes cuatro temporadas siriveron para que los incondicionales del Liverpool forjasen aún más el amor que sentían por el jugador español antes de que se fuese al Real Madrid. Años más tarde, Gerrard reconoció en una entrevista que desde el primer día de entrenamiento juntos en agosto del 2004 ya se dio cuenta de que Xabi era el mejor centrocampista con el que había jugado. Seguramente el mítico capitán estaba más acostumbrado a que le acompañasen jugadores más fuertes que hábiles, como el caso del abnegado Danny Murphy, y con la llegada de Alonso encontró al fin su engranaje perfecto para hacer funcionar al equipo. En 2008, cuando comenzaron a circular rumores de que Benítez estaba pensando en venderle y sustituirle por Gareth Barry, los aficionados de The Kop expresaron claramente su opinión en un partido de pretemporada ante la Lazio: «You can stick your Gareth Barry up your arse» («Puedes meterte tu Gareth Barry donde te quepa»).
El paso de Xabi Alonso por el fútbol inglés fue de cinco temporadas en total, cinco temporadas que le sobraron para dejar su huella de por vida en la historia de la Premier League. Algunos de los mejores goles que yo recuerdo son suyos, tiros desde el centro del campo que dejaban con la boca abierta a todo el mundo del fútbol y en ridículo al portero rival. Como el gol de falta que le marcó al Fulham en uno de sus primeros partidos con la camiseta de los Reds y que permitió a su equipo remontar un 2-0 para acabar venciendo por 2-4. O como el impresionante gol desde su campo ante el Luton Town en Copa. Una proeza que repetiría en liga ante el Newcastle la temporada siguiente.
Cuando Xabi jugaba parecía que volvía a sonar música de los Beatles en Liverpool, el balón rodaba más rápido: “Pepe a Agger, Agger para mí, yo a Stevie y Stevie a Fernando”, decía el tolosarra en una entrevista, y es cierto, lo hacían en menos de diez segundos. Casualidad o no, desde la marcha de Xabi nunca se ha visto un fútbol de tal nivel en Anfield. Una semana después de su retirada sigo pensando que el fútbol aún no sabe lo que se pierde, se acaba el fútbol de traje y corbata.
